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La Comedia y la degradación de la mujer

Hace algunos días se desató una polémica en redes sociales por unos tuits que publicó “La Mofle” (personaje ficticio protagonizado por la actriz Flor María Palomeque), y que llegó a ser tendencia en Ecuador.

El personaje, como muchos sabrán, proviene de dos series de televisión que se transmitían en canales nacionales y que caracteriza a una mujer despeinada, con sobrepeso, que no trabaja, con una forma muy particular de hablar y cuyo contexto hace alusión al cambio sufrido en una mujer luego de 5 años de vivir en pareja.

Algo parecido es el personaje del ahora candidato a la alcaldía de Balzar, Tomás Delgado, “La Vecina”. Cuya característica principal es su histriónica vestimenta de colores, peluca, anteojos y un lenguaje bastante peculiar.

Ambos personajes hacen la representación de una mujer, pero me pregunto yo, ¿a qué mujer exactamente? ¿Acaso las mujeres ecuatorianas son así como las interpretan estos comediantes? ¿Ama de casa, desarreglada, vulgar, superflua y sin criterio? Por supuesto que no. Los personajes de La Mofle” y de “La Vecina” producen y reproducen estereotipos que lejos están de la realidad de las mujeres ecuatorianas, degradan a la mujer y dejan por el suelo toda la lucha feminista.

Tomás Delgado refiere que “el arte del stand up se mantiene con comedia agresiva y mal hablada”, y apela a la falacia ad verecundiam para justificar el uso del lenguaje vulgar aduciendo que también otros “comediantes famosos insultan y manejan un lenguaje de comedia soez y  graciosa”.

Además el actor explica que tiene varios tipos de shows: familiar, de doble sentido y sin censura. Termina diciendo que “el país no está preparado para este tipo de comedia”. No estoy de acuerdo, pero bueno, el lenguaje soez en el humor es otro tema que puede ser debatido, me atrevería a decir que el uso de palabrotas son inmanentes a lo humano, por eso no quiero ahondar en ese aspecto.

Algunos de sus monólogos son interesantes porque tocan cosas reales, mas la mayoría dejan mucho que desear, puesto que pululan los contenidos machistas. De ahí que lo que más se le cuestiona al comediante es: ¿por qué vestirse de mujer para hacer humor? ¿Por qué en la mayoría de sus shows el contenido machista no falta? ¿Por qué su mejor recurso para el humor es parodiar a la mujer? En conclusión, todo una  apología del humor cómodo y ramplón desde una postura sexista.

Analicemos ahora el personaje de Flor M. Palomeque. La polémica en redes se generó por unos tuits tanto de la actriz como del personaje. En uno de ellos (del 2018) Palomeque publicó algo sobre su hija recién nacida, pidiendo a Dios por esas personas que no conocen el don de crear vida, y “piensan que es mejor quitar en vez de amar”, y seguido puso el hashtag #PROVIDA.

Algunas mujeres la cuestionaron y otros como el asambleísta Héctor Yépez (de CREO) la defendieron, concluyendo que la actriz era un “icono del feminismo. Luego de esto vino una serie de críticas al personaje La Mofle” diciendo, en resumen, que de ninguna manera puede ser un icono, pues denigra a la mujer. Y como era de esperarse ella se defendió.

En uno de sus tuits respondió a una tuitera: “parece que la aprendiz de derecho me la tiene montada. Qué pasó mamita la soltería te tiene mal”. En otra respuesta a una crítica publica una caricatura homofóbica y antifeminista, donde se burla del feminismo y el lesbianismo, equiparando los dos conceptos, y cuyo diálogo infiere que hay una doble moral de parte del feminismo. Además cree que con hacer entrevistas a mujeres en las calles preguntando si ella denigra a la mujer es suficiente como para desmentir tamaña realidad.

Muchos dirán que “La Mofle”, es solo una representación social que aglutina la idiosincrasia ecuatoriana y que cuestionarla en redes sociales por sus comentarios ideológicos, discriminatorios y ofensivos es equivoco por el criterio de ficción que tiene su personaje, sin embargo considero que pareciera que hay una delgada línea evidente entre la actriz y el personaje, pues da la impresión que se escudara de vez en cuando detrás del personaje, y proyectara su subjetividad en las ideas que transmite a manera de humor.

Y en ese preciso instante en que lo hace, el personaje traspasa las barreras de la ficción y se sumerge en la realidad para caricaturizar ciertos temas que son de debate serio: el feminismo, la homofobia, la violencia de género, los estereotipos y los prejuicios.

Muy extraño que en su cuenta personal Palomeque hable de amor, de humanismo, de hacer el bien, se muestre creyente de Dios, defensora provida… Pero desde su personaje ficticio menoscaba a quienes no piensan como ella, sobre todo a las mujeres.

Todos somos libres de publicar lo que deseemos en nuestras redes, pero tenemos que hacernos cargo de nuestro discurso y nuestras acciones. Además, cuando se es un personaje público y se tiene redes sociales, las publicaciones son muchas veces analizadas y cuestionadas por los seguidores y no seguidores. Más cuando se sienten ofendidos por alguna publicación realizada.

Si bien es cierto que, el humor hace uso muchas veces de la sátira y la caricaturarización, que son géneros donde la parodia, la ridiculización, la exageración y la ironía están presentes, mas no por esto significa que siempre vayan de la mano, puesto que el humor tiene un límite cuando se trata de sectores históricamente oprimidos. En ese instante se pasa del humor a la discriminación, de la sátira a la ofensa, de la comedia a la tragedia.

El humor, cuando es inadecuadamente articulado, sirve como otro mecanismo para la generación de la violencia contra la mujer. Así se pretende, a través de este “humor”, normalizar la discriminación y la promoción del machismo, antesala de la violencia de género.

En estos últimos tiempos ambos actores han incursionado en la política. Flor María Palomeque (a través de su personaje) en actividades relacionadas a las elecciones presidenciales 2017 en contra del gobierno, inclusive en algún momento hizo un vídeo dando su punto de vista acerca de la Ley de Plusvalía, y Tomás Delgado como candidato a alcalde por Balzar.

Es verdad que siempre habrá personas que tengan afinidad por este tipo de entretenimiento popular, no obstante, sería bueno que también nos cuestionáramos si el accionar de los personajes de comedia en general los catapulta a ser referentes de opinión, de política, de valores o de alguna ideología. Muchas veces como los actores antes nombrados pareciera que no hubiera coherencia con lo que se practica o se pretende practicar, y no se trata de que no posean talento o no estén preparados, sino de los recursos que emplean para hacer humor.

Pienso que el desarrollo cultural de una sociedad depende de cuan disponibles estemos en mejorar la convivencia humana sin atentar contra la dignidad de ninguna persona o sector, de ahí la necesidad de exigir como ciudadanos que el humor de nuestros comediantes esté subordinado al respeto por la diversidad ideológica, sexual, y cultural.