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La iglesia católica lleva a cabo inversiones con empresas condenadas por corrupción

Allianz Global Investors lanza en España el fondo ETHICA “siguiendo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia“. El fondo fue lanzado originalmente en 2008 como iniciativa de la Conferencia Episcopal de Francia (y reservado en exclusiva a las instituciones religiosas) con el pretexto de “ofrecer a las diócesis la posibilidad de seguir los Principios de la Iglesia a la hora de invertir en renta variable“.

Mientras el resto de la población sufría una paupérrima situación económica, el fondo de inversión iba muy bien: “el balance de ETICHA es más que positivo -afirma Christine Clet –Messadi, gestora del fondo- en términos de rentabilidad. De esta forma, hemos podido poner en valor las reservas financieras de las instituciones eclesiásticas“. Ahora con el lanzamiento de nuevas clases de acción, se facilita que todos aquellos inversores alineados con la doctrina de la Iglesia Católica puedan acceder a esta estrategia de inversión.

En el transcurso comprendido entre 2008 y 2018, los sectores más representativos en la cartera, explica Consuelo Blanco, “son el industrial (18%), el de servicios financieros (17,7%), seguido de consumo cíclico (13,2%) y consumo defensivo (12,2%), entre otros“.

Se vislumbra, como a pesar de proclamarse un fondo de inversión sostenible, ecológico y responsable “siguiendo los Principios de la Doctrina Social de la Iglésia Católica“, su cartera se basa en los principales conflictivos de los gigantes económicos.

Las principales diez posiciones (que representan un 41’5% de las inversiones) se centran en Unilever, empresa que según reconoció Amnistía Internacional favorece el trabajo infantil en la India; Iberdrola, que entre otras cosas recientemente se ha visto involucrada en el caso Villarejo; Siemens, que en 2006 y 2007 fue condenada por sobornos con el motivo de conseguir grandes contratos; BNP Paribas, varias veces condenado por distintos motivos (uno de sus directivos en Cataluña fue condenado por estafar un millón de euros a una familia que quería regularizar dinero negro); Air Liquide, implicada en el escándalo de corrupción de Pemex; entre otras.

Lejos de cualquier discurso ético y moral, meramente disfraz propagandístico, se hace patente el continuo apego institucional del clero por la riqueza. Este hecho queda justificado y abalado por la jerarquía católica, como advierte Ángel Munarriz, “al invocar el canon 1254 del Código de Derecho Canónico: <<La Iglesia puede disponer de bienes para alcanzar sus propios fines>>, que son <<sostener al clero y a sus ministros>>, <<el ejercicio del apostolado>>, <<mantener el culto>> y <<la caridad>>.

En 2018 desde el Boletín Oficial de la Santa Sede se publicó Oeconomicae et pecuniariae quaestiones -Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero- inmiscuyéndose, de forma oficial, en los problemas terrenales del capitalismo.

En España antes de la nueva entrada del fondo ETHICA, recientemente se promovió la inversión católica, sobretodo a través de la empresa Altum Faithfull Investing, una EAFI (empresa de asesoramiento financiero independiente). Tan independiente que de entrada está basada en asesorar la gestión del patrimonio de instituciones religiosas y fundaciones de inspiración cristiana (es cierto que también a particulares con sensibilidad católica).

Lejos de ser un hecho aislado, es un reflejo de la tónica monetaria de la Iglesia Católica. En España las entidades financieras cuentan con equipos dirigidos a la prestación, siempre servicial, al clero.

Entre los clientes más exclusivos del Banco Santander se encuentran por ejemplo el Arzobispado de Madrid o los Marianistas. No es de extrañar, dicha entidad es líder en la gestión del patrimonio eclesiástico, sobretodo después de la adquisición del Banco Popular (entidad estrechamente ligada a la Iglesia y al Opus Dei desde hacía más de 30 años).

La financiera de Botín, además, comercializa Santander Responsabilidad Conservador, a través de la cual dona un 21% de la comisión de gestión a la Fundación Pablo VI y otras organizaciones religiosas. El Banco Sabadell, por su parte, a través del fondo de Inversión Ética y Solidaria (fondo que actualmente cuenta con casi 110 millones de euros) invierte en las compañías que dictamina un Comité Ético. De sus ganancias cede un 0’35% a causas solidarias “católicas“.

A través de un medio español, un responsable de la gestión de varias instituciones religiosas afirmó que estas “tienen muy presente que son responsables de la administración de un patrimonio que no es suyo, sino que procede de sus obras de caridad, de las donaciones de sus feligreses, del cepillo y de las aportaciones tributarias“.