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La apuesta de Iglesias y Garzón por la unidad como defensa ante el actual escenario

La dirección de Unidas Podemos, comandada por Pablo Iglesias (Podemos), y Alberto Garzón (Izquierda Unida), está pasando por uno de sus peores momentos, a causa de los malos resultados electorales y ataques de antiguos compañeros. La respuesta de ambos líderes ha sido rápida y concreta: profundización de la unidad.

Los problemas a los que ambos deben hacer frente se dan en lo interno y externo de sus organizaciones. La pérdida de poder institucional siempre viene acompañada de sectores que, huyendo de las necesarias críticas constructivas, exigen la dimisión de los líderes cuya estrategia no se ha visto refrendada por las urnas. Es una operación que tiene más de desgaste en clave interna, que de análisis sosegado que sirva para diagnosticar y solucionar los errores cometidos.

Por otra parte, se debe hacer frente a la desilusión de parte de las bases y votantes, que suele conllevar una desmovilización muy difícil de recuperar. Además, en el escenario actual aparecen figuras como Íñigo Errejón, del que se rumorea que está estableciendo contactos con determinadas fuerzas políticas para marginar a su antigua fuerza política (Podemos), y ocupar el espacio de la izquierda alternativa, al menos en el discurso.

Íñigo Errejón cuenta con un fuerte apoyo por parte de los medios de comunicación de masas en poder de la oligarquía, porque su praxis lo convierte en su aliado.

Su propuesta no difiere de otras experiencias que se crearon tras abandonar el espacio de la izquierda transformadora, que pese a articular un discurso de izquierdas, no dudaron en pactar con la derecha (como Errejónquiere hacer con Ciudadanos), ni en defender a los grandes empresarios (al igual que el de Más Madrid con la donación de Amancio Ortega).

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Apoyar al ex de Podemos en una hipotética aventura estatal, para que la izquierda con propuestas antineoliberales sea sustituida por una que solo las mantenga en el discurso, ayudará a la recomposición del Régimen del 78, ya que la experiencia histórica señala que estos movimientos acaban absorbidos por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y por tanto, devolviendo el voto contestatario al sistema.

Pablo Iglesias y Alberto Garzón consideran que una mayor profundización de la unidad ensayada hasta ahora, podría blindar a Unidas Podemos frente a estos ataques, y los que vendrán, como el de Ramón Espinar, que posiblemente se está preparando para dar el alto al proyecto de Íñigo Errejón.

Una vez respondido al qué, llega el cómo, aún más importante porque la idea de profundizar la unidad es un error si se hace en los términos en los que se ha venido llevando a cabo desde 2015, pero podría suponer un triunfo y garantizar los objetivos que se le vinculan, si se recuperan las medidas que el campo progresista llegó a aplicar en 2015, consiguiendo los mejores resultados desde 1978.

Las sucesivas peticiones de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para entrar en el gobierno no están siendo percibidas como un intento de usar los mecanismos del Estado para tomar medidas en favor de la mayoría. La experiencia política señala que formar parte de un gobierno siendo el socio minoritario invisibiliza los logros conseguidos, que serán adjudicados a la fuerza con la correlación de fuerzas favorable, en este caso el PSOE, como ya pasó con los acuerdos presupuestarios a tenor de los resultados electorales del último mes. Es fundamental recuperar la Teoría de las Dos Orillas de Julio Anguita para resituar al PSOE en la zona neoliberal.

Uno de los errores es la comunicación de abajo a arriba, porque en los últimos años las decisiones las ha tomado la dirección y el camino hacia las bases, al ser imposiciones sin participación de las militancias, no siempre ha llegado, provocando un rechazo a la unidad que ha lastrado en gran medida las posibilidades electorales. La recuperación de herramientas democráticas como primarias abiertas y redacción participativa del programa son necesarias para ganar fuerza organizativa y recuperar la movilización.

Volver a poner un pie en las calles para crear un polo alternativo de poder, que sea capaz de hacer frente al poder real que mantiene el actual statu quo, es fundamental para lograr una acumulación de fuerzas capaz no solo de conquistar el gobierno, sino de disputar la hegemonía cultural para conseguir implementar los cambios recogidos en el programa electoral.

Ni Pablo Iglesias ni Alberto Garzón han concretado ningunos de los posibles aspectos de una unidad que sí parece que estará mejor organizada por arriba. Ambos van a reunir a sus bases para llevar a cabo un análisis que determine las pautas a seguir en esta nueva etapa de la unidad, que podrá construirse con tiempo ya que el próximo ciclo electoral está muy lejos.