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El aguilucho del General Moscardó

Hasta los huevos.

Perdónenme Vds. la expresión, pero así es como nos sentimos muchos de los usuarios del Gimnasio municipal Moscardó, cada vez que accedemos a sus añejas instalaciones y leemos el nombrecito, y si el camino de regreso a nuestro domicilio pasa por la calle Coslada encima tienes que pasar la vergüenza de ver sobrevolando tu testa este infame aguilucho, reliquia y testimonio de tiempos pasados, que como ven, se resiste a desaparecer.

Como se puede apreciar, el pajarraco franquista, pobre remedo del águila imperial bicéfala de los Habsburgo, porta lo que queda de la leyenda: Una (oficialmente lo era), Grande ( esto, como todo, depende de con quien te compares, pero el régimen se lo creía), y Libre ( y esto era tan falso que ni la pobre piedra lo pudo soportar, y algún pasado día la providencia hizo que la parte de la leyenda que portaba esta mentira, con absoluta justicia se desmoronase, seguramente incapaz ya de soportar el enorme peso de semejante falacia.

Resulta muy extraño que hoy en día, en que vemos como se condena y se multa a aquellos que se burlan de símbolos católicos, tengamos que soportar, todavía, la impunidad de estos nombres y estos símbolos que ofenden a los demócratas. ¿Es que los demócratas no tenemos derecho a ofendernos? ¿Es que el ofenderse es un derecho exclusivo de los meapilas? Que me lo expliquen.

Y protegido por nuestro bendito Ayuntamiento, que encima ostenta la propiedad del edificio y es el responsable de la gestión y utilización de las instalaciones. Vean lo que me respondieron (amablemente, eso sí), hace unos meses:

Madrid, a 28 de septiembre de 2017

Estimado señor XXXXXXX

En contestación a su sugerencia de fecha 25/09/17 relativa al cambio de nombre del Centro Deportivo Municipal Gimnasio Moscardó dependiente de este Distrito, ante todo, me gustaría agradecerle su escrito e informarle lo siguiente:

Por Acuerdo del Pleno de 27 de abril de 2016, se aprobó la creación del Comisionado de la Memoria Histórica. Este Comisionado tiene como finalidad desarrollar el asesoramiento en materia de Memoria Histórica en el ámbito del Ayuntamiento de Madrid, así como proponer a los órganos municipales o Administraciones Públicas competentes la adopción de las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, en la Ciudad de Madrid.

Entre las funciones de este órgano colegiado está la de “proponer las medidas y procedimientos oportunos para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. Por ello, vamos a remitir a este Comisionado una copia de su escrito para su conocimiento y valoración.

Aprovecho la oportunidad para agradecerle la utilización del Sistema de Sugerencias y Reclamaciones del Ayuntamiento de Madrid y su interés en la mejora de los servicios públicos prestados.

Atentamente,

EL COORDINADOR DEL DISTRITO DE SALAMANCA

Nuestros sagaces lectores ya lo habrán cogido, pero para aquellos menos avispados, les traslado que esta es la versión web del ancestral vuelva Vd. mañana. Seguramente está en el ADN de los funcionarios municipales, transmitido de abuelos a padres y posteriormente a hijos en los no lejanos tiempos de la entrada a dedo en el escalafón.

Vista de cerca del símbolo franquista en la fachada del Polideportivo Municipal Moscardo. Autor de la fotografía: Marcelino Benito.

Moscardó (D.José). Este ínclito militar fue el responsable de la sublevación en Toledo, y defensor del asedio a su alcázar hasta la llegada de las tropas facciosas del general Varela. Posteriormente fue el responsable de la casa militar de su excremencia y delegado nacional de deportes. Famoso durante la dictadura y ejemplarizante (nos decían), al emular a Guzmán el Bueno anteponiendo la defensa del alcázar a la vida de su propio hijo.

Alguien en la transición, tuvo la genial idea de eliminar simplemente el “General” del nombre del gimnasio municipal, y dada la incultura secular de muchos de nuestros ediles, seguramente muchos de buena fe ni siquiera repararon en el dichoso nombrecito.

Es una pena que mi querido Ayuntamiento, digno de tantos aplausos en otros temas, a quien por otra parte este humilde cronista no tiene reparos en confesar que con toda la ilusión del mundo ha votado, me obligue a pasar cada día bajo el ominoso nombre de este militar vil, sublevado y traidor.

Y bajo el jodido aguilucho.