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Daniel Devita: “el imperio al acecho de la Patria Grande” (I)

Daniel Devita, argentino de Buenos Aires, es un rapero, cantante, músico y figura popular. Llamado Doble D o “El Rapero del Pueblo“. Sus composiciones están impregnadas de denuncia social. Antiimperialista y militante de las causas justas de América Latina. Con más de diez años de carrera se erige como uno de los representantes más destacados del Hip Hop con contenido político. Ha liderado varias campañas de concienciación social, y durante la última campaña electoral estuvo en la otra orilla contra la llegada de Macri al poder.

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Si bien conocíamos a Daniel, hace dos meses compuso “Estimado Residente”, y le dedicó a Lenín Moreno unas rimas que todos los que estamos conscientes de la traición del programa político vencedor en las urnas, asumimos como nuestras. Así que le pedí esta entrevista para que me cuente qué lo inspiró a escribirlas.

¿Daniel Devita, Doble D y el Rapero del Pueblo? ¿Cuándo comienza uno y termina otro?

Antes que nada un gusto. Doble D empieza como el nombre rapero, Cuando uno va a rapear tiene que tener un nombre, al comienzo fue Dani D, y luego varió por una compañera del colegio primario que me sugirió que el Doble D estaba bueno por el nombre Daniel Devita, así que lo usamos durante muchos años.

Y, bueno, cuando fuimos creciendo el pseudónimo pierde sentido y uno comienza a tenerle más cariño a su nombre de nacimiento, el que eligieron mis padres. Ahora nos presentamos como Daniel Devita, el Doble D sigue estando porque nos acompañó durante más de diez años.

Mira. Lo del Rapero del Pueblo surge por el periodista y biotecnólogo argentino Federico Bernal, que tenía un programa matutino que se llamaba mañana nacional. El empezó a decirlo cuando pasaba mis canciones y alguna eventual entrevista. Luego lo siguieron muchos medios a la hora de publicar nuestro material. Nosotros un poco lo adoptamos -esto lo digo siempre- más que un hecho consumado como un desafío diario. Cuando uno hace rap intentando representar los intereses del pueblo trabajador, es un objetivo, una responsabilidad diaria intentar expresar de una forma genuina la voluntad del pueblo.

También lo de dejar de usar el Doble D y usar mi nombre de pila Daniel Devita tiene que ver con una concepción del Rap y una discusión que hay en la cultura del Hip hop sobre si el Rap tiene que ser exclusivamente para raperos o si puede ser para el común de la sociedad.

En algún sentido está como muy cerrada la cultura del Hip hop, tiene muchos sectores herméticos en los que hay códigos que se manejan, hay modismos, hay formas que lo hacen aislarse. No pasa lo mismo con el Rock o con el Pop o con otros estilos musicales que tienen una apertura que le llega a todo el mundo. El Rap tiene algunos mecanismos hechos para ser solo para un sector. Cuando entendimos que si queríamos realmente con nuestros mensajes para producir cambios y generar una reflexión, necesitábamos llegar al común de la gente.

Esto que puede parecer una “pavada” de un pseudónimo (Doble D), era también parte de esa estética de alejarse del resto. El cambio a Daniel Devita es una forma de decir, bueno a partir de ahora vamos a ser como todo el mundo vamos a dejar de diferenciarnos, y buscar esas coincidencias que nos permitan hacer que nuestros mensajes le lleguen a todos.

Eso también se evidencia en las letras, dejar de utilizar tantos códigos de la calle, tantos códigos de la cultura del Hip hop, para empezar a hablar como uno lo hace en el trabajo, en los estudios, cuando va al almacén a comprar comida y eso también hizo un cambio en nuestra carrera, empezar a hablar como habla todo el mundo.

¿Existe alguna diferencia entre el rapero y el político? ¿Crees que tus proyectos son más conocidos por el contenido político que por la música en sí?

Si la verdad que sí. Me parece que todos los artistas que trascienden tienen algo más que nutre además de su arte: son respetados por su compromiso social junto a su calidad. Otros son recordados o valorados por un carisma extraordinario que acompaña su talento. Lo mismo sucede en la música más comercial, que hay artistas que son muy histriónicos, o artistas que ofrecen una estética de fiesta y de mujeres con poca ropa.

Creo que todos los artistas tienen un añadido, el producto musical en sí no alcanza si no está rodeado de otras cosas, en algunos casos puede ser una estética atractiva o una propuesta efectiva, o una carisma o un compromiso con su historia de vida y en este caso, me parece que el compromiso político y la temática de las canciones tienen mucho que ver y se nos asocia por supuesto con la política.

El Rap surge como un postulado político, no partidario en un principio, pero surge como una propuesta política con mucho contenido, expresando y visibilizando los reclamos de la comunidad afroamericana totalmente postergados en el mismo imperio, así que también se dan cosas que son muy particulares para lo que es el estilo.

La mayoría de gente que me escucha no suele escuchar Rap e incluso en su cabeza el Rap era otra cosa, y si les preguntaba descubría que no les gusta el Rap y a la vez escuchan lo que hacemos. A mí me conmueve mucho ver nenes muy chiquitos en los shows y personas muy veteranas, abuelitos y abuelitas, algo impensable para mí y hermoso también.

