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La bandera monárquica herencia del franquismo, instrumento de odio

Lo que está sucediendo en Cataluña tiene múltiples lecturas. Todas ellas necesitan de una explicación profunda para entenderse, y desde el punto de vista político, histórico, social y cultural no podrían ser más interesantes, pese a que muchas de ellas suponen tristes representaciones de una realidad que se convierte en violenta cuando no es necesario.

Quiero detenerme en el principal símbolo de las fuerzas que se llaman a sí mismas “constitucionalistas“, la bandera de la España de los Borbones. Antes de eso me gustaría dedicar un par de reflexiones rápidas sobre la Constitución de 1978 y el significado que se le ha dado en España a ser “constitucionalista“.

Los medios de comunicación en poder de la oligarquía que reprime en Cataluña, usan esa palabra para revestir de credibilidad democrática a los únicos violentos en esta crisis institucional. Al calificarlos como “constitucionalistas” esperan que la buena imagen construida por el Régimen en torno a su Carta Magna, sea el traje con el que se vistan los partidos que, al fin y al cabo, son parte del sistema nacido del franquismo, PSOE, PP, Cs y VOX.

Valores como libertad, igualdad y justicia social son invocados para estas fuerzas políticas. Sin embargo ninguna de ellas respeta la Constitución del 78.

El PP y el PSOE, en 2011 la vulneraron de espaldas a la población, para permitir el pago de la deuda de la banca privada antes que el pago institucional que debe hacer posible la realización de los derechos contenidos en la máxima normativa de la jurisprudencia española. Hablando de derechos, no se ha desarrollado ninguna ley para garantizar los brindis al Sol que los padres de la Constitución añadieron en forma de artículos como el 47.

Se puede concluir por lo tanto, sin atisbo de error, que en día de hoy en España, “constitucionalista” responde en primer lugar a “unidad de España“, sin el resto de valores que la prensa de las grandes empresas, dictaduras de Oriente, bancos y fondos buitre intentan incluir en el término.

En segundo lugar, y en base a un análisis un peldaño más profundo que ya se ha hecho previamente en ElEstado.Net en varias ocasiones, “constitucionalista” puede equivaler a “franquista” en cuanto se defiende la unidad de España, ideológica y culturalmente como lo hacía el dictador.

Y aquí es donde entra la bandera oficial del Reino de España. ¿De dónde viene? De los golpistas liderados por Franco. De los traidores que vulneraron la decisión del conjunto de los pueblos de España que votaron el 16 y 23 de febrero de 1936 por el Frente Popular.

En aquellos años, por decisión también popular, el principal símbolo de España cambió para indicar que nacía un nuevo sistema democrático, respetuoso de la libertad de toda la sociedad y garantía de un aumento de derechos para los que habían estado oprimidos por la monarquía, con especial atención a la Casa Borbón.

El color morado entraba para sustituir a la banda roja que aparecía hasta entonces abajo de la tela, el escudo cambió la corona por una torre de ladrillos. Ese símbolo llegó democráticamente, y se marchó expulsado mediante la violencia ejecutada por el fascismo, que no estaba dispuesto a perder sus privilegios a causa de los sufragios emitidos por el conjunto de la sociedad.

El franquismo impuso, por la fuerza de los juicios sumarísimos, del trabajo esclavo, y de la represión que llenó las cunetas de asesinados por apoyar la democracia y las cárceles de inocentes cuyo único delito era creer en la libertad, la bandera cuyos colores es la que hoy representa al Estado español, oficialmente al menos.

El renacimiento de ese símbolo lo imposibilitaba como enseña de unidad de todas las naciones que juntas integran España, no solo porque fue una unidad impuesta por uno de los territorios a base de asesinatos, sino porque fue el fascismo español, y todo el campo conservador, el que se identificó con esa bandera, usándola como herramienta para propagar su odio contra los que no aceptaban esa imposición.

Que la actual democracia española, que lo es solo de manera nominal en cuanto a que no existe la posibilidad de disentir, aunque sea mediante los cauces constitucionales dispuestos para ello, sin recibir represión ya sea mediática, institucional mediante las cloacas del Estado; o física aplicada por las fuerzas de seguridad que dependen del poder ejecutivo, siga teniendo como símbolo la bandera con los mismos colores, y en el mismo orden que el franquismo usó en su terrorismo de Estado contra quienes se les opusieron, muestra que nunca podrá ser vector de unidad, y que el Régimen del 78 es hijo del franquismo.

A día de hoy, el campo conservador, ya sea más radical o menos, sigue usando la actual bandera herencia de la dictadura como herramienta para imponer su idea de Estado-nación, y justificar la represión innecesaria contra los que tienen otra concepción diferente.

Su odio contra todo lo que no vaya en la línea de la unidad de España acuñada por el genocida Francisco Franco, se expresa en esa bandera, que portan muy cómodos nazis que hacen el saludo hitleriano mientras la sostienen, sin recibir el rechazo de quienes tienen al lado. Ni tampoco de los medios de comunicación en manos del Régimen del 78, que los blanquean calificándolos como “partidarios de la unidad de España“, metiéndolos en el terreno de los “constitucionalistas“, por supuesto sin mostrar imágenes de las palizas que estos nazis propinan a manifestantes que abogan de manera pacífica por la independencia de Cataluña.

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