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Nicaragua se moviliza en favor de la paz y la justicia

Nicaragua está cerca de superar el terrorismo impulsado desde los Estados Unidos (EEUU), como parte de la intensificación de la ofensiva antibolivariana de la Administración de Donald Trump. Tras varios meses de violencia en las calles, ejercida por grupos de fascistas mediante los tranques.

Solo quedan pequeños núcleos sin capacidad de mantener las barricadas (tranques), sus centros operativos, desde donde disparaban, preparaban los secuestros, los asesinatos y los ataques a las comisarias de policía, a edificios institucionales y a casas de militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Esta actividad estuvo apoyada de manera directa por la Iglesia Católica del país centroamericano, que llegó a custodiar sus armas, permitir torturas en sus templos e incluso disfrazar a los terroristas de monjas para evitar su captura por parte de las autoridades.

Sin embargo, los pequeños grupúsculos que permanecen operativos, siguen gozando no solo de la impunidad dispensada por la diplomacia norteamericana, sino también de un apoyo mediático que convierte sus crímenes en una lucha democrática. El pasado dos de septiembre, estos grupos convocaron a una marcha pacífica, a la que acudieron con armas de fuego, morteros y bombas molotov.

Durante la movilización, los terroristas atacaron a una patrulla policial. El coche de la Policía Nacional nicaragüense fue incendiado, y los dos agentes que lo ocupaban fueron víctimas de una severa paliza. El subinspector Harling José Echaverry fue el que resultó peor parado. El funcionario de 42 años sufrió un trauma craneal y heridas en el tórax efectuadas con arma blanca.

Los medios de comunicación, liderados en esta ocasión por CNN, cubrieron la información manipulando los hechos, ya que comunicaron que un manifestante murió a causa de la represión de la Policía Nacional, cuando no solo no murió nadie -en la noticia no dieron el nombre del supuesto fallecido- sino que la manifestación no fue pacífica, y los protestantes atacaron a una patrulla de la policía de manera salvaje.

Mientras tanto, la mayoría de la población de Nicaragua sigue movilizándose en las calles en apoyo al gobierno de Daniel Ortega. Decenas de miles de personas salieron a las calles del país para expresar su deseo de alcanzar la paz, una posibilidad a la que se han negado repetidas veces tanto la Conferencia Episcopal de Nicaragua como la patronal, que apuestan por apoyar la violencia. Los manifestantes también expresan su deseo de que se haga justicia con los terroristas que han participado en el asesinato selectivo de ciudadanos de izquierda, el sector de la población que más ha sufrido la violencia de los grupos financiados por el gobierno estadounidense.