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Crónicas de confinamiento por coronavirus. Iluminando la tristeza

En cuanto terminamos de aplaudir yo volví a la cueva porque tenía varias cosas que hacer antes de apagar la compu y ya quedar libre para ir a cenar viendo Netflix.

A las 21:00 ya tenía todo listo, y justo cuando estaba por apagar la compu, me habló una de mis mejores amigas. Estaba un poco mal por una cuestión que yo sabía que iba a pasar, le dije que si tenia algo más para contarme, pero me contestó que tenía que terminar un trabajo de la facultad, que me hablaba cuando terminara.

En eso vino el ángel a buscarme, apagué la compu y lo seguí. Teníamos que ver qué íbamos a cenar. Mi amiga había hecho una crema de verduras y sepia a la plancha,, pero yo cuando salí a comprar me traje unas espinacas y me hice una tortilla para acompañar la sepia, al maldito bastardo no le gusta ni la sepia ni la crema de verduras, así que sacó de la heladera la ensalada del mediodía, y se la comió con otra ensalada que estaba guardada desde hace no sé cuánto.

Todo listo para cenar pusimos un capítulo de Exponiendo Infieles seguido de dos de Naruto y nos fuimos a la cama.

Mi amiga justo me respondió y la tuve que llamar para apoyarla en ese momento y aconsejarla lo mejor que podía. Es muy fuerte porque ella también se fue de su casa y lo que está viviendo son cosas que yo ya pasé y duelen un montón. No todas las personas entienden lo que significa salir de la zona de confort y estar lejos.

9:00

Sonó mi alarma pero la pospuse y seguí durmiendo un ratito más. Pasados unos 20 minutos me volvió a sonar el despertador y ahora sí que me levanté. Estaba ansiosa por desayunar y sentarme a trabajar, quería ver si me habían contestado algo de todo lo que mandé ayer.

Me preparé el desayuno, un café con leche de soja y un sándwich de jamón crudo en tostadas. Me faltaba solo un poco para terminar cuando entró el ángel a la cocina nos saludamos y escuchamos a mi amiga que estaba llorando.

Él fue corriendo a ver qué le pasaba y se acercaron a la cocina. Ahí fue cuando yo me levanté para preguntarle a mi amiga qué había pasado, y me contestó que “hoy es Sant Jordi“.

Se me cayó el mundo y me largué a llorar, el ángel sin entender lo que estaba pasando nos abrazó a las dos. Entre llantos le pudimos explicar lo que significa este día tan bonito y la pena que da estar encerrados.

11:00

Hora de trabajar después de todo el llanto y la angustia de que un día tan especial como hoy no se pueda festejar saliendo a pasear.

12:00

Ya no me duelen los abductores así que hoy pesas, empecé a estirar y a prestar atención si me tiraban dichos músculos y ya casi no me dolían. Igualmente le pregunté al ángel si ya podía hacer la rutina completa, y me dijo que me iba a supervisar la primera ronda de ejercicio y que lo hiciera sin peso.

Me cambió un ejercicio y me marcó algunas cosas y ya me dejó sola. Terminé las 3 vueltas y fui a comer un huevo y almendras antes de volver al trabajo.

13:30

Lista de nuevo me volví a sentar. Ya se me estaba empezando a acumular trabajo, siempre aparece algo nuevo en el medio para hacer y es lo que más me gusta de lo que hago.

14:30

Nos sentamos a comer. El menú de hoy estuvo a cargo del ángel que hizo una ensalada de fideos integrales con aguacate, lentejas, jamón cocido, queso y huevo. Me encantó, bueno, nos encantó.

16:00

Empezó mi clase de inglés, majestuosa como siempre. La verdad es que a mí el inglés no es algo que me guste, pero sé que es una herramienta muy necesaria en este mundo.

Una vez leí un post que decía “no saber inglés es el nuevo analfabetismo en la actualidad”. Es un poco fuerte porque sigue habiendo mucho analfabetismo en el mundo, pero tiene su cuota de realidad.

Si sabes leer y escribir el siguiente paso es saber inglés, en cualquier trabajo te lo piden y si no te lo piden seguro que contratan a la persona que sí lo sepa. Lo he vivido en carne propia.

El punto de todo esto es que no me gusta tener que saber este idioma, ni mucho menos estudiarlo, pero gracias a la profe que tengo y a su manera de enseñarlo, hace que no me pese tanto tener que hacerlo.

17:30

Con la clase terminada salí a ver qué estaba haciendo la gente de casa. Estaban viendo una peli, así que salí al balcón y por fin había salido el sol, me quedé un rato ahí.

Entré de nuevo y me puse un rato a trabajar.

18:30

Mi panza ya me decía que era la hora de la merienda. Fui directa a la cocina y estaban los dos haciéndose su media tarde. Mi amiga me preguntó si quería licuado de banana con cereales y le dije que sí. Lo tomamos en el balcón con el solecito, pero a la mañana me vino la regla y necesitaba tumbarme.

20:00

Con toda la pesadez encima me levanté y salí a aplaudir.

Un día más de confinamiento un día menos para salir a la calle.