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Gobierno de Nicaragua despliega fuerzas para liberar Masaya de violencia

Masaya es una de las ciudades más afectadas por la violencia fascista que azota Nicaragua desde hace dos meses. Los grupos radicales se han establecido provocando muertes, secuestros, torturas, palizas y saqueos. Una situación que el gobierno de Daniel Ortega ha intentado solucionar mediante el diálogo.

Sin embargo los fascistas no han querido entablar conversaciones, y sus apoyos la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y los partidos de la oposición acuden al Diálogo Nacional con peticiones difícilmente asumibles para los sandinistas, como una forma de ganar tiempo.

Aunque el gobierno sandinista de Daniel Ortega asuma las peticiones de la Iglesia Católica y la oposición, vuelven a exigir nuevas iniciativas sin cumplir el cese de la violencia y los tranques pedido por el ejecutivo de izquierdas. Con el apoyo de la prensa privada nicaragüense, tanto la CEN como los partidos de derecha que integran la oposición al sandinismo, quieren dejar pasar el tiempo sin alcanzar acuerdos en el Diálogo Nacional para que la violencia desgaste el apoyo popular de Daniel Ortega, que solo hace dos años consiguió el 72% de los votos con el 68% de participación, en unas elecciones avaladas por la Comunidad Internacional.

Tras casi docientos asesinatos de militantes y simpatizantes sandinistas además de policías, miles de heridos y decenas de saqueos e incendios incluso a viviendas privadas de ciudadanos de izquierdas, y ver que el diálogo es una forma de alargar la situación, el gobierno de Daniel Ortega ha desplegado fuerzas policiales en Masaya para liberar al pueblo de la violencia fascista.

La CEN ha acudido a Masaya para proteger a los violentos de lo que consideraban que iba a ser una “masacre” por parte del sandinismo. Sin embargo una madre con su hija ha desmontado la manipulación mediática en favor de los obispos, cuando con inocencia paró el autobús católico creyendo que los religiosos iban a apoyar al pueblo de Masaya. Cuando la mujer les pidió que contaran lo que estaban viendo, refiriéndose a la destrucción del plantel y de la Casa Materna, los obispos indicaron al conductor del vehículo que acelerase, dejando a la mujer con la palabra en la boca.

Mientras tanto, los ciudadanos de la ciudad nicaragüense recibían como héroes a las fuerzas policiales del gobierno, expresando que ya era hora de que llegasen para terminar con el terror provocado por los grupos fascistas que portan las mismas armas que los guarimberos venezolanos y los nazis ucranianos.