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El dilema de Unidos Podemos: competir contra Carmena en Madrid

El movimiento de Íñigo Errejón ha convulsionado a la izquierda española, que está viviendo un proceso de división de fuerzas debido a una traición por parte de uno de los dirigentes más moderados de Podemos. Por ahora solo Madrid ha sido desvelada como la plaza de la apuesta personalista de Íñigo Errejón junto con Manuela Carmena, pero solo los menos atentos a la historia reciente de la izquierda en cualquier parte del Mundo no podrán imaginar lo que viene.

Poco a poco se irán desvelando más candidaturas errejonistas a lo largo y ancho de España, que buscarán tanto la desmovilización como la división del voto progresista, para restar fuerzas a la principal candidatura que pone en cuestión los cimientos neoliberales sobre los que descansa el sistema.

Más adelante se anunciará una alianza para las europeas y las generales de los sectores más moderados de la izquierda que siempre ha servido para dividir las fuerzas en los momentos de flaqueza del Régimen del 78. A Íñigo Errejón y a Manuela Carmena se les sumarán la Actúa de Gaspar Llamazares, Equo, los restos que fueron expulsados de IUCM por corrupción… Y demás organizaciones cuya máxima aspiración es lavarle la cara al capitalismo, en busca de un rostro humano que desparece cuando se cae el maquillaje aplicado en el proceso de limpieza.

Íñigo Errejón escogió el día en el que Podemos cumplía cinco años desde su fundación, toda una declaración de intenciones a Pablo Iglesias, una venganza por lo sucedido en Vistalegre II, y por haber tenido que tragar con la unidad con la IU de Alberto Garzón, algo que el nuevo aliado de Manuela Carmena nunca había apoyado.

No se puede pensar que la maniobra de Errejón ha sido limpia, transparente, y  basada en la búsqueda de una victoria electoral que mejore las condiciones de los madrileños por varias cuestiones. En primer lugar, tanto Pablo Iglesias como Alberto Garzón y los líderes de ambas formaciones en Madrid, apuestan por la confluencia, y la estaban negociando de acuerdo a lo pactado entre ambas fuerzas y aprobado por sus militancias. Íñigo Errejón tenía acceso a participar en ellas para defender sus posturas dentro de los marcos aprobados por sus compañeros de Podemos, a los que se debe como su representante.

Sin embargo decidió negociar a espaldas de ellos para cristalizar una candidatura que además va a competir con la organización en la que él militaba hasta anunciar su traición. No hubo debate, ni lealtad a los inscritos de Podemos, ni a los militantes de Izquierda Unida (IU) y el resto de fuerzas aliadas, ni tampoco respeto a los cauces democráticos internos que tanto Podemos como Unidos Podemos tienen para resolver los problemas.

Por lo tanto se puede confirmar el hecho de que el movimiento de Íñigo Errejón se ha hecho para afectar a Unidos Podemos y favorecer un mal resultado de la izquierda en el próximo ciclo electoral que se abre. De ahora en adelante veremos a periodistas de derechas hablar bien de Íñigo Errejón, al que darán más espacio mediático para que pueda justificar su golpe a la izquierda. Una muestra de que el político populista es ahora enemigo de las mayorías sociales afectadas por el neoliberalismo, ya que como dijo el expresidente Rafael Correasi los periodistas de derechas hablan mal de mí, es que sigo caminando por el camino correcto“.

Pablo Iglesias debe haber aprendido una lección con lo sucedido con Íñigo Errejón, la clemencia se paga cara en política. En Vistalegre II, el filósofo de la Teoría del Núcleo Irradiador, compitió contra él por el control político de la organización, desatando una campaña rastrera que bajó al fango, indicando que el problema era más profundo y personal de lo que parecían simples diferencias en el método. Sin embargo Pablo Iglesias le dio la oportunidad de seguir estando en política al situarlo como su cabeza de lista para las elecciones autonómicas de Madrid.

Ahora, Unidos Podemos tiene un problema muy difícil de superar. Y ese es la marca Más Madrid que Manuela Carmena e Íñigo Errejón van a usar para sus candidaturas al ayuntamiento y comunidad respectivamente. Pablo Iglesias ha vuelto a cometer un error garrafal que Alberto Garzón podría solucionar: no competir contra Carmena y sí contra Errejón.

Teniendo en cuenta que la abuela y el nieto van a hacer campaña juntos, y que conformarán un tándem que asentará la marca de Más Madrid como algo que los identifique a los dos, apoyar a Manuela Carmena y plegarse a sus deseos de conformar la lista electoral a dedo y dejar fuera a Podemos e IU, pero no a Errejón es un error.

En primer lugar porque al no ser visibles en la campaña por el Ayuntamiento de Madrid, Manuela Carmena estará acompañada por Íñigo Errejón en todos los mítines, actos y eventos, al que evidentemente dará su apoyo de manera explícita.

Al no confrontar, es probable que en la ciudad de Madrid haya mucho más apoyo al Más Madrid autonómico que al Unidos Podemos autonómico, porque es mucho más fácil de entender votar a la misma formación en ambas instituciones, que votar a Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid porque lo apoya Unidos Podemos, pero no votar por Más Madrid en la Comunidad de Madrid, porque en esa no solo no lo apoya Unidos Podemos, sino que ahí sí se presenta con lista propia, contra el mismo Más Madrid que apoya en ese mismo momento en el Ayuntamiento.

Entiendo que perder el Ayuntamiento de Madrid es algo que podría afectar severamente a las opciones de Unidos Podemos, pero eso era antes cuando estaba vigente la marca Ahora Madrid, ya que se identificaba como parte de UP, pero ganarlo ahora,  con la marca Más Madrid, lo único que conseguirá es favorecer a la marca Más Madrid en la que también participa Íñigo Errejón. Y si finalmente hay una candidatura a las elecciones europeas y generales de estos sectores reformistas, la victoria de Manuela Carmena en Madrid iría aún más en detrimento de UP.

Es necesario por tanto competir contra la división de la izquierda que se engloba bajo la marca Más Madrid, a nivel de ayuntamientos -incluido el de Madrid– y de comunidades autónomas, porque permitir que avancen formaciones políticas con las que compite y competirá UP -dejando espacio libre al no presentarse en Madrid para apoyar una lista en la que podría no haber nadie de UP-, y además apelando al voto de la misma base social, reducirá sus resultados electorales.