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Los desahucios consiguen normalizar la solidaridad como un delito

Nos remontamos a 2.014. La crisis económica sigue azotando con fuerza a cantidad de familias y muchas de ellas se ven obligadas a abandonar su vivienda en lo que es una clara privación del derecho a una vivienda digna. Este caso es especial. En el madrileño barrio de Usera, Una familia con tres hijos (uno de ellos de tan solo 21 días) se enfrenta al tercer intento de desahucio.

La situación es muy delicada. No se trata de una manifestación en la que sacar a relucir la bandera; aquí está en juego el hogar y, por qué no decirlo, las vidas de una familia. La tensión aumenta cuando un policía comienza a bromear y reír con sus compañeros y quienes se encontraban intentando evitar el desahucio (integrantes del Grupo de Vivienda de Usera así como de otras plataformas) se lo recriminan. Ahí empieza todo.

Los vídeos son muy claros: actitud pacífica por parte de los activistas que se encuentra con una dura carga policial como respuesta. Por estos hechos, “los 5 de Usera” se enfrentan a una pena de un año y seis meses de cárcel. La acusación señala que los activistas se encontraban dentro de la vivienda y encadenados. Ellos se defienden y niegan estos hechos, pero no solo eso, las imágenes están ahí y las pruebas son claras.

El pasado martes 17 de septiembre se celebraba el juicio y cantidad de plataformas llamaron a concentrarse frente al Juzgado de lo Penal número 36 para ofrecer su apoyo a los encausados. El resultado fue bastante positivo para los convocantes puesto que alrededor de 200 personas acudieron para pedir la absolución de Jorge, Dani, Pablo, Alex y Jesús, al tiempo que mostraban su rechazo a lo que consideran un montaje policial y reivindicaban el derecho a la vivienda.

Dentro de los juzgados también se dan motivos para que aumente el descontento. Un policía citado a declarar decide no acudir. La defensa no da crédito y denuncia que se trata de una estrategia para así poder hacer concordar todas las versiones. Además, desde la plataforma Tetuán Resiste recogen estas surrealistas declaraciones:

Volvamos fuera del juzgado. Bastante antes de las 9 de la mañana ya hay quien está clamando ante la injusticia. Además de las diferentes Plataformas de Afectados por la Hipoteca, otros colectivos de renombre como Amnistía Internacional, Jueces por la Democracia o el Colectivo Antirrepresivo de Madrid se encuentran presentes.

Acompañados de carteles, pancartas y solidaridad, personas muy diferentes en lo que a edad, procedencia o condición se unen en proclamas como “parar desahucios no es delito”, “hay niños en la calle y no le importa a nadie” o “ni casas sin gente ni gente sin casas”.

Pero sin duda, el momento más emocionante se dio cuando los encausados entraron al interior del juzgado y todos los presentes se fundieron en gritos y aplausos demostrando su cariño. Todo ello acompañado de los coches que en señal de compañerismo tocan el claxon y ante la atenta mirada de los policías que ahí se encontraban.

Este medio pudo charlar con algunos de los presentes. Pablo, Salva y Samuel son tres jóvenes estudiantes que se han acercado desde Vicálvaro y señalan con pesimismo que, como en otras ocasiones similares, “no creemos que se resuelva de forma favorable para ellos”.

En contraposición a ellos encontramos a Raquel, miembro de la PAH de Carabanchel, que está convencida de que serán absueltos puesto que la acusación es “fraudulenta y un montaje”.

La anécdota la ponen Dolores, Sebas y Paco, de la PAH de Mataró, que recorrieron los más de 600 kilómetros que separan su localidad de Madrid. Cuentan que se han movilizado por mera solidaridad, levantándose a las 2 de la madrugada porque “cuando una persona tiene problemas como este hay que acudir”.

Hasta el 30 de septiembre no se reanudará el juicio contra estos cinco activistas cuyo único delito ha sido oponerse a los desahucios. En ese periodo de tiempo, más de 2.000 viviendas habrán sido desahuciadas (se producen unos 166 desahucios al día en España), una realidad que aparece menos en los grandes medios de lo que lo hacía en los años más duros de la crisis.