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La batalla por la hegemonía en el discurso sobre la repetición electoral ha comenzado

La repetición electoral está ya en boca de todos cuando hace apenas unas semanas casi nadie se aventuraba a nombrarlas. Pero la falta de acuerdo entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP), buscada por Pedro Sánchez con diferentes estrategias como no responder de manera recíproca a las cesiones de los de Pablo Iglesias, y presentar un acuerdo de gobierno en el que se eliminaron todas las medidas de izquierdas, predispone el escenario a ese acto final.

>>Pedro Sánchez busca el no de Unidas Podemos<<

Sin embargo, si el próximo 23 de julio no se han alcanzado acuerdos que permitan la investidura de Pedro Sánchez, el poder legislativo tendrá otra oportunidad en septiembre, momento en el que tanto PSOE como UP esperan que el contrario se haya movido dando pasos hacia adelante.

En las actuales negociaciones, ambas fuerzas políticas se están midiendo, comprobando cuánto están dispuestas a arriesgar y señalándose continuamente lo que pueden perder con el fin de provocar que una se arrodille ante las peticiones de la otra. Como saben que todavía hay tiempo y no están ante la última oportunidad, ninguna de las dos quiere dar su brazo a torcer tan rápido, porque esperan poder sacar más del contrario.

Partido Socialista Obrero Español

¿Qué tiene que perder? Los dos millones de votantes, que acudieron a las urnas buscando que los de Pedro Sánchez llegasen a un acuerdo con Unidas Podemos, para conformar un gobierno de coalición, tal y como el actual presidente en funciones aseveró en varias ocasiones de manera pública en campaña electoral.

Pedro Sánchez sabe que la memoria de los electores es corta, pero ese plazo de tiempo suelen abarcar meses, y si la convocatoria electoral se hace en septiembre -si vuelven a fracasar las negociaciones-, es probable que la maquinaria mediática del Régimen del 78 no sea capaz más que de surtir un efecto parcial, por lo que cientos de miles de votos volverían a Unidas Podemos.

¿Qué tiene que ganar? Un puñado de escaños más (las encuestas señalan que unos diez), pero que significarían algo mucho más que un número pequeño: la constatación de la recuperación electoral del PSOE, el liderazgo del partido en el campo progresista, y el apoyo social refrendaría las posturas de Pedro Sánchez en las negociaciones, y la definitiva caída de Unidas Podemos.

Unidas Podemos

¿Qué tiene que perder? Más bien qué tiene que encontrar sería la pregunta adecuada para una coalición que pierde votos en cada cita con las urnas sin haber tocado su suelo electoral. UP podría seguir descendiendo y probablemente tendría que competir, además de con el PSOE, con la fuerza de Íñigo Errejón, que baraja presentarse a las elecciones con Manuela Carmena como posible candidata. En ese escenario, mantener los más de tres millones de votos conseguidos en las elecciones abril de 2019 sería difícil, lo que terminaría por enterrar -si no lo logra- cualquiera de las peticiones que Pablo Iglesias le está haciendo a Sánchez en el proceso de negociación.

¿Qué tiene que ganar? Acabar con la hemorragia de votos de UP y empezar a provocarle pérdidas cuantiosas al PSOE si es capaz de vencer en la disputa por la hegemonía, y posicionar su argumento de que no se ha alcanzado un acuerdo por culpa del Partido Socialista. Un escenario posible que daría una mayor fuerza a la coalición de izquierdas en las negociaciones que se abrirían tras conocer los resultados de una, todavía, hipotética repetición electoral.

Es evidente que el líder del Partido Socialista considera que la tendencia marcada en las encuestas va a seguir manteniéndose al alza durante los próximos meses, y que con la ayuda de los medios de comunicación va a conseguir imponer en la hegemonía cultural que si se producen elecciones, UP será la responsable por “no querer apoyar la fuerza de progreso más votada por los españoles en las elecciones“.

Si Sánchez lo logra, acudirá en septiembre con más fuerza, pero la apuesta es arriesgada en tanto que en esta ocasión sí existe presión por parte de gran parte de su masa electoral, expresado en el popular “con Rivera no” de la noche electoral. Las condiciones que se produjeron en 2016 no son las mismas que ahora, por lo que emplear la misma estrategia no tiene por qué dar un resultado igual.

Eso lo sabe Pablo Iglesias, quién está convencido de que esa variable va a ser fundamental en la batalla que inició antes de ayer de forma oficial, por la que ambas formaciones intentan imponer su relato sobre la culpabilidad de una posible repetición electoral.

>>Cuando el PSOE prefirió (otra vez) al PP antes que a la izquierda<<

Lo cierto es que, aunque UP tenga menos medios para imponerla, lo tiene más fácil, pues solo tiene que mostrar los hechos acontecidos, mientras que el PSOE debe retorcer la realidad para que no aparezca ni su petición de ayuda a PP, ni el documento neoliberal -sin rastro de las medidas de izquierda que prometió en campaña- que redactó para la negociación , ni su posición inamovible en las negociaciones mientras que los de Pablo Iglesias se esforzaron por avanzar, asumiendo condiciones del PSOE contrarias a su programa.