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La extrema derecha se vuelve decisiva en el tablero político de Suecia

El domingo pasado se celebraron las elecciones en Suecia. Se elegía la composición de un parlamento (el Riksdag) por cuatro años, que a su vez tiene el encargo de elegir ahora al nuevo primer ministro del país. Más de siete millones de suecos estaban llamados a las urnas para elegir a un total de 349 diputados con un sistema de voto proporcional. La única limitación era una barrera electoral situada en el 4% de los votos para poder entrar en el poder legislativo.

El parlamento anterior
  • Partido Socialdemócrata: 113 escaños
  • Partido Moderado: 83 escaños
  • Partido Demócratas de Suecia: 42 escaños
  • Partido Ecologista los Verdes: 25 escaños
  • Partido de Centro: 22 escaños
  • Partido de Izquierda: 21 escaños
  • Partido Liberal: 19 escaños
  • Partido Democristiano: 16 escaños
  • No adscritos: 8 miembros que dejaron sus respectivos partidos tras ser elegidos.
El nuevo parlamento
  • Partido Socialdemócrata: 101 escaños
  • Partido Moderado: 70 escaños
  • Partido Demócratas de Suecia: 62 escaños
  • Partido de Centro: 31 escaños
  • Partido de Izquierda: 28 escaños
  • Partido Democristiano: 23 escaños
  • Partido Liberal: 19 escaños
  • Partido Ecologista los Verdes: 15 escaños

Mayoría en 175 escaños.

Análisis

En esta ocasión se encontraban dos bloques bien diferenciados, el centro-izquierda del primer ministro Stefan Löfven junto con la izquierda parlamentaria (primeros) frente al bloque conservador como alternativa (segundos). Ningún bloque ha ganado con claridad, pero la extrema derecha ha obtenido alrededor del 17% de los votos siendo tercera fuerza política y el árbitro del encuentro democrático.

El partido socialdemócrata del primer ministro ya ha deslizado que se plantea alianzas con el bloque conservador para mantener el poder otros 4 años, mientras que en el bloque conservador se intensifica la pelea sobre cómo tratar con la extrema derecha. Una parte de los partidos de este bloque considera que no pueden llegar a acuerdos con partidos abiertamente xenófobos y como consecuencia de ello han establecido en el país un “cordón sanitario” que bloquea los acuerdos con la extrema derecha en los distintos parlamentos.

A pesar de ello, son cada vez más las voces que plantean gobernar con ellos. El opositor Ulf Kristersson (Partido Moderado) parece decantarse tras las elecciones por esta segunda opción de gobernar con la extrema derecha para quitar así el poder a los socialdemócratas. Este partido obtuvo en las elecciones menos del 20% del voto, siendo sus peores cifras de voto desde el año 2002. De momento públicamente apuntan a evitar a toda costa un gobierno de centro-izquierda sin señalar a la obvia alternativa de pactos de gobierno.

El país escandinavo ha tenido casi siempre, salvo 15 años, un gobierno socialdemócrata. En esta ocasión aún siendo primera fuerza política ha obtenido su peor resultado electoral desde el año 1982. Mientras que el partido de ultraderecha “Demócratas de Suecia” ha obtenido resultados marginales desde su nacimiento en 1988 hasta el 2006, donde empezó a subir con un tímido 2,6% de los votos. El partido alcanzó el parlamento de Suecia hace 8 años.

¿Cómo ha crecido tanto la extrema derecha?

La inmigración ha sido el caballo de batalla fundamental en un país donde el 20% e la población es extranjera y es costumbre ayudar y dar asilo a los refugiados. La recesión económica que sufre el país ha hecho que los señalen a ellos como culpables, además han aprovechado algunos episodios de violencia sucedidos en el país contra ellos.

Liderados por Jimmie Âkesson, el partido se aprovechó de un incidente ocurrido justo antes de las elecciones: cientos de coches ardieron en lo que se consideró un acto ligado al crimen organizado y la extrema derecha culpó a la inmigración. El discurso caló más hondo que nunca en una población cada vez más preocupada por su seguridad. No en vano hace dos años se restableció el servicio militar obligatorio en el país, ahora hay un contingente permanente del Ejército en la Isla de Gotland y los reservistas están movilizados.