El poder ver como lo que uno transmite a través de esta música puede significar algo para una criatura y puede significar algo para una persona mayor que ha vivido un montón de cosas, da esperanza. Me ha tocado llorar incluso con personas muy viejitas después de algún show, y cuando entre lágrimas nos confiesan su tristeza por ver a la juventud perdida en un mar de frivolidades y cosas superfluas, o levantando banderas confusas y escucharlos decirme a la cara que lo que hace uno les da esperanza, la verdad que eso es muy lindo.

También es un desafío el no encerrarse y también es lo que tiene la política cuando uno se deja llevar mucho, lo mismo que hablábamos de encerrarse en el ghetto del Rap, igualmente te puede pasar en la política, y si uno cae en la trampa de encerrarse en las formas de hablar y en los conceptos y en las costumbres de la política, también empieza perder contacto con las grandes mayorías.

Me parece que ese es un trabajo diario: ni los códigos del Rap, ni los códigos de la política, ni los códigos de nada tienen que hacer que lo que uno hace se encierre y solo sea útil y sirva para un pequeño sector, porque finalmente ese sector es el propio.

Decirle a la gente lo que ya sabe o lo que tiene ganas de escuchar es muy lindo y sirve. Yo disfruto mucho cuando la gente en los shows se siente identificada y se pone contenta, pero cuando uno tiene el objetivo de comunicar lo que los grandes medios no comunican a las grandes mayorías, encerrarse en un vocabulario propio de un sector y no de la mayoría, es un problema constante que tenemos.

Ellos nos ponen en un lugar difícil, porque explicar algo como el carry trade o la bicicleta financiera de una manera sencilla -por poner un ejemplo- es complejo, y durante todos estos años de ataque imperialista a Latinoamérica, poniendo de victimarios a las víctimas y haciendo parecer pobres palomillas a los paladines del Imperio, te generan una cuestión complicada que es intentar explicar esos fenómenos de una manera sencilla.

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Por eso es el desafío constante, la autocrítica y el autoanálisis para ver qué se puede hacer para ser más claro. Para no hablarle al sector que te aplaude sino salir a debatir con ideas con la gente que piensa distinto o que nunca en la vida se le presentaron interrogantes como los que uno plantea.

América Latina ha tenido una producción de los dispositivos culturales revolucionarios potente y emblemática de alcance mundial, tanto en artes plásticas, escénicas y en la música. En cuanto uno está en contacto con tu trabajo piensa que eres heredero de Víctor Jara y Atahualpa Yupanqui. ¿Estás de acuerdo?

Eso es un halago muy lindo. Llegar a eso depende de los años, la constancia, el compromiso, la conducta. Ojala quizás en un futuro podamos alcanzar a tanta gente con nuestras raíces de la manera que ellos lo han hecho, sin lugar a dudas que son una inspiración.

Claro una gran responsabilidad. Yo lo que digo siempre es que hubo artistas en todas las áreas de las artes que hicieron lo que tenían que hacer en momentos dificilísimos, poniendo el cuerpo, arriesgando la vida, muchos la han perdido, muchos han sido torturados, desaparecidos, y uno esta viviendo en esta etapa donde tiene la libertad de expresarse, aunque sea esta libertad relativa, porque todavía la censura y la persecución lamentablemente son moneda corriente en Latinoamérica. De todas formas uno indudablemente tiene muchísima más libertad y corre menos riesgos que en otros momentos muy oscuros de nuestra región.

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Durante el Plan Cóndor se llevaron decenas de miles de vidas, se torturó y se mostró la cara más cruda, la cara más carnicera del Imperialismo Norteamericano y de las corporaciones. En este momento estamos atravesando una etapa distinta, aunque también difícil, es un Plan Cóndor moderno con otras armas que se destruyen la imagen pública y las convicciones. La batalla cultural por el sentido común y por las mentes de nuestros compatriotas están más a flor de piel que una batalla que busque lastimar el cuerpo, aunque lamentablemente también existan casos.

Si ellos durante el Plan Cóndor alzaron la voz, ¡cómo no hacerlo nosotros! Me parece que es una obligación más que una decisión.

Yo respeto a los artistas, respeto a mis colegas, respeto a quienes tienen una concepción del arte como una búsqueda estética, en la que lo que se busca es producir belleza y emociones. Lo comparto en algún sentido pero me parece que no alcanza. Los artistas tenemos no solamente hacer lo que queremos, sino también lo que debemos, y estas personas que mencionaste vos y otros nos han dejado la vara muy alta.

Me parece que lo que tenemos que hacer es intentar estar a la altura de las circunstancias y bueno, después los años ponen cada cosa en su lugar, ojalá estemos un poquito a la altura de toda esa gente y hagamos lo que nos corresponde, como te digo. Son gente que arriesgó la vida por una canción, por una poesía, por una pintura. Estamos haciendo simplemente lo que nos corresponde.