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Retrógrada oposición

La oposición venezolana, en su versión “democrática y pacífica“, al igual que en la fábula del escorpión y la rana; ataca con la irracional fiereza que caracteriza a sus pares radicales y guerreristas las iniciativas parlamentarias de ley para fortalecer al poder comunal; situación que pone de manifiesto su verdadera esencia y delata los miedos que le son propios al oposicionismo, autoproclamado y comprometido con los objetivos de dominación imperial.

En ese orden de ideas, los diputados de la bancada opositora se oponen al desarrollo de las leyes comunales que les son urgente a la patria para el empoderamiento del poder popular organizado; y tal como se he dicho en otras oportunidades, se amalgaman con sus orígenes oposicionistas, en el rechazo a la participación y el protagonismo del pueblo.

Sin duda, esa dogmática y atrasada derecha opositora en conjunto, no admite al auto gobierno de las comunas, ni aceptan la organización del Poder Popular como fórmula real para avanzar en la conformación de un modelo político que le dé al pueblo los mecanismos de participación como protagonista en el diseño y ejecución de su destinos histórico.

Es evidente que esa oposición está anclada en sus dogmas liberales, socialdemócratas, neoliberales y aporofóbicos, y con su ego inflados por quienes le mandata; niega las leyes comunales, negándose a sí misma la posibilidad de estar a la altura de las exigencias actuales para la preservación de la convivencia, productiva y en paz.

Pobre oposicionismo decadente, tiene 22 años guiados por sus instintos de “clase superior autonombrada“, y su eterno apego al mandato hegemónico sociocultural de los decadentes imperios (EEUU, la UE y el Reino Unido), y a pesar de sus derrotas, continúa intoxicando de odio a sus seguidores, insistiendo en cerrar los ojos ante el desarrollo de un discurso praxis, que en Venezuela está emergiendo como respuesta a la crisis inducida y a los desmanes del imperio, el cual demanda más participación y menos representación, pues la política en el país hace rato que dejó de ser de las cúpulas y está en la cotidianidad de cada ciudadano.

Por supuesto, los opositores no pueden ocultar su naturaleza, ni dejar la maniática insistencia de defender lo indefendible con las letanías sobre las bondades del viejo y decadente estado liberal burgués, y su modelo de democracia representativa.

Sin embargo el debate está abierto, y dos bloques se vuelven a confrontar; los que defienden la propiedad privada como única forma de prosperidad; al Estado Liberal Burgués Derruido y Opresor; a la democracia representativa y a la sociedad de clases, versus, a los que apuestan a la Organización del Poder Popular, la Participación Protagónica del Pueblo, el Auto Gobierno y la construcción de un Estado Comunal de Justicia y Derecho para todos los miembros de la sociedad, incluyendo a aquellos que lo niegan.

En consecuencia, es importante destacar que la constitución de 1999 establece la Democracia Participativa y Protagónica como mandato del constituyente, por ello es obligante para la Asamblea Nacional desarrollar las leyes inherentes a su praxis, además, de hecho, en el país existen cientos de Consejos Comunales y Comunas, que brillan por los éxitos logrados en el autogobierno de cada una de las comunidades donde hacen vida, y aunque les resulte chocante a la derecha aceptarlo, hay consejos comunales en el barrio, el urbanismo popular y en algunas urbanizaciones privadas de la denominada clase media.

Valdría la pena preguntarse, ¿qué dirá el oposicionismo criollo sobre el resurgimiento de los kibutz israelí; las comunas en Francia; las comunidades auto sostenidas en Alaska-USA, y las demás formas de organización popular, co-gestionaria, cooperativas y autosustentables a lo largo y ancho del mundo?

¿Será que se oponen a la propuesta comunal por ignorancia? ¿O están movidos por el cálculo politiquero electoral que les exige una confrontación que, aunque inútil para el país, les dé la oportunidad de colocarse contrarios a todo?

Menos mal que a pesar de ellos, seguiremos haciendo patria y vamos a paso firme.

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