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Venezuela: Crónicas de una invasión anunciada I

Los ataques son cada vez más lentos. Si es por velocidad, la jauría mediática internacional ha acostumbrado al pueblo venezolano a una incesante andanada de mentiras, manipulaciones, medias verdades y #fakenews que se sucedían a una velocidad satánica, en momentos claves de la historia política contemporánea de Venezuela. Pero ante una invasión del ejército de Estados Unidos parece que la velocidad no es precisamente la característica principal.

Claro, se sabe que la velocidad es un signo de “efectividad” en la guerra psicológica. La velocidad, o el ritmo de difusión de la información se manifiesta de dos maneras en las redes sociales: la repetición de la matriz, o conjunto de impresiones sobre un fenómeno y la interacción con esa matriz. Es decir, la repetición, al modo Goebbeliano no asegura el éxito en esta macabra entelequia. Lo asegura la combinación de la repetición y la interacción de los usuarios. Lo que piensan, lo que comentan, machacado mil veces por diversos medios hasta hacerlo un sentir común. Un sentimiento, inexplicable y visceral ante un fenómeno. Tal vez esta teoría explique el comportamiento casi bestial de una derecha clasista y xenófoba ante lo otro. Cuando ese otro es contrario sólo queda la rabia para la burguesía.

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Decía que han perdido velocidad, esa rapidez que casi no te deja pensar en las redes sociales y que tanto marca a las personas de tercera edad. Este nuevo intento por apoderarse del petróleo venezolano ya no tiene recursos especulativos, no tiene fábulas. No hay una narrativa que sorprenda, como en la decadencia de un director de cine con todos los encuadres repetidos. Los falsos positivos que no son más que cadáveres que exige el teatro internacional no aparecen, porque las madres de los jóvenes de la burguesía han aprendido que en esta batalla no pueden dejar morir a sus hijos liderados por marionetas, por monigotes imperiales. Tristemente, a paso lento y fúnebre el pueblo venezolano todo descubre que siempre ha sido el mismo enemigo, que el gobierno de Estados Unidos es el opositor y que lo demás es opereta. Hay solo dos bandos.

Sin embargo, la asfixia económica sigue. El saqueo de los recursos guardados en bancos europeos y norteamericanos sigue. Como el guión de Libia que terminó en el asesinato de Gadaffi en vivo, el norte amenaza con llevar a Nicolás Maduro a Guantánamo. En su arrogancia, interpretan a los militares venezolanos como datos, como índices de mercado siempre comprables, siempre sobornables.

Con la impúdica verborrea de matón de barrio, Donald Trump le dice a los medios estadounidenses que Maduro va a negociar. Otro militar advierte sobre un despliegue descomunal de misiles sobre Caracas. Pedro Sánchez, presidente de España viaja por cualquier destino buscando alianzas y mentes dóciles. En los medios de su país navega una fobia latinoamericana, nostalgia colonialista. Algunos países de Latinoamérica que están siendo dominados por gobernantes lacayos, condenan pero bajito, a voz de secreto mientras John Bolton en una entrevista con Hugh Hewitt afirma así, cínicamente: “No queremos darle a Maduro ninguna base para que use el argumento que de alguna manera Juan Guaidó es un títere nuestro. Es un líder valiente e independiente“.

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La historia tiende a repetirse, aparentemente. Aún retumban las imágenes de los niños desmembrados en Irak, en Afganistán. El éxodo de Libia lo tiene muy presente Italia. Lo interesante es saber cuál historia va a repetirse en la Venezuela del siglo 21. Si la del saqueo europeo a sus riquezas y la destrucción de su país por parte de los gringos, o la de Vietnam.

Si caminas por estas calles sabrás que más de diez millones de personas están apostando a la segunda. Claro que esto que te digo no será viralizado, ni compartido por Whatasapp. Está en cada partícula de la fibra del latino. Todas las esperanzas de los olvidados, los marginados yacen en la fortaleza de una nación rebelde, que quiere resolver sus contradicciones en paz y puertas adentro. Pero te dejo el dato. Por si te interesa pensar la historia desde el punto de vista de los vencedores.