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El discurso ultraderechista de Pablo Casado aviva el odio hacia los inmigrantes

A finales del mes pasado se produjo, después de meses de calma en la frontera de Ceuta, un salto masivo de inmigrantes. Según fuentes policiales unas 800 personas iniciaron el salto, de las cuales 602 lograron pasar a la ciudad a través de la valla. Aparte del gran numero de personas que participaron en el salto, se destacaron los medios utilizados para lograr superar el vallado, informándose de la utilización de cal viva y lanzallamas caseros.

Por parte de las autoridades del lado marroquí, se procedió a interceptar a parte de ese contingente y evitar que accediesen al perímetro. En el lado español se realizaron devoluciones en caliente, (no olvidemos que España fue condenada por el Tribunal de Derechos Humanos por esta práctica), cuestión que el ejecutivo de Pedro Sánchez justificaba a los pocos días, señalando el ministro Grande-Marlaskaque la Guardia Civil, está cumpliendo la legislación vigente” y señalando que los migrantes no llegaron a pisar suelo español, con lo que no se puede hablar de “devoluciones en caliente”.

Todos estos acontecimientos tuvieron eco en la sociedad española. Partidos como VOX se lanzaron inmediatamente a difundir el mensaje del odio y del miedo, hablando de invasiones y de muros de hormigón infranqueables, nada nuevo bajo el Sol, viendo la trayectoria de esta organización.

Lo que realmente sorprende, o no según se mire, son las declaraciones de Pablo Casado, flamante presidente del Partido Popular, que a través de Twitter lanzaba un peligroso mensaje en el que comentaba que España no puede admitir a los millones de africanos que quieren llegar, aseveración negada por el director de la Guardia Civil D. Félix Azón, negando esos millones que esperan llegar, pero las llamas ya estaban avivadas y Casado fue el pirómano que las encendió con su discurso del odio.

Los días posteriores fueron de auténtico esperpento y de vergüenza ajena, paseos entre migrantes dando la mano en un acto de paternalismo insultante, visitas a la valla, tanto de Casado como de Albert Rivera, mención aparte el caso del líder de Cs, que en 2016 hablaba de “solidaridad en nuestras fronteras” y “que España no puede mirar hacia otro lado”. Ahora sus palabras son “la inmigración irregular es un problema”, “que Sánchez deje el buenismo y busque soluciones”.

Por su parte Pablo Casado además de la búsqueda de la foto en la frontera con los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado que allí desempeñan su labor, abogó por una suerte de Plan Marshall para África, siendo por otro lado el gobierno de Rajoy el que redujo en cerca de un 90% las ayudas a la cooperación.

Como podemos ver, la ultraderecha hace lo que por desgracia se espera de ella, pero un partido de gobierno como el PP gire de manera tan marcada hacia la derecha con un discurso por momentos parecido a los del Frente Nacional francés es peligroso. Más en un partido que aspira a ser gobierno, y que ha dejado de lado los problemas reales de los migrantes, como la falta de acogida de forma digna en los países europeos, o las inexistentes vías seguras que harían que el Mediterráneo sea el nexo de unión que históricamente fue y deje de ser el cementerio que es actualmente.