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El asedio al Alcázar de Toledo

En los inicios de la Guerra Civil acontenció una batalla que enfrentó a golpistas y republicanos. Con la victoria del bando franquista se creó un mito que elevó la figura de “El Caudillo” hasta ser considerado por los golpistas como todo un héroe. Éste utilizaría el asedio al Alcázar en beneficio propio como propaganda patriótica de cara a los suyos, lo cual daría una inyección de moral a los soldados.

El día 21 de julio del 1936 el capitán de la Academia Militar Vela Hidalgo leyó una declaración de “Estado de Guerra”en la plaza Zocodover de Toledo. La Guardia Civil llevó munición al Alcázar y el Ministerio de Guerra republicano ordenó bombardear los sublevados.

Tropas republicanas llegaron de Madrid a las órdenes del general Riquelme. Su primera parada fue el Hospital de Tavera, tomado ya por los golpistas, donde les recibieron estos últimos con fuego de ametralladora. Defender esa posición era imprescindible para que la Guardia Civil pudiera subir la munición al Alcázar sin trabas.

Se asaltó el Hospital y los franquistas se dirigieron a encerrarse en el Alcázar que en aquel momento era una Academia de Infantería, Caballería e Intendencia por orden del comandante Villalba.

La fuerza del General Riquelme se dirigió entonces a la fábrica de armas donde negociaría con los sublevados. Le esperaban allí 200 guardias civiles que sacaron más munición de la fábrica antes de evacuar y destruirla.


El 23 de julio Cándido Cabello jefe de milicias llamó al coronel Moscardó para ordenarle su rendición. Esta fue la conversación:

Jefe de Milicias: Son Uds. responsables de los crímenes y de todo lo que está ocurriendo en Toledo, y le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y de no hacerlo fusilaré a su hijo Luis que lo tengo aquí a mi lado.
Coronel Moscardó: ¡Lo creo!
Jefe de milicias: Y para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato.
Luis Moscardó Guzmán: ¡Papá!
Coronel Moscardó: ¿Qué hay, hijo mío?
Luis Moscardó Guzmán: Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde, pero no te preocupes por mí.
Coronel Moscardó: Si es cierto, encomienda tu alma a Dios, da un viva a Cristo Rey y a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte!
Luis Moscardó Guzmán: ¡Adiós, papá, un beso muy fuerte!
Vuelve a coger el aparato Cándido Cabello.
Coronel Moscardó: Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.

Este gesto por parte del coronel y su hijo fue visto como una heroicidad por parte del bando sublevado, y acabaría formando parte del mito y la propaganda fascista que se creó en esa batalla.

El hijo de Moscardó no sería fusilado hasta el día 23 de agosto y sin tener nada que ver con la conversación entre su padre y Cabello. Fue mandado a prisión y en un asalto por parte de milicianos fue ejecutado junto con otros prisioneros en una “saca”.

Entre las personas que estaban encerradas en el Alcázar había más de 600 civiles, entre ellos 500 mujeres y 50 niños, la mayoría familiares de los sublevados aunque también había rehenes republicanos. La mujer e hija de Domingo Alonso Jimeno (teniente alcalde del Ayuntamiento de Toledo y líder histórico de la UGT-PSOE) fueron arrastradas al Alcázar mientras la Guardia Civil lo asesinaba por resistirse a sus captores.

El Alcázar era una construcción robusta y fuerte, una verdadera fortaleza a la cual las fuerzas republicanas no podían acceder ya que carecían de munición apropiada. En cada ataque eran repelidos por los sublevados. En varias ocasiones algún mando republicano conseguía entrar para negociar con los sitiados su rendición, pero estos no estaban dispuestos a entregarse.

Se lanzaron diferentes ataques incluyendo un bombardeo ordenado por Francisco Largo Caballero que consiguió destruir la torre sudoeste. Este ataque sin embargo fue aprovechado por los sublevados que se escondieron entre los escombros de la torre utilizándolos como trinchera.

El asedio al Alcázar de Toledo terminó el 27 de septiembre de 1936 con la victoria de los franquistas al haber recibido refuerzos enviados por el mismo Franco, pues este vio en esta batalla una oportunidad de alimentar la propaganda fascista.

Francorescató” a los sitiados poniendo en riesgo la estrategia militar ya que desvió a sus tropas hacía Toledo cuando estas tenían que estar camino de Madrid. El día siguiente de la victoria, el alto mando afín a Franco le confirió el cargo de Jefe de Estado y le confirmó su condición de Generalísimo.