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Ecuador: los verdaderos padres de la dolarización

En estos días, al cumplirse 20 años de la dolarización, ha sonado un discurso unívoco desde varios sectores políticos y mediáticos.  Ahora resulta que tenemos «padres de la dolarización», que se vanaglorian por ser sus mentores y a los que hay que agradecerles y aplaudirles.

Muchos intentan posicionar en la opinión pública que la dolarización fue lo mejor que nos pudo haber pasado. Y que hay que celebrar y festejar sus 20 años de aplicación. No obstante, se olvidan que tal decisión generó, junto con el decreto de un feriado bancario, una conmoción social y efectos muy dolorosos.

La dolarización no es siempre es la panacea en la economía de un país. Tiene ventajas y desventajas al igual que tener moneda propia. No se puede, como se pretende hacer, omitir política y deliberadamente todo el contexto social y económico por el que surgió. Además de haber perdido soberanía en nuestra política monetaria.

La gente que tenía ahorros en sucres y deudas en dólares se quedó en la quiebra. Los salarios y pensiones de empleados y jubilados fueron licuados por el cambio al dólar. Millones de compatriotas migraron a España, Italia y Estados Unidos. Familias enteras se destruyeron. Algunos otros se suicidaron.

La dolarización existe por la crisis que provocaron los mismos personajes de derecha y neoliberales que hoy celebran. Entre ellos está el expresidente Jamil Mahuad, quizá considerado por muchos, uno de los peores presidentes de la historia. Ahora se procura hacer de este señor un héroe y mártir por haber tomado la decisión de dolarizar la economía.

Esto solo para tapar que fue él quien gobernó con y para los banqueros, decretando el feriado bancario y otras leyes para así salvarles el pellejo a esa sarta de rateros de cuello blanco. Además, otros beneficiarios fueron los grandes deudores de la banca. Empresarios y exportadores que tenían créditos desorbitantes en sucres y que con la dolarización vieron reducidas sus deudas.

Otro dizque «heroe» fue Juan José Pons, del mismo partido de Jamil Mahuad (Democracia Popular), fue presidente del congreso, que haciendo mayoría con los socialcristianos dieron paso a todas las leyes a favor de la banca y en contra de los ciudadanos.

No podía faltar el caudillo de Guayaquil, Jaime Nebot, el mentor del cobro del 1% a la circulación de capitales. Y claro, la «madre de la dolarización», Joyce de Ginatta, sí, la misma que salió a la calle a marchar con los socialcristianos (LeónFebres Cordero a la cabeza) y toda la oligarquía guayaquileña para que el Estado se haga cargo de las deudas del banquero Fernando Aspiazu, del Banco del Progreso.

No se nos puede olvidar Alberto Dahik, vicepresidente de Sixto Durán Ballén, quien promovió la Ley General de Instituciones del Sistema Financiero, la misma que desregularizó la banca y dio paso a los créditos vinculados sin ninguna garantía y que más tarde sería una de las causas del feriado bancario.

¿Y por qué el discurso actual de los políticos que estuvieron gobernando en aquellos años y los grandes medios de prensa es hablar de los padres de la dolarización en vez de hablar de «los ladrones del feriado bancario? 

Por supuesto que no se va a hablar de eso, porque entonces implicaría aceptar que los amigos banqueros son unos delincuentes, y que la decisión de Jamil Mahuad de haber puesto de ministros a esos amigos banqueros fue parte de la corrupción y la camaradería delincuencial.

Implicaría también admitir que no fue buena decisión dejar que la campaña presidencial la paguen los banqueros puesto que pedirían devolver los favores.  Y también aceptar que Juan José Pons y Jaime Nebot fueron parte de ese congreso que permitió que el Estado a través del Banco Central se haga cargo del dinero que los banqueros no podían devolver a los depositantes.

Este nuevo encuadre de la historia hay que analizarlo detenidamente. Se habla de «20 años de dolarización» y no de «21 años de feriado bancario» (a cumplirse en marzo, por cierto). Esto tiene que ver también con un marco político de dos vertientes. No salpicar al innombrable banquero ansioso por ser presidente (y obvio también a Nebot), y no estar del lado del discurso que capitalizó Rafael Correa a favor de no olvidar el feriado bancario. 

Y sí, desde que arrancó el año 2020, todo estrategia mediática y política va girando en torno a la pre-campaña electoral pro-banquero Lasso. Se incrementa la estrategia (persecución) política judicial en contra de Rafael Correa con el objeto de que no pueda postularse en 2021.

Medios de comunicación como el diario Expreso, callados durante 20 años, empiezan a denunciar las «bondades» socialcristianas. Salen a flote las irregularidades de las alcaldías de Cynthia Viteri y Jaime Nebot  y su modelo exitoso de desigualdades y excesos en Guayaquil. Con esto van minando al adversario más peligroso (si Correa no puede presentarse) que tendría Guillermo Lasso en las próximas elecciones.

El banquero, como era de esperarse, vuelve a ser el invitado estrella cotidiano en Ecuavisa. Inclusive, la misma presidenta del CNE, Diana Atamaint, ha denunciado que el juicio político que se le quiere tramitar tiene tintes políticos. Afirmó que el partido de Guillermo Lasso quiere apoderarse del Poder Electoral de cara a las elecciones de 2021.

Cierto sector político, mediático y académico (La Universidad San Francisco de Quito) celebra los 20 años de dolarización para lavar la imagen de los delincuentes que crearon la peor crisis del Ecuador. Mas no podrán borrar ni cambiar la historia. Los verdaderos padres y madres de la dolarización no son ni Jamil, ni Noboa, ni Pons, ni De Ginatta, peor Jaime Nebot.

Los verdaderos padres de la dolarización y que fueron la base que apuntaló el sostenimiento de la misma fueron los migrantes que se rompían el lomo trabajando en el extranjero y que enviaban remesas al país que los vio nacer y huir. Sin esas remesas la dolarización no pudo sostenerse.

Los verdaderos padres y madres de la dolarización son aquellos que tuvieron que dejar a sus hijos para buscarles un mejor futuro. Ellos son los héroes de los que no quieren hablar porque hablar del dolor social les recuerda la ineptitud y corrupción de sus gobiernos de derecha. Y a eso nunca se quieren enfrentar, porque los propios fantasmas son los que más mortifican.