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La cuna de la humanidad: primeros pasos hacia África

¿Cómo poder escribir de aquello que han obligado a ser invisible? El mismo hecho es imposible en sí mismo, no se puede obligar la invisibilidad a algo existente, la respuesta: parcial. Mientras alguien lucha por que no se vea habrán otros gritando o luchando para lo contrario, el motor del tiempo son las contrariedades, los opuestos.

Escribir sobre África es completamente nuevo para mí, por lo que advierto, con vergüenza, mi poca profundidad en temas relacionados, y es que he sido víctima de la ceguera. Hablar sobre África es hablar de tabúes y no lo digo por encasillar a este diverso y enorme “continente” si no porque que nos han hecho saber de ella, ha sido reducido a un otro tan lejano y tan extraño, que no son más que costumbres y tradiciones raras.

Por supuesto que este acercamiento no pretende ir hacía esos caminos.

Los orígenes de la humanidad

África advierte un origen, desde los primeros homínidos hasta la relación de ella con todo el mundo en casi todo desde hace siglos, es un continente con densa y compleja historia, este no se reduce a un estadio tribal.

La historia africana se divide en siete etapas: Prehistoria, Antigüedad, Siglos oscuros (ss. I-VII d. C.), Época clásica (ss. IX-XVI d. C.), Período predador (ss. XVII-XIX d. C.), Período colonial (ss. XIX-XX d. C.) y Período independiente (ss. XX-XXI d. C.).

La mayor fuente de información para la construcción de la Historia Africana reside en la oralidad, la transmisión de conocimientos está en el habla, aunque claro, existen testimonios paleontológicos y arqueológicos para la prehistoria y testimonios escritos para la etapa antigua como la de los egipcios, griegos y árabes, estos últimos muy utilizados para la reconstrucción hasta antes de la colonización.

Es sabido a la luz que las evidencias arqueológicas y de los estudios genéticos señalan que África es la cuna de la humanidad. El ser humano ocupó primero este continente y luego se extendió a Eurasia y al resto del planeta. Fue en África donde el ser humano dio sus primeros pasos.

Cabeza de mujer. Cultura Ifé (Nigeria)

El primer homo que salió de África fue el erectus, hace un millón y medio de años, ocupando Eurasia y llegando como límite extremo a la isla de Java.

Los primeros asentamientos humanos ya organizados para la economía de alimentos se complejizó a grado tal de que el neolítico sahariano o nilótico los humanos formaban parte integrante del mundo y de sus fuerzas naturales, mientras que los dioses, en muchos casos de síntesis humanoanimal, eran percibidos de manera más próxima, esta manera de convivir se dio en África y no en Europa, muestra de vestigios arqueológicos.

Esta particularidad de desarrollo como lo dice García Moral es una diferencia en la manera de percibir el mundo, aunque pertenezca al campo del pensamiento, marcó la evolución de una historia africana en la que durante milenios sus sociedades estuvieron, y siguen estando hoy en día, ligadas de forma íntima con la tierra y la naturaleza, con sus creencias religiosas particulares que, en la mayoría de los casos, situaba a dioses, ancestros y espíritus menores en la órbita de las fuerzas naturales. Las religiones africanas tuvieron un peso determinante incluso en la formación de los grandes imperios de la época clásica.

El Egipto negro

Cheikh Anta Diop (1923-1986) fue historiador, antropólogo, físico nuclear y político; iniciador de la corriente historiográfica conocida como Escuela de Dakar que se basa en realzar el valor de la historia y de la cultura africana, este hombre dio un giro revolucionario a la historiografía universal, pues a partir de sus observaciones es que se desbordó nuevas perspectivas de investigación social, ejemplo claro de investigación, Egipto.

Los antiguos egipcios llamaban a su país Kémet, el “país negro”, en honor a sus habitantes, Heródoto escribió: «Se dice que los cólquidos son egipcios. Yo lo creo así también, por dos razones. La primera, porque son negros y tienen el pelo crespo. La segunda, la principal, es que los cólquidos, los etíopes y los egipcios son los únicos hombres que se circuncidan desde los tiempos más remotos, habiéndolo aprendido de ellos los judíos y los asirios».

La negritud del Antiguo Egipto no revestiría tanta importancia si no fuera por el hecho de que durante demasiado tiempo se negó de manera sistemática la historicidad de las sociedades africanas, su capacidad inventiva y generadora de estructuras político-económicas consistentes. Intelectuales como Diop buscaban revalorizar sus sociedades, maltratadas durante siglos por la vergüenza esclavista y colonial. Era una manera de elevar la voz y proclamar que los africanos no eran pueblos sin historia y que, en realidad, esta tenía un recorrido milenario, señala García Moral.

Para puntualizar finalmente, uno de los puntos más destacados del contacto entre el antiguo Egipto y el África negra es la existencia y pervivencia de la realeza divina africana. El faraón, al menos en sus inicios, detentaba un poder sobre la naturaleza, formaba parte de ella y era considerado como el centro dinámico del universo. El faraón, así como tantos otros reyes africanos, era un catalizador de fuerzas cósmicas y naturales y un intermediario entre estas y la sociedad. De su figura dependía la armonía y la prosperidad de la sociedad. En el antiguo Egipto el sacrificio era simbólico, en muchos lugares de África se lleva a cabo de manera efectiva, son rasgos culturales que han persistido a lo largo del tiempo.

En concreto podemos decir que África es cuna de civilización y debemos voltear miradas a ella.