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La mutilación genital femenina

Hoy en día nos rasgamos las vestiduras y nos parece un acto aberrante, pero no fue hasta los años 90 que en Occidente empezaron a germinarse las semillas de la conciencia. En 1990 la ONU reconoció esta práctica como un problema de salud y una violación de los derechos humanos, no obstante en 2019 sigue siendo una “operación” recurrente y habitual para así “conservar” la virginidad de las mujeres.

Por desgracia, las semillas sembradas en los 90, lejos de brotar exhuberantemente, quedaron en el aire de forma superflua. Ejemplo de ello pueden ser las declaraciones de personajes públicos como Kassim Nije Dampha (Consul de la República de Gambia en España), quién afirmó que “no se puede denunciar porque no es una obligación, es algo familiar y es una tradición milenaria en la que el gobierno no se ha de meter”. Pero como bien escribió Kate Millet “lo personal es político” y lo que ocurre en las casas a puerta cerrada no debe ser ignorado. Ya que lejos de ser una tradición, es un trauma, a nivel físico conlleva hemorragias graves, problemas para orinar, infecciones, infertilidad y aumento del riesgo de muertes de recién nacidos en el parto. Estas mujeres son privadas de un órgano que su función principal es la de proporcionar placer sexual a la mujer o acaso las mujeres no tienen derecho a disfrutar de sus relaciones sexuales?

Estas mujeres son privadas de un órgano que su función principal es la de proporcionar placer sexual ¿Acaso las mujeres no tienen derecho a disfrutar de sus relaciones sexuales?

Socialmente las niñas desde bien pequeñas viven una alta presión psicológica, de no tomar el sendero de la ablación, las propias compañeras señalan con el dedo como alma “impura”. Es por eso que muchas de estas jóvenes (ignorando la práctica) acaban por ceder, por no ser “ la oveja negra”. De nuevo la presión social al acecho.

Un referente en lucha frente a la mutilación genital es Waris Dirie, que los cinco años fue mutilada. Actualmente, tras fundar la fundación Desert Flower se encarga apoyar a las víctimas y como principal misión tiene la de erradicar la práctica. Ella misma explica cuales son las razones por las que se practica y alude a que “el mayor obstáculo es la falta de educación”. Afirma que los hombres y mujeres que recibieron educación al respecto están más dispuestos a dejar la práctica. Esto sucede porque, dice Dirie, la mayoría de las comunidades que tienen la práctica no son conscientes de las consecuencias.

Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, Universiti Sains Islam Malaysia realizó un estudio para conocer la actitud y la práctica de la ablación femenina entre pacientes que acudieron a la clínica ambulatoria de obstetricia y ginecología del Hospital Ampang. El estudio se realizó con pacientes menores de 18 años de edad. El 80% (315) pensó que la circuncisión se realizaba principalmente por razones religiosas. Los beneficios percibidos incluyen el control del deseo sexual entre las mujeres 78% (111). Respondiendo a la pregunta “¿circuncidaría a su hija”, el 97% (380) dijo que lo haría. No hubo correlación significativa entre los encuestados circuncidados y sus puntos de vista sobre circuncidar a sus hijas (coeficiente de correlación, r = 0.2693). El 94,3% (379) creía que la circuncisión no tenía complicaciones. El 79% (318) de los encuestados eligió hacerse la circuncisión entre 0-6 meses. Mostrando la creencia que “ cuanto antes mejor”.

Por tal de arrojar algo de luz la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universiti Sains Islam de Malasia realizó un estudio. El objetivo de este fue el de conocer la actitud y la asiduidad de la práctica de la ablación femenina. La investigación se llevo a cabo con pacientes a clínica ambulatoria de obstetricia y ginecología del Hospital Ampang mayores de 18 años de edad. Al ser preguntadas por los motivos la friolera cifra del 80% (315) pensó que la circuncisión se realizaba principalmente por razones religiosas. En cuanto a los beneficios percibidos mayoritariamente aludieron al control del deseo sexual 78% (111). Respondiendo a la pregunta “¿circuncidaría a su hija”, el 97% (380) dijo que lo haría. No hubo correlación significativa entre los encuestados circuncidados y sus puntos de vista sobre circuncidar a sus hijas (coeficiente de correlación, r = 0.2693). No es de extrañar, como bien informo Inés Rigal en un artículo publicado el pasado mayo, según el ya referido estudio un 87% de las mujeres musulmanas de Malasia han sido sometidas a esta práctica.

Cabe destacar también que el 94,3% (379) creía que la circuncisión no tenía complicaciones. Este porcentaje da aún mayor veracidad a lo proferido por Waris Dirie (“la falta de educación al respecto”). Además el 79% (318) de los encuestados eligió hacerse la circuncisión entre 0-6 meses, mostrando la creencia que “ cuanto antes mejor”.

Esta práctica continúa a día de hoy, creando traumas psicológicos de por vida .

Una de las soluciones que plantean las supervivientes es perseguir esta práctica y condenar a aquellas personas que la ejecutan ya que sino fuera así se seguirá haciendo a puerta cerrada de manera clandestina.