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¿Escuela pública de todos para todas? En “cuarentena”

Hace un mes, las distintas enseñanzas del Estado español transcurrían como si nada fuera alterar su rutina, casi invariable en décadas.

Sí, la Educación Primaria de uno que veía “La Bola de Cristal” (Marx, me pilló pequeño), es sustancialmente muy parecida a la de “Vera”, que a sus cinco añitos ve a “Josefa la Cerdita“( “Peppa Pig” para los no iniciados). Y es una pena porque estamos desperdiciando el talento y la formación de toda una generación de docentes bajo el corsé que imponen legisladores y burócratas.

En mi experiencia, como docente de “Educación Infantil y “Primaria”, os puedo contar que a la primera van felices. Van a “jugar con los amigos”. Al llegar a primaria la cosa cambia, hasta aburrirse un gran porcentaje del alumnado.

En el instituto las hormonas ya los van a entretener de otra forma. Es triste, pero a pesar de que de las universidades salen cada vez mejores maestros y maestras, el sistema (legislación más burocracia) no permite una revolución que haga la enseñanza divertida; cuyos aprendizajes se adquieran con curiosidad; por necesidades vitales y no por una utilidad laboral posterior: “estudia, tendrás trabajo y dinero para comer”. ¿No era la cultura la mayor de las riquezas?

Pero permitida esta radiografía del sistema educativo, no es el caso (lee el titular) entremos en materia. La segunda quincena de marzo del año trajo a docentes, alumnado, familias y sociedad una pandemia, (¿a qué no es cómo imaginabas esto de vivir un hecho histórico?).

Repito, es necesario recalcar, una pandemia. Ante ella parece que las administraciones están empeñadas en huir hacia adelante, sin ser conscientes, o siéndolo, de que una pandemia crea dramas: sociales, familiares, en docentes y alumnado. Prosigue el curso académico como si nada, perdón el “Telecurso”…Tiempo ha habido ya para meditar y ver que esto no será reversible en meses.

En esta quincena, ya tarde (no, yo no lo sabía, reconozco que estaba de “Carnaval”, que fui a ver el “Betis”,50.000 personas bien rejuntitas estábamos, total era una “gripe”) casi en “estado de alarma”, las distintas CC.AA suspenden las clases.

De un día para otro toda la infancia, adolescencia y universitarios inauguran junto a sus docentes la “Tele-enseñanza”. No me vayáis a preguntar por formación previa, ni medios…

Hoy día, hay miles de muertes, las UCI llenas, respiremos hondo, pensemos: esto es una pandemia y lo importante son las vidas. Sí las vidas, lo demás no lo es. Ni la economía siquiera, de nada vale la cartera en el bolsillo del muerto. Pero bueno, sigamos con el curso. ¿Es bueno seguir?

Lo importante es aprender. Podemos y debemos, si las condiciones lo permiten, continuar con el aprendizaje. Pero ojo, el aprendizaje ahora se desarrolla en un contexto de auténtico drama, empaticemos.

El profesorado le ha puesto a la administración a funcionar un sistema educativo no presencial en un fin de semana. Pero claro, y ahora habla un maestro de la pública que se cree eso de “escuela pública de todos para todas”. ¿Dónde queda la igualdad? El contexto lo marca todo (hoy día sí entendí a Marx).

El contexto es nada más y nada menos que miles de muertos, y el drama socioeconómico más grande desde la posguerra. El contexto igual marcaría mirar por el alumnado y las familias, no por el frío currículo.

El alumnado lo que necesita es ser apoyado, las familia ayudadas, no sobrecargadas. Encima, y aumentamos el estrés emocional, se acercan “las notas”. Párense los procesos evaluadores. Lo dado evaluado está, aquí se para este curso en todo lo que haya que cuantificar.

El objetivo ahora es curarnos y querernos. Mientras, los docentes apoyamos y guiamos todo aprendizaje que se pueda adquirir. Pero no se puede evaluar en igualdad, por tanto que no se evalúe.

Absorto queda uno al leer que, la ya de por sí redundante e inservible “selectividad”, sigue en pie. ¿En qué mundo viven? El suyo, uno en el que se pisa mucho parqué y se cogen pocas tizas.

Mi apoyo y reconocimiento a todo el alumnado y a sus familias, con sobrevivir y ser buenos ciudadanos es más que suficiente. Supone un hecho que vale más que cualquier sobresaliente en expediente académico.

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