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El antifascismo y las peñas de fútbol

Una hinchada de fútbol antifascista no es una mala hinchada antifascista por tener una ideología imperante del movimiento obrero, desarrollada o profundizada en el proceso histórico de la lucha de clases, al igual que la de las revoluciones mundiales contra el capitalismo y el imperialismo, sino porque tenga o permita actitudes machistas, homófobas, racistas, denigrantes y conflictos con otras peñas antifascistas del fútbol o cualquier deporte por motivos subjetivos, o porque algunas personas de la hinchada la hayan liado con otros.

Debe existir unidad entre las peñas que luchan contra el fútbol moderno y las ideas racistas y reaccionarias de las peñas de extrema derecha, y dejarse de estúpidos conflictos por el derbi o cualquier otro tipo de conflicto dentro o fuera del fútbol.

Yo no soy nada nacionalista, y que una peña de fútbol sea por ejemplo totalmente anarquista/majnovista, de la izquierda abertzale, o incluso si nos vamos más lejos una barra brava sandinista, no es el problema. El problema existe si algunas de estas peñas no lucha contra el machismo en su equipo y grada, tira hacia el apolitismo, no critican la dirección del club que puede llegar incluso a endeudar al equipo entre otras cuestiones similares.

Cada hinchada al igual que sus equipos tiene sus historias claro y sus contradicciones a resolver y otras pueden llegar a ser beneficiosas tanto para el club como para la grada y la hinchada.

No se trata de que la hinchada sea una organización política, ni que dé clases de formación de ningún tipo de ideología cercana al análisis de la lucha de clases, sino que esté a una con todos los demás, informe y colabore de manera directa o indirecta con organizaciones progresistas, colectivos sociales, de LGTB, ayuda a refugiados, liberación de la mujer… Dar cobertura en pequeños e intensos pero no muy largos artículos de apoyo y solidaridad con acciones de otros colectivos antifascistas, (en las conversaciones y debates, solo acudan los representantes de las peñas con el objetivo de influir en el club para que éste sea sensible a problemas del barrio o ciudad que representa, sea el equipo de la ciudad o derbi del mismo). También sería conveniente que en los representantes haya equidad de género con la participación de compañeras interesadas en la grada y en su animación como pilar en el antifascismo.
Estas actividades se han realizado durante largo tiempo por algunas hinchadas, y han sido atacadas por ser más que una peña de animación, como los Bukaneros, que sufrieron un montaje policial contra uno de sus miembros, Alfon, al cual se le acusó de llevar artefactos explosivos en una manifestación. Fuera de las mentiras vertidas por los seguidores del fascismo en los medios de comunicación del Estado español, esto fue un intento, como declaró Alfon, de conseguir ciertos nombre e identificar algunas caras, a lo cual rotundamente se negó. Al compañero se le calumnió, calificándolo incluso de terrorista y también a la hinchada del Rayo Vallekano.
Otro ejemplo fue la actividad de Green Brigade (ultras antifascistas del Celtic de Glasgow), que en solidaridad con el pueblo palestino lanzó una campaña de recaudación de dinero para apoyar a los palestinos por la matanza realizada por Israel en 2016.
La Comisión contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia (un instrumento para poder reprimir a las peñas antifascistas del fútbol español, parecido al uso que la CIA hace con organizaciones pro Derechos Humanos como Amnistía Internacional), calificó como organización criminal a la peña antifascista del CF Osasuna. Sin embargo los únicos que llevan realizando actividades violentas, criminales y radicales son los que han atacados a los ocho jóvenes de Altsasu. Los medios de comunicación han convertido una pelea de bar contra unos guardia civiles borrachos en una actividad terrorista. Es la ertzaintza, los guardias civiles, los mossos quienes torturan y reprimen manifestaciones pacíficas, quienes disparan pelotas de goma a los ojos y a los testículos, e incluso llegando a asesinar en EuskalHerria.
Mientras que en la conocida “Manada” pertenecen un guardia civil y un militar que participaron en una violación salvaje contra una niña de 18 años. Miembros de Indar Gorri, en noviembre de 2017, se concentraron frente al Palacio de Justicia de Navarra contra la violencia sexista; habrá que aprender de los rojos “comeniños” e independentistas.

Los hooligans antifascistas (o ultras) hacen del antifascismo en el fútbol algo que va más allá de la animación al club, que trasciende el amor a los colores y el respeto a los jugadores. Hace que el fútbol siga siendo eso, fútbol, nada más y nada menos, un deporte que une a todos los trabajadores y que tiene mucho futuro por delante.
Hace falta dedicación, preparación y ganas. Los que ya están en un hinchada y a su vez militando (o los que simplemente simpatizamos con este movimiento pero no tenemos militancia) sabemos que se pueden hacer muchas cosas. Si los capitalistas no paran…¡nosotros tampoco!

Esperamos lo mejor para el fútbol. Que sea uno de los mejores deportes de la clase obrera, y que por ser obrero se solidarice con los pueblos reprimidos, con los inmigrantes, los que pasan hambre, los que madrugan, y que si en el campo nos dejamos la voz, en la calle nos dejamos las fuerzas protestando contra lo injusto.