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Blas Infante y Motamid, el último rey de Sevilla

Blas Infante y Motamid

>>A Blas Infante, 83 años después<<

En 1.924 Blas Infante realizó un viaje de investigación sobre las raíces de Andalucía y Al-Ándalus. Para ello escogió un viaje a la tumba de Abu-l-Qasim ibn Abbad, Motamid o al-Mutamid. Ésta está en Agmat, una ciudad bereber del sur de Marruecos. La diferencia entre las fotos de la época del andaluz y las más actuales del sepulcro se deben a que éste último se edificó en 1.970.

Blas Infante en Agmat, 1924.

Este viaje ha sido fuente de especulaciones sobre su supuesta adhesión al islam, especialmente fomentadas por la derecha y el nacionalismo español como causa para crear rechazo hacia el padre del andalucismo. Para ello, se basan en unos rituales que se realizaban desde hacía siglos al visitar la tumba en peregrinación. Pese a todo, no existe ninguna prueba de que Blas Infante siguiera ninguna doctrina islámica.

Infante se había cuidado mucho de investigar este personaje histórico, como demuestra que cuatro años antes, en 1.920, publicara una obra de teatro sobre él. En ella, se hace un paralelismo entre Motamid y la situación de Al-Ándalus. El rey de la taifa está dividido entre dos frentes: el africano, más radical que los reinos andaluces, y los reinos cristianos. Esta obra es un canto a la tolerancia y al pacifismo, al amor a la tierra y al desapego al fanatismo cualquier tipo.

“El año 1924 me determiné a reanudar las peregrinaciones que nuestros padres hicieron durante algún tiempo a la tumba de uno de los hombres más representativos del espíritu de nuestra tierra, Abu-l-Qasim ibn Abbad, rey verdadero de Sevilla, Córdoba, Málaga y el Algarbe. El último peregrino había sido un hijo de mi serranía de Ronda, Aljatib, ministro del sultán de Granada, en el siglo XIV”. Blas Infante.

 

Motamid, último rey de Sevilla, 1ª edición de 1920.
Motamid, personaje histórico

Tras la desintegración del Califato de Córdoba, se forman los Reinos de TaifasMotamid fue el rey de la Taifa de Sevilla de 1.069 a 1.090.

Reino de Sevilla s.XI.

Motamid no sería andaluz de nacimiento, pues vio la luz en la actual Portugal. Fue criado por el poeta Abenamar. Consiguió anexionarse la taifa de Córdoba y la de Murcia (en connivencia con Ramón Berenguer II), así como los territorios de la Taifa de Toledo comprendidos entre el Guadiana y el Guadalquivir.

Cuando la conquista castellana, pese a los tributos que se pagaban para mantener la paz, amenazaba finalmente a su reino, acudió a Yusuf en Marrakech para solicitar ayuda de los almorávides. Sin embargo, éstos, al acudir a la península, reconquistaron uno a uno los reinos de taifas. Motamid sería depuesto en 1.090 y exiliado a África, donde moriría apenas 5 años después.

Sin embargo, sus mayores logros no serían ni mucho menos militares. Menos aún cuando las convulsas políticas de estos reinos hacían que cualquier conquista o anexión se viniera abajo en poco tiempo.

A Motamid se le recuerda como el rey poeta de Sevilla. Abrió las puertas a la cultura y las ciencias. Amante de su familia, en varias ocasiones confrontó a almorávides y cristianos para evitar el rapto político (habitual en las negociaciones de la época), aún a cambio de un gran coste financiero. Incluso llegó a decapitar a su visir y favorito, el ya mencionado Abenámar, por entregar a su hijo a Berenguer. Pese a todo, finalmente vendieron a su hija como esclava, él, su esposa y su parentesco cargado de cadenas y desposeídos de todas sus posesiones. Las leyendas le recuerdan como un buen rey, y así permanece en la cultura sevillana.

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Motamid, rey de leyenda

Cuenta una de estas leyendas que conoció a quien sería su esposa favorita, Rumaikiyya, paseando con un amigo y jugando a continuar los versos del otro. Él rimó “La brisa convierte al río en una cota de mallas”, a lo que su compañero no pudo responder. Pero escucharon una voz que continuó el juego: “Mejor cota no se halla, como la congele el frío”. La voz provenía de una joven esclava, de quien Motamid quedó prendado de inmediato, la liberó y se casó con ella. Compartieron su amor el uno por el otro, y por la cultura y la poesía.

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En una ocasión, relata otra de estas leyendas, que ella estaba triste por no haber conocido nunca la nieve. Él la llevó a Córdoba y la sorprendió con un precioso paisaje blanco en febrero. Pero no era agua congelada lo que vio, sino un bosque de almendros en flor que Motamid había mandado plantar, y se encontraban en flor.

Su palacio en Sevilla forma parte del conjunto que hoy conforman los Reales Alcázares, y allí también puede contemplarse la columna que, en su recuerdo, erigió la ciudad.