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De la Base Militar de Manta al uso de las Islas Galápagos como portaviones

Dice la historia ecuatoriana, que a finales de la década de 1990, el presidente Jamil Mahuad, sumido en una grave crisis política, aceptó hacer un acuerdo con la Embajada Norteamericana para ceder un espacio del territorio nacional, ubicado en la ciudad costera de Manta, para que sea convertido en una Base Militar (Forward Operating Location – FOL).

Esta estaría destinada a la lucha contra el narcotráfico. A cambio de esta concesión, el gobierno ecuatoriano recibiría un importante incremento en ayuda militar y policial, pero además, y tal vez más importante, el gobierno de los Estados Unidos respaldaría políticamente al gobierno de Mahuad, el cual se encontraba muy debilitado en ese momento, debido a su nefasto manejo de la economía, derivado de sus compromisos con los banqueros.

La Base de Manta se concedió mediante un acuerdo que vulneró la ley ecuatoriana, porque se aprobó sin considerar la aprobación del Congreso Nacional (actualmente Asamblea Nacional). Y así, negociada por debajo de la mesa, entre gallos y medianoche, esta FOL se instaló y operó durante los 10 años que duró este acuerdo (1999 – 2009).

Sin embargo, aunque la ayuda económica así como militar y policial llegó (en ínfimas cantidades en relación a lo que fue la ayuda para Colombia), el respaldo político no se concretó. De hecho, Mahuad cayó el 21 de enero de 2000, después de haber decretado un feriado bancario, mismo que tuvo un enorme impacto negativo para las clases más empobrecidas de la sociedad y después de haber dolarizado el país, lo que provocó el éxodo masivo de ecuatorianos.

A partir de la instalación de la Base de Manta, la cooperación norteamericana con la policía y con las Fuerzas Armadas del Ecuador fue en aumento, al punto, que había información que llegaba más rápidamente al gobierno cooperante que a la presidencia ecuatoriana. Esto resultó más evidente que nunca, cuando el ejército colombiano invadió el territorio del Ecuador en la localidad fronteriza denominada “Angostura”, el mes de marzo de 2008, en el marco de la persecución a Raúl Reyes, el número dos de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Cuando el gobierno ecuatoriano hizo la reclamación correspondiente y comenzó las investigaciones para identificar a los involucrados en esta grave vulneración de la soberanía ecuatoriana, saltaron nombres de oficiales militares que en forma habitual filtraban información tanto a Bogotá como a Washington. Se encontró también que había sistemas de información, a cuyos datos tenían acceso de primera mano los foráneos.

Sin embargo, y de manera contrapuesta a lo esperado, pese a la FOL de Manta y pese al incremento de la cooperación extranjera, la problemática del narcotráfico no se redujo y aparecieron nuevos problemas sociales. Durante este tiempo, comenzó a evidenciarse que la Base Militar en cuestión servía también para frenar la migración ilegal a los Estados Unidos.

Debido a la crisis generada durante el gobierno de Mahuad, miles de ecuatorianos salieron del país a buscarse la vida en Estados Unidos y en otros países. Muchos de estos aventureros, que no tenían la opción de trabajar dignamente en Ecuador, pero que tampoco tenían la posibilidad de migrar legalmente hacia los Estados Unidos, iniciaron peligrosos periplos en busca del evasivo “sueño americano”.

Algunos, optaron por la ruta marítima montados en pequeñas embarcaciones. Muchos de estos pequeños barcos fueron capturados o detenidos en sus intentos de llegar al país del norte, gracias a las operaciones realizadas desde la Base de Manta.

A esto se suma el hecho de que, en las tareas de interdicción de migrantes, muchos pescadores que cumplían actividades legítimas fueron también gravemente perjudicados. Es decir, pese a que no estaban involucrados en ningún tipo de actividad ilegal, muchos fueron sometidos a escrutinios arbitrarios, que dejaron como resultado apresamientos injustos, embarcaciones hundidas, entre otros.

Esta situación fue denunciada valientemente por varias organizaciones de la sociedad civil dedicadas a la protección legal de estos pescadores. Pese a esto, nadie nunca los indemnizó, ni reconoció que ellos también fueron víctimas de la supuesta lucha contra el narcotráfico.

Tal vez la concesión de la Base Manta, pese a los perjuicios causados e incumplimientos denunciados habría valido la pena, si el Ecuador hubiera dejado de ser un importante territorio de tránsito de la coca y de la cocaína producidas en la Región Andina.  Pero no, Ecuador siguió siendo tanto o más importante para la narco-industria que antes.

Con estos antecedentes, en la Constitución de 2008 se incluyó una prohibición expresa de prestar nuevamente el territorio ecuatoriano para la instalación de bases militares extranjeras. Además, el gobierno del momento, tomó varias medidas destinadas a controlar la filtración de información y, en general, para controlar la cooperación militar y policial extranjera.

Esa disposición constitucional se mantuvo así hasta hace muy poco, cuando el presidente Lenín Moreno nombró como Ministro de Defensa a un militar retirado, formado en los Estados Unidos. A partir de este momento, de manera inconstitucional se han abierto nuevamente las puertas a la cooperación militar norteamericana.

Primero, se permitió el funcionamiento de un avión militar para el patrullaje del territorio ecuatoriano (2018), hace pocos días se anunció que se permitirá el uso de las Islas Galápagos como un portaviones natural, para hacer interdicción del narcotráfico. Y como cereza del pastel, se comunicó oficialmente que Ola Bini, el amigo de Assange preso ilegalmente en Ecuador, sería interrogado por funcionarios norteamericanos.

En la concepción occidental, el tiempo es lineal y progresivo, en el que cada estadío de la vida representa una superación del anterior y un paulatino avanzar hacia el desarrollo de la humanidad. Sin embargo, dentro de la cosmovisión andina, el tiempo no es lineal, es decir, el tiempo es concebido en ciclos circulares, donde las situaciones se repiten una y otra vez, y será nuestra madurez la que determine la capacidad para convertir cada situación similar en nuevas oportunidades o en nuevos fracasos.

Sobre esta reflexión, ¿podríamos decir que el gobierno de Ecuador está aprovechando una nueva oportunidad o que está editando un nuevo fracaso?