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La amenaza de la deslocalización como oportunidad de reindustrialización

Mientras la industrialización es el motor de un país para el desarrollo económico y social, la deslocalización interfiere en las aspiraciones de transformación económica. Además de ser una evidente forma de vender la soberanía.

Entiéndase por deslocalización el proceso mediante el cual la producción de una determinada empresa se traslada a otro país o zona geográfica con el fin de obtener “beneficios” tales como menores costos de producción, bajos salarios a empleados y menor tasas de impuestos.

Esta situación es propia de los países capitalistas que siguen el libreto de la rentabilidad a costa de la explotación laboral. Y desde luego, con la complicidad de los gobiernos de los países en vías de desarrollo o subdesarrollados. En donde sus políticas estatales no son compatibles con los derechos de los trabajadores. Además de que venden la soberanía del país privatizando sectores estratégicos del país.

En contrapartida, varios países socialistas han hecho todo lo contrario a la deslocalización. Han apostado por la transformación de una economía rentista reemplazando la importación como eje macroeconómico, por una economía donde la soberanía es la piedra angular.

Pasaron a un proceso de industrialización por sustitución de importaciones. Y con esto desinstalar la dependencia de las materias primas o en algunos casos, del ingreso petrolero u otros recursos naturales. Impulsaron la producción nacional transformando materias primas en bienes y productos. Lo que permitió satisfacer la demanda interna, aumentando la ofertad de exportación, y generando entrada de divisas.

La industrialización de la URSS

La Unión Soviética llegó a convertirse en la tercera potencia mundial en 1940. Este logro fue gracias al NEP (Nuevo plan económico) que consistía en diversos planes quinquenales instaurados por Lenin. En solo 10 años la URSS tuvo una industrialización extremadamente rápida.

De acuerdo a Ray (2002) su plan de industrialización tuvo algunas bases. Una de ellas fue la presencia significativa del Estado desde el sector público. Se hicieron inmensas inversiones en la industria. Impulsaron la electrificación del país empleando centrales hidroeléctricas y termoeléctricas. Además se puso mucho énfasis en la industria pesada para la expansión de la exigua base industrial.

Así se desarrollaron enormes proyectos productivos y obras de infraestructura. Un ejemplo de esto es el dique hidroeléctrico en el río Dnieper, la fábrica de tractores en Stalingrado y el Magnitostroi, una siderurgia sobre un formidable yacimiento de hierro en los Urales. Ésta última que junto a la factoría de Kutznetsk, constituyó el eslabón fundamental de la metalurgia al oriente del país. La industria pesada sería la encargada de abastecer la totalidad de las ramas industriales con el equipo de producción nacional.

Se enfocaron en el desarrollo del talento humano. El plan consistía en el aprendizaje de técnicas avanzadas de producción extranjeras. Para esto, el gobierno de Lenin destinaba divisas a las compañías norteamericanas, alemanas, y a técnicos extranjeros para adquisiciones tecnológicas, exigiendo la participación de personal soviético en los procesos.

En esa misma década se construyeron industrias totalmente nuevas, tales como la de motores, la aeronáutica y la productora de metales no ferrosos. La URSS priorizó sectores estratégicos en su determinación por lograr su industrialización y mantuvo una dirección clara hacia la producción de bienes de capital en lugar de agotar la fase de producción de bienes de consumo.

La presencia activa de lo público por encima de lo privado demostró que es posible que una economía basada en su sector público desarrolle las fuerzas productivas y alcance altas tasas de crecimiento económico durante un tiempo bastante largo.

Dobb (1953) señala que progresivamente impusieron restricciones al sector privado. Javin (1975) manifiesta que la tarea principal era controlar el capital. Esto se hizo a través de inspecciones obreras a las empresas privadas, por lo que aquellas que dificultaran dichas inspecciones serían nacionalizadas.

El empleo aumentó de manera abrumadora en esa década, a finales del año 1940 se integraron al mercado laboral un total de 7.9 millones de personas.

La experiencia del gigante asiático: China

En solo 30 años la república popular de China se ha convertido en las primeras potencias económicas. El modelo socialista ha impulsado y transformado el sector industrial generando un sostenido crecimiento del PIB en un 10% anual aproximadamente. Y sobre todo sacando de la pobreza a decenas de miles de personas.

La base de este desarrollo empieza por los que conducen el barco: el gobierno y el partido comunista. Una estricta organización que lidera mediante congresos nacionales y asambleas del partido los objetivos macroeconómicos. De esto se encarga la CNRD (Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo).

El Estado tiene el control de las grandes empresas públicas de sectores estratégicos. Así por ejemplo, mientras las telefónicas son controladas en su totalidad, la banca compite con financieras nacionales y extranjeras. No obstante, el Estado da amplio beneficio a las empresas públicas. Sí, el proteccionismo característico de los países desarrollados también es aplicado por China con sus empresas, en detrimento de las privadas y extranjeras.

Las primeras medidas que fueron la base de todo lo que hoy es china fue el impulso de la agricultura. El sector más importante en los años 50-70. A mediados de 1950, el país apoyó la industrialización desde una alta acumulación de colectivización agrícola (30 % anual) por medio de la transferencia forzada.

En los primeros 20 años la colectivización agrícola extrajo entre 700.000 y 800.000 millones de yuanes de la agricultura por medio de la denominada “diferencia de tijeras”, y los activos fijos industriales de todo el país sumaban 900.000 millones de yuanes antes de 1978.

El fuerte apoyo agrícola entre el año 1950 y 1977, generó un ritmo de crecimiento de la industria china que llegó al 11,2 %. Logrando así una acumulación de capital para la industrialización nacional. En esos 20 años se construyeron muchas obras industriales. Se formó la base industrial del noreste de Anshan, Iron and Steel Company, se fortalecieron las bases de las áreas costeras y se establecieron varios centros industriales en el norte y noroeste de China.

Desde entonces, comenzó a avanzar hacia una industrialización socialista, sentando una buena base para el desarrollo económico de las siguientes décadas. Mao había dejado sentadas las bases de la industrialización convirtiéndose así en el padre de la industrialización china.

Entre 1965 y 2006 la proporción de la industria en el producto interior bruto subió desde el 39% hasta el 48,4%. La industria pesada representa la mayor parte de ese crecimiento. Hacia mediados de la década de 1980 había más de 300.000 empresas industriales diseminadas por todo el país, formando un conglomerado de sistemas regionales independientes e integrados.

El “Made en China”, que hacía referencia a productos baratos y de mala calidad, hoy tiene otro significado. Y es que el gigante asiático también fabrica con una rapidez inusitada productos cada vez más complejos (como móviles, computadoras, etc.). Además, la tecnología 5G hoy tiene en China a su mayor exponente.

Pero el gigante asiático va por más. Su proyecto más ambicioso es el que lleva por nombre “Made in China 2025”. Tiene tres fases: en la primera aspira a codearse con las potencias occidentales, la segunda será una etapa de consolidación, y una última en la que pretende ubicar a China como la primera potencia en desarrollo tecnológico y líder mundial en innovación.