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Los Gobiernos bolivarianos acuerdan impulsar la integración latinoamericana

El anterior presidente de Venezuela, Hugo Chávez, impulsó una política exterior antimperialista, que en América Latina le supuso ser el arquitecto de varias instituciones en las que no participan ni Estados Unidos (EEUU) ni Canadá. El mandatario venezolano pensaba que el gobierno estadounidense cometía injerencias que incluso llegaban a convertirse en golpes de estado contra los gobiernos que no se plegaban a sus directrices, por lo que decidió interpelar a los países latinoamericanos para crear nuevas instancias en las que dialogar y solucionar sus problemas sin la tutela del Norte. Una propuesta que se vino a llamar integración latinoamericana.

La primera de ellas la fundó junto a su por aquel entonces homólogo cubano, Fidel Castro, en el año 2004. La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) es una institución para realizar intercambios comerciales sin usar el dólar ni crear deuda externa, al basar los acuerdos en base a las potencialidades de cada nación. Cada producto a importar tiene un valor en el Sistema Único de Compensación Regional (SUCRE), ideado por el expresidente ecuatoriano Rafael Correa.

Más adelante se crearon la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que agrupa a todos los países de Sudamérica y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Tras la muerte de Hugo Chávez y los golpes de estado sufridos por los gobiernos que más apoyaron estas iniciativas, las tres instituciones nacidas al calor de la Revolución Bolivariana perdieron su importancia diplomática.

La Organización de Estados Americanos (OEA), ente dirigido por la diplomacia norteamericana, ha vuelto a ser el organismo internacional en el que se intentan resolver los problemas graves que surgen en las instituciones de los gobiernos americanos, e incluso entre ellos.

Al no disponer de una correlación de fuerzas favorables para lograr que sean la CELAC y la UNASUR los lugares en los que se hablen y se solucionen los problemas sin la tutela de los EEUU, los bolivarianos han decidido pasar a la defensiva y centrarse en fortalecer el único foro de los tres en el que sí pueden trabajar: el ALBA. Al menos hasta que López Obrador, Gustavo Petro y Lula ganen las elecciones en México, Colombia y Brasil y el escenario sea más favorable, ya que esos políticos han repetido en varias ocasiones sus posturas favorables a la integración latinoamericana.

Los países de la Alternativa Bolivariana, hoy llamada ALBA-TCP a iniciativa del presidente boliviano Evo Morales que quiso remarcar con Tratado de Comercio de los Pueblos la posición anticapitalista de rechazo a los Tratados de Libre Comercio (TLC), han acordado retomar las reuniones periódicas de alto nivel, crear nuevos mecanismos para tomar acuerdos y decisiones vinculantes entre todos y aumentar los intercambios económicos y culturales entre sus miembros.

Una muestra del avance que quieren dar al ALBA-TCP es la invitación a El Salvador a la XV Cumbre de la Alternativa Bolivariana que se celebró el pasado fin de semana en Caracas, Venezuela. Asistieron los presidentes de Cuba (Raúl Castro), Bolivia (Evo Morales) y Nicaragua (Daniel Ortega). Ecuador envió a su ministro de defensa, Patricio Zambrano.

Todos los países que enviaron representación a la XV Cumbre del ALBA-TCP (Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominicana, Ecuador, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, El Salvador, Haití y Venezuela) rechazaron las injerencias en forma de sanciones de EEUU y la Unión Europea contra Venezuela y apoyaron la asistencia de Nicolás Maduro a la Cumbre de las Américas que se inaugurará el próximo 13 de abril en Lima, Perú.