Casi 5 millones de personas han sido aleccionadas sobre cómo actuar en caso de ataques extranjeros. Aunque las principales preocupaciones de los ciudadanos se centraban aún -según las encuestas- en sanidad y educación, fue la seguridad la estrella de las campañas electorales de los partidos.

En España Pablo Casado no ha perdido la oportunidad de calificar en televisión a esta fuerza política de populista, equiparándola así con organizaciones como Podemos o Syriza, y calificando de tan preocupantes sus buenos resultados como los que obtiene la izquierda en otros países.

El partido Demócratas de Suecia ha empezado a tener buenos resultados en lugares que históricamente no se le daban bien como en el Län de Estocolmo donde suben un 4,5%. El partido siempre tiene peores resultados en las ciudades que en los pueblos mientras que el partido más a la izquierda ha obtenido sus mejores resultados en las grandes ciudades.

Su líder Jimmie Äkesson ha convertido un partido que usaba simbología nazi hace unos años en un partido aceptable para  la ciudadanía, y tiene ahora entre sus prioridades eliminar el estado de bienestar del país. Con una presión fiscal en Suecia del 60%, esto no suele mostrarse como una preocupación, que por lo general sus ciudadanos suelen considerar que es un precio justo a pagar para obtener la mejor calidad de sus servicios educativos, en sanidad, en asistencia a los mayores, pensiones o ayuda a los refugiados. Estas elecciones sin embargo, empieza a ponerse en duda ese modelo.

Otros datos

Las encuestas daban como primera o segunda fuerza a la extrema-derecha, algo que luego no ha ocurrido. Hemos hablado con el Sociólogo Jaime Aja para preguntar que ha pasado con las encuestas: “La extrema derecha obtiene unos resultados históricos, pero lejos de las estimaciones de las encuestas. Parece que ha habido un aumento de la participación que ha frenado el aumento de la extrema derecha.” Al tiempo explica otras claves de estas elecciones:

“Tenemos que tener en cuenta que la extrema-derecha no es un movimiento homogéneo en Europa. En cada país mantiene un discurso y una base electoral diferente, aunque comparten el discurso racista. Su discurso se centra en el racismo y la islamofobia, pero es también liberal en lo económico y ofrece una imagen de formación outsider. Su objetivo es sustituir al centro derecha (en Suecia representado por el partido Moderado). Su base electoral procede principalmente de las zonas tradicionalmente conservadoras, aunque en estas elecciones ha obtenido cierto éxito en el electorado socialdemócrata.

Demócratas de Suecia (SD) pertenece a la segunda generación de partidos de extrema-derecha, al igual que AfD en Alemania. No se puede asimilar a la extrema-derecha clásica, ni a la nueva extrema-derecha de primera generación representada por el Frente Nacional. Su discurso y estética es neoliberal. Esto hace posible una alianza táctica con el bloque de derechas, como ya ha pasado en Dinamarca. Esta alianza combinaría unas políticas económicas abiertamente neoliberales, unas políticas sociales restrictivas y un discurso centrado en la seguridad y en la retórica anti-inmigración, discurso que busque un chivo expiatorio de las políticas de ajuste. Esta alianza podría desmontar el Estado del bienestar sueco, la aspiración de los neoliberales aprovechando la escusa de los movimientos migratorios.

Para evitar esto, Stefan Löfven, primer ministro socialdemócrata, se ha adelantado a dar por muertos los bloques de la izquierda y la derecha. Seguramente buscará una alianza con los sectores del bloque conservador más contrarios la alianza con la extrema-derecha. No obstante, para los sectores conservadores, una alianza con la izquierda supone un enorme peligro, pues puede provocar que SD gane apoyos entre la base electoral del centro-derecha, como ha estado haciendo hasta ahora.”