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El Cinismo Imperial (II) la defensa de la democracia

“Conducta antidemocrática”, es el calificativo preferido de los EE.UU. para referirse a los países que no actúan según sus dictámenes. Al mismo tiempo, sus funcionarios y ex funcionarios no vacilan en afirmar que su país ha sido parte de intentos de ruptura de la democracia.

Cuando se trata de la defensa de la democracia, el cinismo imperial manifiesto de los EE.UU. puede llegar a niveles siempre sorprendentes.

El descaro consiste en vetar a países por conductas antidemocráticas y al mismo tiempo, promover rupturas de la democracia a través de la injerencia en intentos o en golpes de Estado consumados, como el de Bolivia.

Solo por citar los ejemplos recientes, el ex asesor de seguridad nacional Jhon Bolton, acaba de reconocer que participó en la planificación de un golpe de Estado contra Nicolás Maduro, presidente constitucional de Venezuela, en el año 2019.

El terrible 2019

Un breve recuento histórico tiene como hito obligatorio el año 2019; durante el cual EEUU hizo gala de su “talante democrático” al implementar una operación en América Latina parecida a la Operación Cóndor de los años 70, donde se orquestaron varios golpes militares de derecha.

Algunos opinan que, inclusive, se trató de una ofensiva con mucho menos pudor y recato que su antecesora. Gracias a la intervención de los EE.UU. se concretó un golpe de Estado en Bolivia y se instaló una especie de gobierno paralelo en Venezuela.

“El Golpe de Estado en Bolivia se ejecutó, sin tapujos ni vergüenza”, señalo hace pocos días el Embajador de Argentina en Bolivia, Ariel Basteiro.

En ambos casos, los sujetos que pretendieron hacerse del poder fuera de los parámetros de la democracia y del Estado de Derecho, se auto juramentaron, y recibieron el visto bueno de los EE.UU.

Juan Guaidó y Jeanine Añez, formaron parte de una operación que ni siquiera han negado los llamados “asesores”, contratados por los EE.UU. en cada uno de esos países para derrocar a los gobiernos de izquierda.

El descaro en pleno

No hay necesidad de ocultarlo. Al fin y al cabo se trata de una de las mayores potencias mundiales y puede darse el lujo de contradecirse.

Casi al mismo tiempo que Jhon Bolton reconoce que participó de una operación para derrocar a Nicolás Maduro, otra ex funcionaria de la administración Trump hace lo mismo.

Carrie Filipetti, fue la subsecretaria de Estado para Venezuela y Cuba durante la administración Trump y relató como fue su experiencia desde el 23 de enero de 2019; fecha en la cual asumió su cargo y se producía la auto juramentación de Juan Guaidó como “presidente interino” de Venezuela.

Tuvimos excesiva confianza en que los jefes militares iban a hacer algo para sacar a Maduro”, explicó Filipetti a BBC Mundo.

Bolivia y la observación que no fue parcial

Las elecciones presidenciales de 2019 en Bolivia tuvieron en la Misión de Observación Electoral de la OEA el detonante de los hechos que terminaron en un golpe de Estado.

Luis Almagro, secretario general de la OEA, instancia controlada por los EE.UU.; reconoció su participación en lo que es hoy día un hecho antidemocrático, según la justicia boliviana.

En un libro de su autoría, Almagro reconoce y defiende su papel en el golpe contra Evo Morales, a quien asegura haber apoyado al presentarse a la reelección para de esa forma “ganarse su confianza”.

El objetivo final era “desbancar a Evo Morales”, con la anuencia de los EE.UU., que apoyó en todo momento al gobierno de facto de Jeanine Añez.

Lo mejor es que ni Almagro ni EE.UU. piden perdón; y les sobran razones para mantener el cinismo y dejar la democracia para después.

Petróleo, gas y otras razones

La justificación del cinismo imperial no es otra que los recursos naturales que le interesan. En estos casos, los de Venezuela y Bolivia. El trasfondo es similar, EE.UU. sigue necesitando hidrocarburos.

Venezuela posee más reservas petroleras que 5 países latinoamericanos juntos; y el petróleo disponible es precisamente el que se ajusta a las refinerías que tienen los EE.UU.

Bolivia tiene gas, pero además tiene la mayor reserva de Litio del mundo, un mineral imprescindible para la producción de equipos electrónicos.

Así las cosas, el fin justifica los medios, las contradicciones, y toda clase de aparentes incoherencias.