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Javier Verdejo, el silencio que grita

El 10 de noviembre de 1975 Francisco Franco, el dictador que asesinó a cientos de miles y dio un golpe de estado en España, falleció finalmente, aunque por desgracia en la cama y aún ostentando su cargo. El 6 de diciembre de 1978, después de 40 años del régimen impuesto por el déspota, se vota en referéndum la constitución española. Más bien deberíamos decir se vota si se aprobaba o no la que se había acordado en cortes. Los votos afirmativos representan menos del 59%. En esta constitución del 78 se establece la restauración de la monarquía de los Borbones, entre otras cosas. Esta constitución, a la que están sometidos los españoles, probablemente no se hubiera aprobado de presentarse hoy día.

En aquellos días imperaba el miedo. Se votó bajo coacción. Cualquier paso en falso podría causar un nuevo levantamiento, pues el ejército seguía anclado en el 39. Quienes querían una auténtica democracia, volver a una república federal o no, luchar por su tierra, por la igualdad, quien creía en la lucha de clases y el reparto de la riqueza, estaban silenciados, o muertos. Años después, el teniente coronel Antonio Tejero demostró que este miedo estaba fundado.

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Y pese a que habrá quien discuta estos términos, quien seguro que no lo haría es la familia de un muchacho almeriense, asesinado, como otros tantos, por las llamadas fuerzas del orden.

Francisco Javier Verdejo Lucas era hijo de familia conservadora. Su padre había sigo alcalde de Almería durante el franquismo. Estudió biología en la Universidad de Granada, al igual que Blas Infante, Federico García Lorca o Antonio Ariza Camacho.

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Tenía ideología maoísta, y militó en la Joven Guardia Roja, asociada al Partido del Trabajo. Javier Verdejo fue uno de muchos intentos de cambiar el rumbo que la derecha, la herencia directa de Franco, tenía planeado para España. Por todo el territorio se levantaron nuevas estructuras, partidos, agrupaciones y sindicatos dispuestos a luchar para cambiar su situación tras la muerte del inhumano déspota. La respuesta del estado nos e hizo esperar: los asesinatos superaron con mucho la época del pistolerismo.

No sólo eso, sino que a esta represión le sigue otra: el encubrimiento, la falta de investigación y los falsos testimonios y destrucción de pruebas por parte de la policía. Esta época quizás se haya atenuado al tener el régimen del 78 mucha más solidez. Pero aún no ha terminado, y los asesinatos impunes se continúan bajo una capa de silencio; baste recordar el asesinato no investigado de Gabi Lima en 2002.

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Así sucedió el 13 de agosto de 1976, cuando la policía calificó el asesinato del joven de tan sólo 19 años como “accidente” y “triste suceso”. Javier estaba haciendo una pintada en una pared del balneario de San Miguel, junto a la playa. Pedía “Pan, Trabajo y Libertad”. No pudo llegar más allá de la letra T. Apareció un guardia civil y Javier y sus compañeros se dieron a la fuga. Javier se refugió en una caseta, donde fue abatido a corta distancia en un tiro en la garganta, muriendo ahogado en su propia sangre. Su cuerpo fue arrastrado a la playa.

“Pan y Trabajo, siempre se escapa el tiro pa los de abajo, que mala pata no les saliera el tiro por la culata” – Juan de Loxa

Poco o más sospechoso es lo sucedió a continuación. Roberto García Calvo, el gobernador civil, que un mes antes había ordenado detenciones de trabajadores, disolución de asambleas y cargar contra mujeres en huelga, tomó las riendas de la situación. En primer lugar, realizó un comunicado donde amenazaba a quien realizara “acusaciones infundadas” sobre el caso.

La versión oficial hablaba de que el arma se disparó al tropezar el agente. Se ocultó el nombre del asesino, y de él poco se sabe, salvo que se le cambió de destino. Testigos de la época nos hablan de muchos disparos y más sangre aún en la caseta. Los análisis de pruebas como sangre nunca obtuvieron resultado alguno.

La familia no interpuso denuncia, y las que abrieron organizaciones sindicales y políticas no llevaron a ningún lado. El carpetazo que dieron al caso aún resuena con el sonido de cadenas viejas.

>>El Caso Almería<<

Aún, después de más de 40 años, no existe una investigación oficial. A la investigación militar no compareció nadie. Los archivos históricos de Almería, el provincial del ejército, el Histórico Nacional, los del Instituto Forense o los de la Guardia Civil esperan, mudos, a que alguien, desde Adolfo Suárez (que estaba entonces veraneando a pocos kilómetros, en Cabo de Gata) a Pedro Sánchez, pidan que se estudien. Y allí seguirán, salvo para la mirada de algún estudioso de izquierdas.

Existe un Centro Andaluz del Pueblo en Almería a su nombre, cerca de donde le mataron. Este año ha vuelto a convocarse una marcha nocturna en su memoria, y un acto en el aniversario del cruel asesinato.

La voz de Verdejo se suma a la de Manuel José García Caparrós, los 3 asesinados del Caso Almería, Miguel Roldán, Arturo Ruíz y muchos otros. Una voz que habla de cambio, de luchar contra el miedo y contra la opresión. La voz de la libertad, acallada por la mayoría de los políticos. La voz del pueblo que lucha.

El asesinato a manos represoras está firmado antes aún de que nazcas, si luchas por la libertad. Porque quien asesina no apunta al cuerpo, apunta a una idea, más grande que todos. Que no le callen, que no te callen. Este 13 de agosto sal a la calle y grita con Javier Verdejo ¡Pan, Trabajo… y Libertad!.

“Por las playas de Almería / nacieron claveles frescos / sembraos con la semilla / del joven Javier Verdejo.

Del joven Javier verdejo / que en una noche de Agosto / cuando su misión cumplía, / las balas del enemigo / le destrozaron la vía.

Y sin poder defenderse / cayó su cuerpo jerío /como en otoño las hojas / y con su sangre en la arena / puso la bandera roja.

Cómo se agitan los mares, / Euzkadi se ha estremeció / y al grito de Libertad / se levanta embravecío.

Se levanta embravecío / que el pueblo pide justicia / por la muerte de Zabala, / por todos los que han caío / jeríos cuando luchaban.

Pueblo de Fuenterrabía / sobre tus piedras ha caío / Jesús María Zabala / que agonizante ha rodao / destrozao por las balas.

Hasta cuándo compañero / seguiremos aguantando, / el caer de uno en uno / y que sigamos callando.

Y que sigamos callando / ante aquellos que no quieren / darle al pueblo Libertad / y que nos ponen cadenas / si decimos la verdad.

Compañero, compañero / quita el velo de tus ojos / y el tapón de tus oídos, / ven a luchar con nosotros / y caminemos unidos.

Están pidiendo justicia / la sangre de nuestros muertos / y aquellos que los mataron / andan por el mundo suelto.

Andan por el mundo suelto / porque tienen las caenas / y cárceles pa encerrar / pató el que vaya gritando / PAN, TRABAJO Y LIBERTAD.

Compañeros, compañeros / gritemos hoy fuertemente / al cogernos de la mano / que forjando la unidad / es seguro que triunfamos.”

– Pan, T (…rabajo y Libertad), sevillanas. Gente del Pueblo, 1977