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El fascismo pide libertad pero solo concede odio

La derecha radical con frecuencia rechaza diversos aspectos propios de las democracias tales como el pluralismo y las libertades políticas.

La derecha española a menudo habla de libertad, un concepto vociferado por muchos conservadores, los cuales por medio de supuestos derechos de expresión justifican cruzadas contra determinados sectores sociales mediante ataques y discriminaciones de todo tipo.

Es fácil exigir algo que no se está dispuesto a dar. De este modo, la derecha ha acostumbrado a su militancia a través de sus praxis a una serie de contradicciones sobre el cómo se deben abordar los asuntos públicos. El solo hecho de que un sector de derechas solicite libertades ya es en sí una contradicción.

Con el fin de ampliar su base electoral, el conservadurismo español plantea polemizar cada aspecto de la vida social, trayendo la conflictividad como contexto natural para el sustento de sus discursos basados en xenofobia, homofobia, nacionalismo, fanatismo religioso y la promoción de fórmulas neoliberales.

El matonismo y la agenda de crispación son formas de hacer política desfasada y sin ninguna correspondencia con la sociedad española del siglo XXI. Sin embargo, la ultraderecha mediante anacronismos políticos intenta ganar espacio en una España donde aún existen dolientes del Régimen franquista en los estamentos más conservadores.

Cualquier espacio en España que pretenda defender el ideario franquista obra en función de una serie de posiciones que comulgan con la deshumanización del individuo, y las limitaciones de libertades que todo hombre o mujer merecen.

Tras la aparición de VOX en el escenario político español, se ha reavivado el debate sobre la naturaleza ideológica antidemocrática y contradictoria de la extrema derecha en el país ibérico. Dicha aparición viene concatenada al fenómeno del surgimiento de la actual ultraderecha en Europa.

En este sentido, el caso español muestra un conjunto de peculiaridades que lo han definido como una excepción a la actual tendencia derechista en el “viejo continente”. La ultraderecha en España opera muy disgregada y presenta poca cohesión política, realidad que busca cambiar VOX por medio de sus métodos de crispación social.

Hay una serie de elementos que pueden identificarse en la derecha española que pueden dar muestra de una marcada lejanía con los preceptos democráticos históricamente aceptados. En España se evidencia la existencia de formaciones de carácter xenófobo y autoritario que buscan incidir en la vida pública para destruir las libertades que las legitimas luchas políticas han consolidado.

De este modo, desde una concepción más orgánica, la derecha más o menos extrema representada por PP, Ciudadanos y VOX muestra un singular tribalismo reaccionario, una posición antinmigración y un claro “populismo exclusivista”, todas ellas posiciones ideológicas poco consecuentes con los conceptos más acabados de libertad social.

La praxis política de los partidos de la derecha radical con frecuencia rechaza diversos aspectos propios de las democracias tales como el pluralismo y las libertades políticas, las instituciones o la protección de las minorías.

Otra característica resaltante de la extrema derecha española, que no solo sería contraria al sistema de libertades en su conjunto, sino que sería proclive a perpetrar crímenes de odio y a utilizar métodos violentos como el vandalismo, el acoso a las comunidades de inmigrantes o las agresiones indiscriminadas contra las minorías propias de las bandas neonazis.

De igual forma, como característica distintiva de la extrema derecha española también destaca un intento autoritarismo en su sector político, el cual pretende ser extendido en todo el amplio contexto social.

Dicho autoritarismo se basa en la creencia de una sociedad estrictamente ordenada, donde las infracciones a la autoridad tienen que ser severamente castigadas. Obviamente la subjetividad de esta parcialidad política basado en los preceptos ideológicos anteriormente planteados jamás será garantía de un auténtico escenario de libertades ciudadanas.

Aunque en el discurso de la derecha, concebir un modelo de sociedad basado en el principio de ley y orden, no significa necesariamente apoyar un Régimen dictatorial, esta tampoco lo descarta. De hecho, han sido reiteradas las muestras de solidaridad automática cuando a la luz pública se cuestiona abiertamente el modelo franquista, el cual fungió en España como la representación máxima de la represión y el autoritarismo asesino de libertades.

De igual forma, existe una categoría la cual forma parte inherente de la derecha española, se trata del nativismo, generalmente aplicado a nivel discursivo por este espectro político-ideológico. La referida, es una postura que asume que los Estados deberían de estar habitados exclusivamente por los miembros del grupo nativo. Aquí el concepto de “nación” cobra fuerza para el conservadurismo.

Bajo dicha premisa, no serian aceptadas dentro de la territorialidad otras nacionalidades, por lo tanto, estas últimas no estarían provistas de derechos ciudadanos, siendo su misma existencia ilegal en función de un marco jurídico autoritario.

Bajo estas condiciones, para la derecha, aquellos elementos no-nativos amenazan fundamentalmente aquel Estado-nación homogéneo idealizado por el conservadurismo. Esto no solamente aplica a individuos, también a ideas que se consideran incompatibles con los cánones sociales cohesionadores.

En el caso español, la derecha expresa una marcada ideología nativista basada en la lucha contra los enemigos internos, el cual podría estar representada por su temor a la “amenaza separatista” y contra los enemigos externos, es decir, los globalistas, así como la inmigración, especialmente la musulmana.

Asimismo, más allá de estas dos características pueden presentar otras que son complementarias, tales como: populismo, neoliberalismo, antiparlamentarismo, neonazis, neofascistas, partidos xenófobos autoritarios, partidos xenófobos neoliberales y partidos populistas neoliberales, etc.

En España, bajo estas prácticas, los sectores más conservadores procuran generar un contexto de conflictividad que dista mucho de los actuales procesos de concertación política promovido por la izquierda. Todo ello es muestra clara del poco apego al legítimo juego democrático.

El tejido cultural español, es un elemento clave para explicar el surgimiento de los partidos populistas de extrema derecha. Por una parte, la aceptación del marco ideológico de una aparente “nueva derecha” camuflada en propuestas de organizaciones verdes, puede propiciar un crecimiento de estos grupos políticos.

Todo ello no sería posible sin la existencia de aquellos vestigios del franquismo, mismos que aún se encuentran vigentes dentro de la actual institucionalidad del Estado Español y sus sectores empresariales. Se trata de pretendidas posiciones hegemónicas que nunca han escatimado esfuerzos para atentar la igualdad de derechos, el pluralismo y la democracia.

No ha sido suficiente la transición política de 1978 para neutralizar el conservadurismo franquista y sus actuales replicadores partidistas. Entre todas las contradicciones existentes en el sistema político español, se encuentra la existencia de una derecha que atenta contra el estado de derecho, al mismo tiempo que es participante activo de la instauración de un régimen social de tensión y extrema conflictividad social.

Afortunadamente, el contexto de conflictividad y un pasado muy relacionado con periodos autoritarios y fascistas en la historia española, dificulta la implantación plena de la extrema derecha. Si bien, en España la llamada transición no supuso un cambio sustancial con relación al franquismo, la derecha aún cuenta con una serie de estigmas dentro de la sociedad que bloquea el protagonismo de los partidos conservadores.

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