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El legado de Salvador Allende en Venezuela, Bolivia y Ecuador

Era el 11 de septiembre de 1.973, el último discurso del presidente de Chile, Salvador Allende vaticinó el surgimiento del socialismo en Latinoamérica. La sangre del líder chileno escribió la historia de lucha para la construcción de un Estado de derecho, que, a principios del siglo XXI, se vio reflejado por más de una década en los gobiernos de países sudamericanos, que buscaron acabar con poderes neoliberales e imperialistas. Sin embargo, este hecho también marcó un referente del daño que puede causar la dominación de grupos de poder ante el pueblo.

Aquel martes, el golpe de Estado presidido por las Fuerzas Armadas chilenas, que obedecían al mando de Augusto Pinochet, logró su cometido y derrocó al presidente socialista en América Latina que constituyó el Gobierno de la Unidad Popular. “Pagaré con mi vida la lealtad del pueblo” fue una de las últimas frases que mencionó Allende previo a su muerte, en el bombardeo de los militares al Palacio de La Moneda.

Ante la resistencia del mandatario, los golpistas cortaron las comunicaciones y bombardearon la sede gubernamental. Después de aquello, en Chile se instaló una dictadura que duró alrededor de 17 años e impusó un modelo económico neoliberal, violó los derechos a trabajadores y cometió un sin número de actos de represión contra el pueblo.

Salvador Allende fue elegido democráticamente por decisión del pueblo chileno con la esperanza de una nueva fuerza ideológica que iba en contra de los intereses de Estados Unidos y sectores de derecha de Chile, que con ayuda de la CIA otorgaron recursos a Augusto Pinochet para desestabilizar al país.

Es así, que en su último discurso el mandatario socialista se dirigió a jóvenes, mujeres, niños y ancianos asegurando que “se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre”.

>>Salvador Allende, el presidente eterno de Chile<<

Aquellas esperanzadoras palabras se han convertido en la inspiración de muchos Estados revolucionarios que buscaron instalar la línea ideológica de Salvador Allende. Hoy, la realidad se asemeja a aquella época. Marca ciertas diferencias, pero la esencia de la lucha reposa en los gobiernos que apostaron por el socialismo del siglo XXI y continúan peleando contra la oligarquía que busca volver apoderarse del régimen de los países de América Latina.

El legado de Allende llegó a muchos movimientos revolucionarios que se levantaron en la región. Venezuela, Ecuador, Bolivia entre otros países, buscaron llegar al poder para crear un cambio social que despoje a la clase neoliberal, que mantenía en crisis política y económica al Estado.

En 1.998, Venezuela posesionó como presidente al comandante Hugo Chávez, quien emprendió el Gobierno bolivariano que lo llevó a cumplir 15 años en el poder. El pueblo venezolano cansado de décadas de corrupción y pobreza dio su voto de confianza a Chávez.

Después de casi 10 años, el líder indígena cocalero, Evo Morales es elegido en las urnas como el nuevo presidente de Bolivia en el 2.005. Instauró y estableció una nueva economía y equidad de derechos para los indígenas. Mientras, que en Ecuador una figura joven y fresca llega al poder en el 2.007. Rafael Correa manejó su discurso en base al cambio del sistema político, económico y social del país, por lo que le mantuvo al frente del poder ejecutivo alrededor de 10 años.

Estos Gobiernos son el claro ejemplo de que las palabras de Salvador Allende en su último discurso crearon un legado que se extendería en todo el continente. La semejanza de estos mandatos presidenciales es que mostraron el mismo plan de Gobierno de Allende para llegar a las masas y garantizar un cambio social de inclusión y luchar en contra de los poderes de turno que buscaban su beneficio.

Salvador Allende en los casi 3 años como mandatario estableció una reforma agraria justa, reformas educativas, sociales y de salud que permitían el acceso a becas estudiantiles para indígenas, programas alimentarios y establecimientos de salud. Nacionalizó el sector industrial en materiales como cobre, hierro, carbón, entre otros. Además, buscó la construcción de un Gobierno conformado por la clase obrera, que no se dejaba someter por intereses políticos de EEUU.

Supuso un duro golpe al capitalismo y a las clases neoliberales, ya que implementó reformas que respetarían los derechos de los chilenos.