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La democracia participativa está tutelada en Podemos

Uno de los puntos característicos del funcionamiento interno de Podemos es la participación de sus afiliados en la toma de decisiones. Cuando la formación debe posicionarse sobre una importante cuestión, consulta a la militancia y decide en función de los resultados. Una de las últimas encuestas la realizó Barcelona en Comú, que preguntó a sus seguidores si debían aceptar los votos de Manuel Valls para conseguir la alcaldía en Barcelona.

Que los militantes y los votantes de una formación decidan la hoja de ruta de un partido es el futuro. La democracia participativa obliga a los ciudadanos a ser parte de la gestión y fiscalización del poder, en contraposición a la democracia representativa, en la que los votantes son meras comparsas, limitadas a elegir cada cuatro años a los políticos profesionales que gestionarán las instituciones.

Estas encuestas, en ocasiones, han brindado resultados que han molestado a la cúpula del partido. El caso más sonado fue el relativo al referéndum de independencia del 1 de octubre de 2017. En aquella ocasión, los militantes de Podemos en Cataluña expresaron su intención de que el partido participase en la consulta, a pesar de que la formación morada se mostraba contraria. Albano Dante Fachin llegó a repetir la encuesta, pero la militancia volvió a votar favorablemente y, finalmente, Dante Fachin fue apartado del liderazgo de Podem por Pablo Iglesias.

Este fin de semana Podemos lanzó otra iniciativa para que sus afiliados decidieran. Las posibles respuestas han molestado a Pedro Sánchez, que ha dado por rotas las negociaciones con el partido morado. La pregunta, que giraba en torno a lo que deberían votar los diputados de UP en la investidura, tan solo contaba con dos opciones: hacer presidente a Pedro Sánchez con UP en el gobierno o sin UP.

En el interior de Podemos han aparecido problemas, no por preguntar a las bases sobre el acuerdo, sino por las opciones planteadas, y por cómo han sido planteadas. En primer lugar, no aparece la opción de no investir a Pedro Sánchez. En segundo lugar, la intención de dirigir a la militancia hacia espacios previamente convenidos por la dirección es evidente en las dos opciones. La primera pregunta rezaba de la siguiente manera: “para hacer presidente a Pedro Sánchez es necesario llegar a un acuerdo integral de Gobierno de coalición (acuerdo programático y equipos), sin vetos, donde las fuerzas de la coalición tengan una representación razonablemente proporcional a sus votos“.

La segunda opción expresaba lo siguiente: “para hacer presidente a Pedro Sánchez (ya sea mediante el voto a favor o la abstención), basta con la propuesta del PSOE: un gobierno diseñado únicamente por el PSOE, colaboración en niveles administrativos subordinados al Gobierno y acuerdo programático“. Sutil, pero evidente. Mientras que la primera opción es positiva, la segunda es subordinada. Es evidente que se intenta influir al electorado para que apoye la primera opción.

Podemos ha sido un partido valiente que ha abierto a sus seguidores a participar en la toma de decisiones del partido, pero a veces utiliza esta mecánica para hacer presión. En este caso no les ha salido bien porque era evidente, y la dirección del partido debería reflexionar sobre la situación provocada.