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Lágrimas de cocodrilo: la responsabilidad del PSOE en el auge de VOX

El PSOE se ha caracterizado en los últimos tiempos por evidenciar un claro desenfoque ideológico-programático, basado en la incoherente defensa de los grandes capitales de la empresa privada, monarquía y posiciones políticas conservadoras.

El PSOE adolece los más recientes resultados electorales en Castilla y León, región de España donde la derecha ha ganado espacio político. Estas son lamentaciones del Partido de Pedro Sánchez sin fundamento, a sabiendas de la gran responsabilidad de su partido en el surgimiento de VOX.

A todas luces, son incompresibles a estas alturas del juego político, las posiciones del alcalde de Valladolid y secretario provincial de los socialistas, Óscar Puente, el cual, ha defendido en la obtención para permitir la investidura de Alfonso Fernández Mañueco y un Gobierno del PP en solitario. Al respecto, Fuentes de Ferraz lo han desautorizado de inmediato y han dejado claro que esa no es la posición oficial del partido.

El PSOE ha rechazado el pasado lunes permitir con su abstención la posibilidad de Gobierno del PP en Castilla y León sin VOX, luego de que surgieran voces dentro del partido favorables a esa opción con tal de evitar que la comunidad autónoma sea la primera administración gobernada por la extrema derecha.

Lagrimas de cocodrilo son el resultado de las contradicciones ideológicas del PSOE que siempre ha auspiciado escenario de pactos con la derecha y ha permitido la obstaculización del avance de la izquierda rupturista. Estos y otros hechos lo hacen responsable de la aparición de cada vez más acentuada de la extrema derecha en España.

En el marco de esta histórica asociación con la derecha, la cúpula del PSOE opina, en todo caso, que es al PP al que le corresponde tomar la decisión y pedirles la abstención si esa es su opción prioritaria. En ese sentido, el PP no ha hecho esta solicitud formalmente.

No es de extrañar que entre la consideración del PP estén el pactar con el PSOE. La dinámica política entre el PSOE y Unidas Podemos si bien ha dinamizado un nuevo escenario de la vida pública española, también ha dado muestra de profundas diferencias en el marco de sus basamentos ideológicos y su praxis dentro del gobierno.

Especialmente el PSOE ha dado claras muestras de inconsistencia en sus fundamentaciones políticas, así como en los apoyos de los cometidos plasmados en el documento denominado “Coalición Progresista: un nuevo acuerdo para España”, fijando una hoja de ruta para sus acciones programáticas conjuntas.

En este sentido, el PSOE se ha caracterizado en los últimos tiempos por evidenciar un claro desenfoque ideológico-programático, basado en la incoherente defensa de los grandes capitales de la empresa privada, monarquía y posiciones políticas conservadoras.

Todo ello ha desencadenado en la pérdida de su militancia, la dificultad para la consolidación de su liderazgo nacional y un acelerado declive electoral, evidencian que el PSOE presenta diversos síntomas que ponen de manifiesto el deterioro de su posición en el sistema de partidos, enfrentado su mayor y más profunda crisis desde 1979.

A pesar de la gran responsabilidad social contenida en el pacto gubernamental el PSOE se adhirió a una obscura tradición política conservadora la cual tiene su origen en los tiempos de la dictadura franquista.

El dictador dejó claro que la Guerra Civil tenía como objetivo preservar el patrimonio de las clases privilegiadas económicamente y asegurar un ecosistema favorable para que las riquezas estuvieran a salvo y poder incrementarlas. Pero no todas las fortunas, sino las de aquellos que ayudaron a financiar el alzamiento.

Todo ello sentó las bases para el desarrollo de un capitalismo español, ahora defendido por las posturas neoliberales de organizaciones políticas de derecha y aquellas creadas a la medida del Régimen del 78. Tal ejercicio se encarna en el PP y el PSOE, quienes han armonizado con posturas fundamentalmente capitalista en el escenario económico.

Incluso en tiempos recientes, la ambigüedad ideológica y la poca constancia política, ha llevado al PSOE a defender lo indefendible. En este respecto, el actual presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se opone rotundamente a quienes planteen abrir el debate sobre monarquía o República al calor de las irregularidades financieras de Juan Carlos I y su salida de España.

En vista de la ausencia en una fuerza políticamente cohesionadora dentro de sus filas, el PSOE para procurar su supervivencia ha necesitado apoyarse en factores políticos conservadores, incluyendo la monarquía.