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Hospital Enfermera Isabel Zendal, un almacén de camas

Los diferentes escándalos que están surgiendo de este “milagro” van dejando en evidencia que sólo se trata de otro pelotazo, uno más del PP.

Vaya por delante que el nombre puesto a este despropósito de Isabel Díaz Ayuso hace un flaco favor a la memoria de la que es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1950, como la primera enfermera de la historia en misión internacional. Los diferentes escándalos que están surgiendo de este “milagro” van dejando en evidencia que sólo se trata de otro pelotazo, uno más, del Partido Popular.

“El orgullo de disponer de un hospital de pandemias de talla mundial a disposición de los madrileños y del conjunto de los españoles” . Isabel Díaz Ayuso.

Para justificar el inmenso gasto, la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) ha señalado que no se trata sólo de un “hospital de pandemias”, sino que podrá dar apoyo a cualquier emergencia, crisis sanitaria o necesidad asistencial. Pero, en este caso, y como reconoció el vicepresidente Ignacio Aguado, “no estará siempre abierto”. ¿Otro enorme edificio vacío que se convertirá en negocio gracias a su mantenimiento y vigilancia?

Estos días se está popularizando un hilo de twitter de un enfermero obligado a trasladarse al Zendal que explica todas las carencias e irregularidades que se están llevando a cabo con esta monstruosa “ingeniería” sanitaria que se han inventado los responsables políticos de la CAM. Las irregularidades que denuncia este profesional son muchas, y se han citado anteriormente. Pero parece que ahora que lo hace una persona directamente afectada va calando más profundamente.

Traslados forzosos

El Zendal nació con una grave carencia desde sus inicios. No, no son las paredes o las puertas, de las que carece. Se ha construido un hospital milagroso sin personal. Los “iluminados” del gobierno de la comunidad decidieron que el personal para abastecer el nuevo centro saldría del resto de centros sanitarios de la comunidad, a base de traslados obligatorios, ya que no había suficientes “voluntarios“.

Es decir, se aplicó la política de “desvestir un santo para vestir a otro”. El problema es que los santos desvestidos ya habían sido progresivamente esquilmados por las políticas de recorte y privatizaciones aplicadas desde hace décadas. Y el problema es que el santo que debía vestirse carece de tantas cosas que es imposible abastecerlo de todo de forma adecuada.

“Sé de buena tinta que muchos sanitarios están deseando trabajar en el nuevo hospital de pandemias. Conozco a pocos médicos que no quieran formar parte de este proyecto pionero” . Isabel Díaz Ayuso.

El sindicato CCOO de Madrid ya ha señalado que los traslados forzosos incumplen la normativa de movilidad del Servicio de Salud madrileño, incumplen los acuerdos legales y no respeta las opciones de elección de los profesionales, que tienen la posibilidad de mostrar sus preferencias por los más de 40 hospitales de la comunidad, en función de parámetros como proximidad domiciliaria o conciliación familiar. Por eso ha llevado esos traslados ante la justicia.

Además, también el sindicato de enfermería (SATSE) ha interpuesto una denuncia ante Inspección de Trabajo, por las graves carencias en materia de salud laboral: información sobre planes de emergencia, autoprotección, evaluación de riesgos laborales, etc.

Lo que se consigue con este sistema es desmontar plantillas que estaban plenamente consolidadas, para enviarlas al solar del Zendal, saltándose los derechos laborales de los profesionales.

Sin embargo, el sistema de traslados contiene su propia perversión. Están amparados por el plan de ordenación de recursos humanos de la CAM, aunque se trate de un medio irregular, sin procedimiento público, totalmente arbitrario y a dedo. Los traslados se han centrado, especialmente, en plantilla de refuerzo COVID, los más precarios, que han ido encadenando contratos durante los meses de la pandemia, los más débiles a la hora de negociar, que pueden perder su trabajo si se niegan al traslado.

Otro problema es el que se ha denominado los “traslados indirectos”. Si el Zendal no tiene servicios propios, éstos deben derivarse a otros hospitales, colapsando así a sus profesionales, lo que implica poner más turnos: no sólo se quita personal a otros hospitales, sino que afecta a los servicios ya existentes.

El traslado forzoso vulnera los derechos de los profesionales afectados, pero también de los usuarios de los hospitales que están perdiendo sus profesionales, porque afecta al servicio que prestan a sus usuarios y los pone en peligro.

