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La emocionante historia de Largo Caballero: “el Lenin español”

El líder marxista español de mayor influencia vivió una vida digna de película

Hijo de una criada y de un carpintero a los que jamás podría recordar como una familia feliz, Francisco Largo Caballero nació el 15 de octubre de 1869 en un buhardilla de Chamberí.

Siempre fue hijo de sus circunstancias, aquellas que comenzaron llevándole a desarrollar una gran conciencia de clase desde su niñez, y terminaron por convertirle en uno de los marxistas más influyentes en la historia de España.

Su citada conciencia de clase no nació de la nada; con solo siete años y tres de escolarización, en su escuela religiosa le hicieron aprender un oficio y empezó a ganarse su pan. A los nueve ya había pasado por varios oficios y conocería el de estuquista, al que se dedicó durante la mayor parte de su vida.

Su actividad sindical

Con 37 años y tras una importante trayectoria ascendente, profesionalizó su actividad militante. Respecto a esta, había expresado años antes: “Entregué todas las energías físicas e intelectuales de que podía disponer a la defensa y propaganda del ideal voluntariamente abrazado”.

Alternó cargos de concejal y diputado provincial y, en 1911, en un momento de gran conflictividad en la aparente democracia que era España, terminó detenido tras una huelga convocada por UGT (ya era su vicepresidente).

Manifestación de la UGT.

El movimiento obrero estaba en plena efervescencia: las filas de la CNT y UGT se engrosaron y aparece como punto álgido la Huelga General de 1917, que, sin embargo, fracasó. En 1918 pasó a ocupar el cargo de Secretario General de la UGT y vocal del órgano de dirección del PSOE.

Su principal cometido fue siempre conseguir la unidad de acción con la CNT con el fin de aglutinar a toda la clase obrera.  En este contexto, con la Revolución Rusa recientemente estallada y un auge del comunismo dentro del PSOE, fue uno de los principales opositores a que el partido se adhiriese a la Internacional Comunista.

Colaboracionismo durante la Dictadura

En 1923 el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, impuso gracias al apoyo del monarca Alfonso XIII una dictadura militar. Este será para muchos, el ejemplo más cercano de fascismo a la española de toda la historia (más si cabe que el falangismo que fundó su hijo, José Antonio).

Serán momentos muy complicados en el seno del partido socialista. Tras debates y divisiones internas, la UGT y el PSOE deciden colaborar con el régimen en busca de unas ventajas que no se verían materializadas. 

Miguel Primo de Rivera.

Largo Caballero fue partidario de este posicionamiento, lo que le hizo enfrentarse a otros grandes del partido, como De los Ríos y Prieto (quien siempre fue su mayor opositor). En 1929 el desgaste de la dictadura llevó a un cambio de postura y a terminar confrontándola.

Sin embargo, este episodio es uno de los más reprochables de los que veremos: mientras anarquistas y comunistas eran duramente reprimidos, los socialistas tuvieron privilegios por colaborar y, aún con todo, no consiguieron aumentar su afiliación.

Radicalización durante la Segunda República y Revolución de Octubre

Con la llegada de la II República el 14 de abril del 1936, Largo Caballero ocupó el Ministerio de Trabajo dentro de la coalición republicano-socialista.

Tuvo una importante labor en el campo social: consiguió avances como la jornada laboral de 40 horas, y una legislación encaminada a mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Aún con todo, la oposición de la oligarquía y el clima de agitación general no permitieron unos cambios demasiado drásticos.

>>Luces y sombras de la II República<<

Con la CEDA en el poder y tras ser testigo de la imposibilidad de llevar a cabo reformas estructurales, Largo Caballero se ganará el apodo de “el Lenin español”.

Su discurso cambia durante 1933 y pasa a abrazar directamente el marxismo y la dictadura del proletariado como único medio para la transformación social y la emancipación de la clase obrera.

Pese a ello, su biógrafo Julio Aróstegui no considera esta denominación adecuada; nunca llegó a citar a Lenin y no se sintió cómodo con ella.

Largo caballero había avisado en muchas ocasiones de que si el poder reaccionario llegaba al poder, la insurrección podía tener lugar. Así sucedió, fundamentalmente en Asturias, con la fallida Revolución de Octubre del 34.

>>La Huelga General Revolucionaria de octubre de 1934. La revolución olvidada (I)<<

Mineros socialistas, comunistas y anarquistas se aliaron durante unas dos semanas en las que organizaron consejos, tomaron ayuntamientos y confrontaron al ejército de Franco, que no tuvo problemas en aplastar a los rebeldes. El destacado socialista fue detenido y encarcelado por ser considerado el cabecilla, aunque su inmunidad parlamentaria lo libró de la cárcel.

Revolución de Asturias.

Guerra Civil y exilio

Tuvo un papel muy activo durante la campaña electoral del Frente Popular de 1936. Tras la victoria en las urnas y el golpe de estado del 18 de julio, Largo Caballero tendrá una posición clave. Ocupó la Presidencia y el Ministerio de la Guerra, desde donde buscó siempre unidad de acción y eliminar las diferencias entre las izquierdas, aunque sin éxito.

Los enormes conflictos dentro del bando republicano, las derrotas militares y el aumento de influencia del PCE terminarán por dejarle en un segundo plano tras el mayo de 1937.

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Sus últimos días tampoco serán fáciles. Se exilió en París, pero tras la caída de la capital a manos de los mismos nazis que colaboraron para hacerle perder su anterior guerra, fue detenido por el régimen colaboracionista de Vichy.

Largo Caballero pasó cerca de dos años en el campo de concentración nazi de Sachsenhausen. Tras ser liberado por el Ejército Rojo, volvió con una visión más moderada. Finalmente, falleció el 23 de marzo de 1946 en París.

Campo de Sachsenhausen.

Una trayectoria para recordar

Esta ha sido una breve historia de la vida de Largo Caballero, quien, para su biógrafo Aróstegui es el segundo personaje más vilipendiado de la historia de España (solo le supera Negrín). De entre sus citas, cabe destacar, quizá más en estos días más que nunca, la siguiente: “El buen socialista no habla ni escribe para halagar a la clase obrera, sino para convencerla, exponiéndole la verdad aunque no le guste”.

Recapitulando, este madrileño fue un estuquista con conciencia de clase, sindicalista destacado (a veces revolucionario y otras pragmático), líder de masas, primer Ministro de Trabajo socialista, presidente de un país en guerra, exiliado y preso en un campo de refugiados. Una vida digna de película la que vivió el líder marxista de mayor influencia de la historia de España.

Monumento a Largo Caballero, Madrid