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De Chagall a Malévich: el arte en revolución (II)

Había resultado demasiado densa la exposición que agradecemos nuevamente a la Fundación MAPFRE, para una sola visita, y sobre todo, sabiendo lo pelmazo que puedo llegar a resultar, temía obtener precisamente el resultado contrario al que me propongo, y es que los no adictos se sientan poco a poco atraídos por la pintura, y por favor, en absoluto que le acaben cogiendo manía.

Dicho esto, nos habíamos quedado en el Suprematismo.

Malévich llegó a la arriesgada conclusión, intentando la depuración máxima de su arte, entendiendo que lo único realmente importante en sí era el sentimiento, y que junto a él, los fenómenos visuales del mundo objetivo carecían en absoluto de sentido, que el sentimiento es tan importante que este se encuentra infinitamente muy por encima del entorno.

Intentaba, nada menos, liberar el arte del lastre de la representación, algo que muchos menos dotados podemos considerar en si una flagrante contradicción. Es una ruptura total con todo lo que había hecho el arte hasta entonces.

Colores (mejor solo un color) planos y puros, supresión de cualquier referencia figurativa y eliminación de toda perspectiva. El cuadrado y el circulo es lo que mas se aproxima a este ideal.

Malévich es para mí el precursor de la moda de los monocromos (tan en boga aún, como hemos podido constar en el último ARCO). Con resonancia de los iconos rusos, su paradigmático cuadrado negro sobre fondo blanco, supuso un punto de partida para infinidad de famosísimos artistas tanto compatriotas suyos como occidentales, algunos de los cuales, americano por más señas, están en la mente de todos y desde luego, seguro que en su fuero interno todos se sintieron deudores de Malévich (lo que además les hizo millonarios).

Sus influenciados

Illiá Chashnik

Líneas de colores en movimiento vertical

Olga Rozanova

Composición no objetiva

Iván Kliun

Luz Roja. Construcción esférica

El constructivismo tenía unos principios mucho más pragmáticos y funcionales, más acordes con el mundo y el espíritu industrial tras el triunfo de la Revolución. Era una forma de buscar el arte que se podía ubicar mejor en una sociedad con una clara visión materialista del futuro revolucionario creando objetos y relieves que se relacionasen con el espacio circundante. Buscaba unir arte y vida, desde la producción industrial a las artes escénicas. Se impuso sobre todo después de la exposición que comentábamos en nuestro paseo anterior, que se celebró en Moscú en 1921, 5×5=25, llamada así porque cada uno de los cinco artistas participantes, tres mujeres y dos hombres (Exter, Popova, Rodchenko, Stepanova y Verdin) aportaba precisamente cinco obras.

Baranov

Contrarelieve

Rodchenko

 La línea (Nº 128)

Rodchenko

Composiciones

Rodchenko entendía que los planos y los círculos interrelacionados crean fuertes energías autónomas.

Mijail Matiushin

Un tipo polifacético, desde músico hasta profesor. Creo una escuela, Zorved (ver-saber), y buscaba, como casi todos los que venían del cubismo una cuarta dimensión, que creía más fácil de apreciar si se desarrollaban previamente las capacidades perceptivas. Sus obras suelen plantear un dinamismo entre la forma, la inclinación, y el color.

Movimiento en el espacio

Dos apuntes que creo necesarios antes de empezar este bloque:

  • En 1925 el Partido Comunista decide que el arte debe ser entendible por el pueblo, debe ser también optimista, y apuesta sin ambages por el Realismo Socialista.
  • Con Stalin, desde 1934 se tilda de elitistas a las vanguardias y se presiona a los artistas, directa o indirectamente, para que estos se adapten a la estética “oficial”.

Pavel Filinov

Influenciado por las teorías de Matiushin, entiende el mundo como en un continuo proceso biológico, en metamorfosis, e intenta trascender pese a que como perfecto proletario tiene que beber del mundo que le rodea. Intentó mantenerse original.

Malévich

Sin comentarios. Nada que ver con el primer e inquieto Malévich.

Sin rostros (hasta sin cabello), sin fuerzas, anónimos, ausentes, uniformados (eso sí, con cierta gracia….). No parece ciertamente muy feliz. Juzguen ustedes.

Cabezas de campesinos y Deportistas.

Y por último, la sorpresa final.

A tono con el carácter de la exposición, juzgué lo más conveniente despedirme de ustedes junto con mis queridos segadores de Malévich (ver capitulo anterior) de esta guisa, con mi gorro soviético y la estrella de cinco puntas, como comisario político del Komitern (si es que ese cargo existe).

¡Un abrazo, queridos lectores!

Nuestra más sincera felicitación de nuevo a la Fundación MAPFRE, extensiva a Jean-Louis Prat, comisario de la exposición.

Delenda est Moscardó.