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1 de mayo: ¿sigue vigente la lucha de clases?

Este año, la conmemoración del día del movimiento obrero se celebra de una forma especial: no podemos tomar las calles para reivindicar el día internacional de la clase trabajadora. Sin embargo, se trata de un buen momento para reflexionar sobre este día y sobre la vigencia de la lucha de clases. ¿Es una reminiscencia del pasado? ¿A quién le interesa proclamar su desaparición? ¿Hemos perdido nuestra conciencia de clase?

Anclados en el pasado

Nos llaman ilusos, ingenuos; anclados en el pasado. “La lucha de clases no existe”. Mentira. La lucha de clases sigue siendo el motor de la historia. Y el capitalismo lo sabe, aunque pretende que tú lo olvides: necesita seguir explotándote para perpetuar sus privilegios. Eso sí: sin que lo notes.

Desgraciadamente, muchos trabajadores no tienen hoy en día conciencia de clase y ven las celebraciones del primero de mayo como algo ajeno; simples reivindicaciones del pasado. El neoliberalismo ha conseguido desvincular a la clase trabajadora de la propia percepción como parte de un colectivo oprimido, anulando de esta forma su capacidad de movilización y de lucha.

El poder económico sigue moviendo los hilos, pero ha conseguido hacerlos tan finos que no los vemos. A través de su neolengua capitalista y la denostación de todo lo que no encaje con su pensamiento único, nos han hecho creer que la lucha de clases no existe, que todos somos clase media y que el “triunfo” (capitalista) depende solo de nuestro esfuerzo personal.

Negar la lucha de clases constituye la mejor herramienta para desactivarla: un método estudiado para anular la lucha obrera y poder seguir explotando a los trabajadores bajo un falso hilo de igualdad de oportunidades y modernidad.

Diferente escenario, misma película

Es evidente que las formas de explotación han cambiado y que cuesta percatarse. Se ha modificado el escenario, pero la película sigue siendo la misma, aunque los directores pongan todo su esfuerzo para que la clase obrera no se dé cuenta de estar protagonizando secuelas.

El gran capital sigue ejerciendo el poder contra la clase trabajadora: precariedad laboral tanto en el mercado tradicional como en la nueva economía colaborativa, deterioro de los sistemas públicos (educación, sanidad) a base de recortes, apuesta por la privatización… Medidas a favor de la élite y en contra de la clase trabajadora.

Durante las últimas décadas, el cambio de escenario ha llevado a una cierta igualdad de oportunidades; una igualdad de oportunidades con muchas limitaciones pero que nos ha permitido, en algunos casos, acceder a una educación superior que no tuvieron nuestros padres.

Sin embargo, siguen existiendo grandes desigualdades, los hijos del capital siguen teniendo la propiedad de los medios de producción – accediendo a los puestos por su apellido y no por el mérito del que tanto hablan-.

La esperanza de vida sigue siendo mucho mayor en un barrio rico que en zonas pobres. La élite se sigue retroalimentando a sí misma, el capitalismo sigue siendo clasista, imponiendo una capa invisible entre ellos y nosotros, a pesar de enmascarar el sistema con una falsa imagen de igualdad.

El discurso neoliberal, el individualismo y la precariedad son factores que han desactivado nuestra conciencia de clase. Es difícil defender la pertenencia a un colectivo cuando tu lucha diaria es por la supervivencia; cuando te has creído que tu batalla es diferente a la del señor que limpia la escalera en tu comunidad o la de la chica que te entrega un pedido en bicicleta.

El capitalismo intenta convencernos de la desaparición de la lucha de clases para anular nuestro pensamiento crítico y hacer triunfar su pensamiento único. No hay nadie más consciente de la existencia de la lucha de clases que el propio capital: no lo olvidemos nosotros.

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