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Ecuador: una nación “condenada a vencer”

El “Caso Bochornos” hizo gala de la más supina ignorancia jurídica, legal y procesal. Ha condenado a Rafael Correa y Jorge Glas junto a otras decenas de antiguos funcionarios del Gobierno de la Revolución Ciudadana a ocho años de prisión por el delito de cohecho agravado.

Dichos cargos fueron fundamentados en: (créalo o no) que el expresidente Correa “ejerció sus funciones como Presidente Constitucional de la República del Ecuador con un poder total concentrado en sus manos a manera de un autócrata”.

Asimismo, el texto indica que “hizo surgir sobre un grupo de personas, específicamente sobre un grupo de funcionarios públicos de su entera confianza -mediante un influjo psíquico- la resolución de realizar el injusto de cohecho pasivo propio agravado”.

No sólo los abogados defensores del expresidente y todos los encausados en este bochornoso caso, el cual es “bandera latinoamericana del Lawfare”, sino otros muchos especialistas ecuatorianos en el derecho, coinciden en que la sentencia es un atropello a las ciencias del derecho penal y procesal.

Lo cierto es que la sentencia aún no es firme. Rafael Correa, a quien le robaron su propio movimiento político el cual fundó junto a otros soñadores de una Patria Nueva, no le permitieron inscribir ninguna organización política.

Ahora proscriben de los registros electorales al partido Fuerza Compromiso Social, el cual ya estaba posicionado como el gran ganador de las elecciones de 2021. La acción fue llevada a cabo de una manera burda, ilegal e inmoral.

En todas las encuestas nacionales, el que lleva la delantera a la hora de expresar la intención de voto es el expresidente entre Correa o el candidato que él promueva. El segundo lugar posee más de 10 puntos porcentuales de diferencia, lo que convertiría a la propuesta correísta en ganadora en una sola vuelta electoral.

El pueblo del Ecuador está plenamente convencido de que su líder ha sido permanentemente perseguido y destruida la obra que él construyó, la cual no sólo contempla carreteras, hospitales, escuelas, colegios, hidroeléctricas, etc.

También empoderó a los ciudadanos, reinstitucionalizó el Estado, reconoció derechos olvidados y se preocupó de que los grandes emporios empresariales y financieros cumplan con la ley pagando impuestos, terminando de esta forma con la evasión fiscal.

De igual forma, procuró la eliminación de la explotación laboral, encausó la libertad de expresión manifestada en los medios con una adecuada Ley de comunicación que impedía los abusos mediáticos.

Esta es la obra, reivindicar la primacía del ser humano sobre el Capital. Por eso las élites económicas que manejan los hilos del poder político lo han odiado tanto y ahora a través del “lawfare” están empeñados en impedir su regreso a las papeletas electorales.

Durante más de tres años, el gobierno traidor de Moreno ha tratado de posicionar con la ayuda incondicional de la prensa cómplice, que Rafael Correa es corrupto y que el Gobierno de la Revolución Ciudadana ha hecho más daño al Ecuador que ningún otro.

Sin embargo, el ciudadano ecuatoriano es conocedor de su realidad y de su historia, misma donde los gobiernos neoliberales se sucedían unos a otros manteniendo a la ciudadanía en la ignorancia, en la explotación laboral y en “la normalidad” de vivir de dádivas y ayudas limosneras.

Ese obscurantismo perduró hasta la llegada de Correa, quien reimpulsó la dignidad de los ciudadanos, infundiéndoles una identidad que los sacó de la invisibilización, reconociéndoles su derecho al trabajo, a la salud, a la vivienda y salarios dignos.

Todo esto además de brindar servicios de calidad en las áreas mencionadas, cambiar la matriz energética, obra en la que destacó Jorge Glas, con la construcción de grandes hidroeléctricas y sustitución de consumo de gas licuado de petróleo por energía limpia y renovable.

Los aportes en educación también fueron notables con las “escuelas del milenio”, los colegios del siglo XXI, las becas a las mejores universidades del mundo para los mejores estudiantes. Por estas razones y muchas más, como el carisma y la empatía con la gente, es que persiguen al correísmo.

Aunque la justicia viciada propuesta por el Gobierno de Moreno con sus marionetas en la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría y la Corte Nacional de Justicia, hayan condenado a Correa a una pena de prisión, la verdadera condena es la del pueblo, encarnada en el grito de “¡Hasta La Victoria Siempre!”. Por eso Rafael Correa Delgado, la Revolución Ciudadana y el pueblo del Ecuador, estamos condenados a vencer.

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