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El desempleo masivo, la gran consecuencia del COVID-19

La pandemia que ataca a prácticamente todos los países del mundo, infectando a los individuos de todos los estratos sociales y, sobre todo, al sistema de comercio mundial, no deja de arrasar con los derechos de los trabajadores en su propagación.

Debido a la cuarentena que actualmente está vigente, las empresas están paradas en sus procesos de producción, y los trabajadores deben mantenerse en sus casas, lo que está bien cuando hay medidas para apoyarlos, pero ¿qué sucede cuando no existen dichas medidas?

Las naciones neoliberales, además no haber asumido su responsabilidad por la mala gestión de la crisis sanitaria -sería reconocer que sus recortes a la sanidad pública en favor de la privada no han sido acertados-, que está conllevando una inmensa cantidad de infectados y fallecidos, están compitiendo entre sí por lograr el mayor número de desempleados.

Más de 10 millones de nuevos parados, una tasa de pobreza que va en aumento, puesto que no son decretadas medidas que vayan en favor a la protección del trabajador, que ve cómo se reduce la cantidad de dinero que gana para afrontar los gastos cotidianos: comida, recibos de luz, de agua, alquileres o hipotecas.

En Estados Unidos, desde el principio de la pandemia, el gobierno de Donald Trump no ha tomado medidas efectivas contra el COVID-19 porque no lo considera un peligro. En un primer momento, la consecuencia ha sido la llegada de la ola de despidos más grande en el siglo que ahora transcurre, la segunda ha sido el inmediato aumento de la pobreza, por la falta de capacidad que tiene el trabajador para protegerse de los daños económicos causados por la reducción de ingresos y el desempleo. La tercera la supone el mayor número de contagiados y fallecidos del Mundo.

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Este anterior ejemplo no solo aplica en la poderosa nación, sino en cualquier país con un sistema neoliberal, en el que la prioridad sea el bien de la economía (eufemismo para referirse a las grandes empresas y la gran banca privada), y no el de la mayoría social.

Por ejemplo, Brasil. Bolsonaro valoró aprobar una resolución para proteger a la sociedad mediante la implementación de una política que permite que no se tengan que pagar rentas en todo el país, sin embargo se retractó siguiendo los intereses de la banca privada.

La caída de los precios del crudo, la desconfianza por parte de los accionistas para seguir con los procesos de compra y venta de las mismas, y la reducción de la capacidad de producción son algunas de las situaciones que van en detrimento de las condiciones laborales y económicas de los trabajadores.

La pandemia debe ser una palanca de cambio para entender que la humanidad se encuentra en un proceso de transición a nivel mundial, en la que, por un lado está el neoliberalismo usando su aparato mediático a toda potencia para no asumir socialmente las consecuencias de los recortes en sanidad; y por el otro los solidarios que tienen claro que la mayoría social siempre debe estar en el centro de la política, siendo la economía una herramienta para garantizar el buen vivir de la misma.

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