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Daniel Devita: La hora del Rap Político

En esta nota para ElEstado.Net, el rapero y músico argentino Daniel Devita, comparte algunas reflexiones sobre el rol de la música y las artes en la política de los pueblos en búsqueda de su emancipación, y atención porque... ¡Nos adelanta en exclusiva el nombre de su nuevo álbum, el cuarto! Pronto a estrenarse en este 2019.

Hace unos días en una entrevista que le di a los amigos de El Grito del Sur de Buenos Aires, me preguntaron cómo definía el estilo de música que hago. ¿Rap protesta, combativo, consciente?

Y les dije algo como esto: “Si bien hay mucha protesta sería insuficiente, si bien es combativo, me sabe a poco. La protesta y el combate se dan en contraposición al estado actual de las cosas, es una parte importante, pero cuando uno critica es bueno que el paso siguiente venga con una propuesta“.

Están claras cuáles son las cosas que no nos gustan, a las que nos oponemos, pero… ¿Qué proponemos? ¿Cómo es esa sociedad que sí queremos?

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Tenemos al rap conciencia, género -o subgénero- que nos ha dado infinidad de artistas magníficos y que ha sido una herramienta poderosa para hacer pensar sobre todo a los más jóvenes. ¿Pero alcanza con la reflexión? ¿Podemos cambiar las cosas solo teorizando, identificando las problemáticas y lamentándonos de la forma más poética que nos sea posible?

Por eso mi respuesta categórica fue “yo hago rap político“. Normalmente se utiliza como equivalente al rap protesta/consciencia/combativo, pero hay grandes diferencias y vamos a ver las más importantes.

El rap social (vamos a utilizar esta expresión para referirnos a las tres corrientes antes mencionadas), suele hacer hincapié en las injusticias, en el dolor de los pueblos y su sufrimiento.

El rap político, en cambio, si bien da cuenta de estas situaciones, se centra en las causas, en los factores que desencadenan esa serie de acontecimientos que tienen como consecuencia el padecer de las grandes mayorías. Acto seguido propone, se anima a plantear soluciones y esas soluciones vienen de la mano de la única herramienta que tenemos los seres humanos para modificar las dinámicas sociales, la política.

Y no, no nos referimos solo a la responsabilidad de depositar una boleta en una caja de cartón cada par de años, aunque sabemos que en los momentos donde en nuestras patrias no se votaba, la política se dirimía en otro terreno bañado de sangre.

La política es mucho más que el voto, mucho más que los partidos, mucho más que los cargos institucionales, mucho más que el estado incluso. La política nos atraviesa de punta a punta, está presente en el barrio, en los códigos sociales que manejamos con amigos, en el trabajo, en los establecimientos educativos y en cada rincón de nuestras vidas.

Los poderes fácticos saben que la única salida a esta locura infernal que vivimos los trabajadores es la política, y por eso nos han enseñado a odiarla, a nosotros. Quienes aman la política son esos que están en la parte más alta de la pirámide y necesitan de ella para conservar sus privilegios.

No hay peor enemigo que la apatía, no hay peor mal para un pueblo que la indiferencia y si hay algo que combatir es a la antipolítica. Con la derecha tenemos una rivalidad manifiesta, está el tablero con los cuadraditos, nuestras fichas de un lado, las suyas del otro, sabemos cómo es el juego.

La antipolítica tira el tablero a la basura, revolea las fichas a la mierda y da por terminado el debate antes de empezar con una frase instalada por los medios cómplices: “son todos ladrones, no me gusta la política si total no va a cambiar nada, gobierne quien gobierne voy a tener que trabajar igual“, y un sinnúmero de estupideces como esas.

Al que plantea que existe la mano invisible del mercado o el vaso que derrama, podemos mostrarle la realidad de toda la historia de la humanidad que los refuta o al menos intentarlo, pero al que está negado a tomar postura, y deja que el periodista de moda decida por él, ya lo perdimos antes de salir a la cancha.

Por estos motivos y muchos otros que seguiremos repasando en este portal, tomé la decisión de bautizar mi nuevo disco, que esperamos tenerlo sonando en tus auriculares los próximos meses, bajo el sencillo pero contundente nombre de “Rap Político“, a secas, para que quede bien claro.

Si les gustan los nombres más largos y apocalípticos como a mí, entenderán lo que me cuesta después de Anomalías del Sistema y La Madre de Todas las Batallas optar por un nombre tan corto y simple. De lo que estamos seguros es que es contundente y va a cumplir con la consigna al 100%.

Sigamos juntos en este viaje. La seguimos en Twitter @DevitaDobleD.