Segunda y última parte de un contenido reflexivo la detención y posterior muerte de Sarah Hegaz. Durante la primera entrega se sentaron las bases argumentales que deben ser leídas para entender el texto que se reproduce a continuación. Para ello haga click aquí.
Sarah Hegazi leía a menudo sobre filosofía, y la semana antes de su muerte estaba leyendo a Schopenhauer. Ella, al igual que el filósofo alemán, afirmaba que el dolor del mundo no podía explicar la omnipotencia de un Dios bueno, era atea.
Sarah es también recordada con cariño por sus amigos y conocidos como una mujer franca y sonriente a pesar de su tristeza, que iba siempre en bicicleta y le encantaba ver partidos del Real Madrid y discutir las jugadas, era fan de Cristiano Ronaldo y de La Casa de Papel. Le gustaba especialmente Nairobi. Quizás disfrutó con la escena de ésta cogiéndole el teléfono al profesor y proclamando: ¡Empieza el matriarcado!
Valerie Lannon, amiga suya y compañera en el Spring Socialist Networking (red socialista de la primavera) escribe en su tributo en la revista de Spring que era una gran amante de las artes y un miembro valioso del grupo “¡No es que tuviéramos muchos miembros que hubieran vivido una revolución!”.
Al preguntarles si Sarah había amado alguna vez, tanto Mostafa Fouad, como Ahmed Alaa afirman que sí. Ziva Gorani dice que debido a su autismo le costaba relacionarse. Omar Ghoonem va más allá: “Ella se enamoró mucho buscaba el amor todo el tiempo”. Afirma no saber si había una mujer especial, ni si su amor fue correspondido.
En concreto, Omar Ghoonem recuerda las videollamadas diarias que hacía con Sarah de Canadá a Francia, donde este reside, desde 2018 hasta el día de su muerte. Al hacerlo, muestra la siguiente fotografía. “Estábamos celebrando que había terminado mi demanda de asilo político”, comenta Omar.
En Canadá, Sarah echaba de menos su país y sus raíces, quería vivir en paz en Egipto. Tenía tatuados a su padre y su madre en los brazos, además de un corazón con un arcoíris dentro y la frase “Love and peace”.
A la nostalgia por su tierra, hay que añadirle que Sarah no pudo encontrar trabajo en Canadá, “tenía una discapacidad no física (depresión, trastorno de estrés postraumático, autismo), sin mencionar que era una recién llegada y su inglés aún no era muy bueno y era una mujer queer y eso jugó en su contra”, dice Ziva Gorani.
Tras la muerte de sus padres, ella debía hacerse cargo de sus hermanos menores, Fatma y Mohamed, por lo que debía sentirse muy estresada. Según el doctor Marc Ruiz de Minteguía, psicólogo sanitario y ex director del máster de Psicología de la European Society of Psychology en Euskadi, el TEPT y la depresión pueden afectar igualmente a una persona autista.
Esto es debido en muchas ocasiones al aislamiento y exclusión social, lo que da lugar a mayores tasas de pensamiento suicida. Esto explica que Sarah, con un gran trauma y dificultades para socializar y comunicarse, se viese superada.
Según el psicólogo de la Universidad de Sonora David Espinoza Avilés, autores como Pierre B. Schneider afirman que la conducta suicida es un acto de vida y no de muerte. Quién se suicida busca liberarse de sus problemas, pero “en el fondo de su ser subyace un ferviente deseo de vivir”.
Esto último encaja con lo que dicen sus amigos, como Mostafa Fouad, quien fue también su abogado tras su arresto. “Le gustaba mucho la vida, y quería cambiarla a mejor” “el momento más feliz de su vida fue cuando alzó la bandera” afirma también. Según Mostafa Fouad, tras la prisión, Sarah buscaba esperanza, en el fondo deseaba vivir.
Tras su muerte, muchos miembros de la comunidad LGTB egipcia pensaron en también, debido al odio que veían hacia Sarah. Algunas personas querían rezar por ella, pero el islam prohíbe rezar por el alma de una persona homosexual.
Sin embargo, también gente del colectivo puso una bandera LGTB en su perfil en honor a Sarah, algo impensable hace unos años, el mayor logro de Sarah fue unir y dar fortaleza al menos a algunas personas LGTBI.
Omar Ghoonem, lo corrobora: “después de la represión hacia la comunidad LGTB en Egipto, muchas personas ahora saben lo que es la bandera arcoíris y reclaman sus derechos. La comunidad LGTB ganó muchos activistas, tras su muerte de Sara hubo gente que apoyaba así como gente que la atacaba. Antes nunca oirías acerca de estos partidarios”
Es 22 de septiembre de 2017 y Sarah Hegazi, junto con otras treinta mil personas, está escuchando a Mashrou’Leila. Puede que se emocione con Shim el Yasmine (Huele a Jazmín) que cuenta una historia de amor homosexual, o se divierta dando palmas con Wa Nueid (Y repetimos) coreando “si podemos soportar el invierno, la primavera está por llegar” Sarah soportó la Primavera y también el Invierno, pero el Verano Árabe le llegará demasiado tarde.
En Egipto, en las zonas húmedas del delta del Nilo, se desarrollan una gran variedad de flores como el loto, el jazmín y la rosa. En las regiones áridas abundan diversas hierbas y flores de espino.
En el clima por lo general árido egipcio, la lucha de Sarah Hegazi, así como la de otros compañeros como Ahmed Alaa, Elham Eidarous y Mozn Hassan florece junto a la adversidad, y sus raíces se van haciendo más profundas, a pesar de la violencia del régimen de Al-Sisi.
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