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Diccionario Político: Black Mirror, Damnation, La Casa de Papel y The Mill

Black Mirror

(Definición) Su comienzo en 2011 supuso una revolución en nuestras pantallas. El primer episodio, toda una declaración de intenciones. En él el primer ministro británico se enfrenta al siguiente dilema: la princesa Susannah, miembro muy querido de la familia real, es secuestrada. El captor pide que el mandatario tenga sexo con un cerdo en directo a cambio de la vida de la princesa. No le quedará más que elegir entre ambas opciones.

Con 5 temporadas y un especial de navidad, sus capítulos tienen una duración aproximada de una hora y son autoconclusivos, es decir, cada capítulo es independiente del resto. Pese a ello, todos tienen una misma atmósfera y estilo que los hace reconocibles como parte de un mismo conjunto.

Cada episodio aborda una temática diferente, pero en casi todos hay un denominador común: estamos ante una distopía que no narra de forma metafórica un futuro indeseado, sino que nos presenta la sociedad tecnológica dándole tan solo una vuelta de tuerca. No es nuestro hoy, pero puede ser nuestro pasado mañana.

Nos encontramos, por lo tanto, ante una interesante y sobre todo necesaria reflexión acerca de cuestiones tan actuales como los avances tecnológicos, las redes sociales o la Inteligencia Artificial y el Big Data.

Damnation

(Def.) Cuenta con una sola temporada, dividida en 10 capítulos pues los malos números de audiencia provocaron que se cancelara la serie. Posiblemente su mensaje, en cierto modo proclive a la revolución, tampoco favoreció su continuidad en las pantallas.

El escenario de esta ficción es un pueblo del Medio Oeste yanqui en 1931, poco después de la devastación que supuso la Gran Depresión. Un western donde no opera la lucha entre indios y vaqueros si no la lucha de clases. El planteamiento, de entrada, ya es bien interesante.

El protagonista de esta historia es un predicador, que junto con su esposa dirigen una huelga de granjeros que los enfrentará a los poderes locales. Por el camino se enfrentarán con las bandas fascistas del Ku Klux Klan, pistoleros de la patronal y gobernadores al servicio de los poderosos.

Que nadie se espere encontrar una rigurosa obra marxista que analice el ocultado conflicto clasista tras el crack del 29. Nos encontramos más bien con un predicador-revolucionario, una especie de teólogo de la liberación guaperas y gamberro, que al mejor estilo populista enfrenta a oprimidos frente a opresores.

Pese a ello esta ficción muestra cómo la salvación de los trabajadores es obra de ellos mismos, no fruto de una individualidad, tal y como nos tienen acostumbradas las rebeliones made in Hollywood. Aquí lo que impera es la solidaridad y la lucha, pistola en mano.

La Casa de Papel

(Def.) Pese a su discreto comienzo en Antena3 el paso a Netflix ha hecho de la Casa de Papel un fenómeno mundial. Las caretas de Dalí de los atracadores se han convertido ya en un símbolo similar al que supuso la imagen de Guy Fawkes en Vendetta e (ironías de la vida) también han conseguido popularizar el himno antifascista italiano “Bella Ciao”, hasta tal punto que no es raro ver a jóvenes de derechas cantándolo apasionadamente.

Si en una primera parte los atracadores se disponían a entrar en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre e imprimir 2.400 millones de euros, en la segunda (temporadas 3 y 4) el objetivo es entrar en el Banco de España y adueñarse de sus reservas de oro. Ambos planes dirigidos por “El Profesor”, quien empleará toda su inteligencia para ir siempre un paso por delante de la policía a la vez que se gana el apoyo de la opinión pública.

Una serie entretenida que combina ficción y suspense, pese a algunos golpes efectistas y diálogos que en más de una ocasión dejan bastante que desear. Algunos, eso sí, nos muestran interesantes críticas dirigidas al corazón del capitalismo, pese a que la conclusión sea la salvación individual y no colectiva:

En el año 2011, el Banco Central Europeo creó de la nada 171.000 millones de euros… de la nada. Igual que estamos haciendo nosotros. Sólo que a lo grande. 185.000 en el 2012, 145.000 en el 2013 ¿y sabes a dónde fue a parar todo ese dinero? A los bancos. Directamente de la fábrica a los más ricos. ¿Dijo alguien que el Banco Central Europeo fuera un ladrón? No. Inyección de liquidez, lo llamaron. Y lo sacaron de la nada, Raquel. ¡De la nada! (coge un billete y lo rompe) ¿Qué es esto, Raquel? Esto no es nada. Es papel. ¿Lo ves? Estoy haciendo una inyección de liquidez. Pero no a la banca. La estoy haciendo aquí, en la economía real de este grupo de desgraciados que somos. Para escapar de todo esto. ¿Tú no quieres escapar?“.

The Mill

(Def.) Los textos documentados sobre los trabajadores y aprendices del molino Quarry Bank, en las cercanías de Manchester, son la base sobre la que se asienta esta serie, en la que se mezcla ficción y realidad. En total son diez capítulos, divididos en dos temporadas, todos ellos disponibles en YouTube.

Ambientada en las primeras décadas del siglo XIX, la serie recrea los comienzos de la Revolución Industrial y por consiguiente, el embrión de lucha organizada de la clase obrera que trajo consigo la nueva sociedad.

Una serie donde se muestran las duras condiciones de vida de las familias obreras (niños incluidos) pero donde también hay espacio para tramas amorosas o momentos que despiertan una sonrisa, tal y como podría ocurrir en cualquier otra serie convencional. En consecuencia, no estamos ante un documental si no ante una serie que desde el entretenimiento nos enseña que los derechos que hoy disfrutamos son resultado de duras luchas de las generaciones que nos precedieron.