Problemas estructurales

Lo que se ha construido no es un hospital. Es una inmensa nave industrial (80.000 m2), sin paredes, sin intimidad para pacientes y personal, sin instalaciones sanitarias adecuadas, quirófanos, laboratorios propios (las pruebas se derivan a otros centros, lo que causa una gran demora en los resultados), servicio de radiología de guardia (nuevamente se deriva a otros centros, con más demoras), falta de material sanitario o material inadecuado, etc. Se prometieron tres pabellones, con 1.000 camas y 48 camas de UCI. Pero la realidad es bien distinta: un pabellón, 48 camas y 4 camas de UCI (sin medios ni profesionales). A 18 de diciembre, este “milagro” tiene 41 pacientes ingresados, ninguno en la UCI.

Los documentos emitidos por la propia CAM muestran que la intención no es ingresar a pacientes graves o críticos, ya que la disponibilidad de UCI es muy reducida. Esto ha quedado demostrado con el traslado, el 18 de diciembre, de un paciente grave al Hospital Gregorio Marañón, por la incapacidad de atenderlo en el Zendal.

Las alternativas

Frente a este desproporcionado megaproyecto han salido a la luz diferentes alternativas que hubieran estado plenamente operativas, a un coste mucho menor, que no fueron tenidas en cuenta.

Por ejemplo, una parte de la la UCI del Hospital Infanta Sofía está cerrada (16 UCIS) y una parte importante de sus instalaciones, más de una década después de la apertura, por falta de presupuestos para finalizar su puesta en marcha.

Prácticamente todos los hospitales privatizados o semiprivatizados del período de Esperanza Aguirre, se encuentran con gran parte de sus instalaciones cerradas. Según datos del Servicio de Salud madrileño, sólo 12.565 de las 14.334 camas instaladas están en funcionamiento. Según UGT-Madrid, entre 2010-2018 se cerraron más de 1.600 camas en centros públicos; además, los siete nuevos hospitales construidos con financiamiento privado sólo tienen en funcionamiento 1.801 camas, de las 2.200 disponibles. Por tanto, en lugar de construir un nuevo hospital fantasma, se debería haber optimizado los servicios ya existentes.

El “pelotazo” continúa

Las licitaciones de los diferentes servicios relacionados a su funcionamiento (limpieza, restauración, informática, comunicación, etc.) se están realizando sin concursos públicos, con la excusa de la urgencia del momento. Este sistema se está usando para todos los contratos de las nuevas instalaciones hospitalarias. Por ejemplo, el servicio de mantenimiento de las instalaciones ha sido adjudicado a dedo, sin licitación ni concurso público, a una empresa de Florentino Pérez, por 1,2 millones de euros.

Tampoco ha sido “moco de pavo” la adjudicación del servicio de seguridad a una empresa que tiene como administradora única a una exconcejala del PP del Ayuntamiento de Alcorcón, Silvia Cruz, por más de 800.000 euros. Esta empresa y la CAM han hecho jugosos negocios en el pasado, especialmente con la Consejería de Sanidad, por valor de más de 13 millones de euros.

Y aún falta por adjudicar otros servicios, como limpieza, restauración o lavandería, que también pasarán a manos privadas y rendirán importantes beneficios económicos. Pero no sociales.

Un almacén de camas

¿Por qué construir un hospital nuevo, con ese despliegue de inversión, en medio de esta grave crisis, cuando otros hospitales madrileños tienen módulos enteros cerrados? El Zendal es un proyecto innecesario. Lo necesario es reforzar las plantillas de profesionales de la red sanitaria pública existente.

El Zendal se ha convertido, única y exclusivamente, en una inmensa campaña publicitaria de la lideresa mesiánica Díaz Ayuso, y en un pelotazo para los amiguetes a los que nos tiene habituados el PP.

El sobrecoste de la obra inicial (que pasó de 52 a, aproximadamente, 100 millones de euros) se ha achacado a las supuestas “mejoras” que se han incorporado al proyecto inicial. Ahora sabemos que se invertirán 25 millones más en contratos para diferentes servicios. ¿Podemos ya llamar improvisación a la construcción de este inmenso almacén de camas?

Con lo que ha costado (hasta ahora) poner en marcha el Hospital Zendal se debería haber reforzado la atención primaria, los hospitales ya existentes, abierto las camas e instalaciones que no están en funcionamiento por falta de personal o condiciones, etc.