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Jeffrey Epstein: el documental sobre la red de prostitución de menores que salpica a políticos y famosos.

El documental gira en torno a los delitos cometidos por Jeffrey Epstein, el multimillonario que hizo su fortuna como financiero. Un hombre muy exitoso y aparentemente reservado, pero con una vasta influencia en lo social y en lo político.

Según nos cuenta el documental, organizó una estructura de reclutamiento de menores con fines de prostitución. El modus operandi consistía en contactar chicas vulnerables (pobreza, problemas familiares, con historias de abuso) y ofrecerles dinero (200 dólares) a cambio de sesiones de “masajes”. No solo les ofrecía dinero, en muchos casos les prometía financiarles la carrera universitaria, cumplir sus sueños y darles una vida de lujo.

La sesión de masajes, si bien empezaba como tal, era algo muy extraño para ellas, dado que implicaba que se desvistieran totalmente. En unos minutos los masajes se convertían en tocamientos invasivos, masturbación y casi siempre en violación.

El reclutamiento funcionaba como una especie de pirámide. Si una adolescente traía más amigas, él les pagaba por cada una 200 dólares. Esas chicas traían otras, y esas otras continuaban trayendo más y más. Para eso contaba con la ayuda de Ghislaine Maxwell (amiga) y varias jóvenes reclutadoras mayores de edad.

La base del documental se centra en los testimonios de las víctimas narrados en primera persona. La profundidad en cómo se adentra y narra el mundo emocional de las víctimas (sus percepciones, sus sufrimientos, la lucha con el trauma, los miedos y culpas, y por supuesto el cómo sobrellevan lo vivido actualmente) es realmente conmovedor. Es el punto más fuerte de esta obra.

 

Michelle Licata, una de las primeras víctimas de Jeffrey Epstein.

Los abusos sexuales a las menores escalaron hasta tomar la forma de tráfico sexual. Políticos y personajes famosos se habrían beneficiado de la red de prostitución de Jeffrey Epstein. Entre ellos el expresidente Bill Clinton, el Príncipe Andrés, entre otros. Ellos habrían estado en las fiestas y reuniones que el multimillonario hacía en su isla privada, más conocida como “la Isla de las orgías”, donde estos personajes abusaban de ellas.

El Príncipe Andrés, Virginia Robertson (menor supuestamente abusada) y Ghislaine Maxwell.

El documental hace gala de una excelente fotografía, como mostrarnos los hermosos lugares donde están las propiedades más importantes de Epstein. Entre estas, la casa en Pal Beach de Florida, la isla privada también llamada “Isla de las Orgías”, otra casa en New York, un departamento en París, el Rancho en Nuevo México. Además de un helicóptero y dos aviones.

Algo que también hay que destacar de esta producción es que no solo nos cuentan los delitos de un hombre, sino que se hace una radiografía de su psicopatología. Un antisocial de carencias afectivas y económicas en la niñez, especialista en la rama de depredación sexual. Con una personalidad narcisista, egocéntrica y controladora. Su ego le hacía creer que estaba por encima de la ley.

Manipulaba a sus víctimas para lograr lo que deseaba. Sin un solo ápice de empatía o remordimiento por todo el daño que hizo. Durante todo el proceso judicial se caracterizó por intimidar a las víctimas y a sus abogados. El dinero era su herramienta para controlar altos poderes estatales y salir ileso él y sus cómplices.

La influencia de Jeffrey Epstein hizo que el caso se vaya desmoronando. Primero se lo derivó a la Fiscalía Federal, quien de pronto anuló la acusación y el caso se detuvo. Al FBI se le prohibió dar información y todo contacto con la policía de Pall Beach, quienes solicitaban avances del caso.

El multimillonario empleó todo su poder e influencia para favorecerse. En 2008, en secreto y sin participación de las víctimas, él y sus abogados junto con el Fiscal Federal Alexander Acosta llegaron a un acuerdo. Se declararía culpable de dos cargos, pasaría 13 meses en la cárcel y el caso se cerraría dándoles inmunidad e impunidad a todos sus cómplices.

Al parecer, la secreta negociación fue a niveles altos del Estado, eso incluía al ministro de justicia, fiscal federal y procurador; ese era el nivel de influencia y poder que tenía el magnate. Por ello, no hay que olvidar una regla básica en la política: “quienes tienen el dinero, tienen el poder”.

Su estancia en esos meses de prisión no fue más que una farsa. Logró obtener permisos de trabajo (supuestamente bajo supervisión de un agente policial) todos los días. Regresaba a la cárcel solo en la noche, como si fuera un hotel. También violó su libertad condicional una y otra vez, sin que eso tuviera consecuencias con la justicia.

Luego de varios años, el caso se volvió abrir con nuevos hallazgos desde Nueva York. Dando como consecuencia su arresto en julio de 2019 sin derecho a fianza. Jefrey Epstein se suicidó un mes después de haber sido arrestado y antes de que sea el juicio donde se les daría oportunidad a las víctimas para narrar todo lo que vivieron en manos del millonario.

Su muerte estuvo rodeada de especulaciones e ideas conspirativas. La versión oficial dice que Jeffrey Epstein se suicidó ahorcándose. Una autopsia independiente cuestionó el suicidio presentando hallazgos poco probables en ese tipo de suicidios. Algo también extraño fue que dos días antes hizo su testamento.  Su dinero pasaría a un fideicomiso.

 Celda donde estaba preso Jeffrey Epstein.

Un detalle importante de esta pieza audiovisual es que nos muestra el material original del caso. Algunos vídeos y audios oficiales de las declaraciones de las víctimas, sus entrevistas, registros de bitácora, fotos, testimonios, notas de llamadas telefónicas hechas por las menores a la casa de Epstein, etc.

Lo que genera que el espectador se adentre de lleno en la investigación y el sustento que esta tenía. Desde luego, el fin último es que seamos participes emocionales de la magnitud del delito y las injusticias que se cometieron en base al poder del millonario.

No obstante, sucede algo bastante extraño en el documental. La sutileza con que intentan involucrar a Donald Trump con Jefrey Epstein. Y digo sutileza porque en ningún momento se muestra un solo hallazgo evidente de la conexión de Trump con los delitos de Epstein. Ni una sola entrevista con alguien que lo haya visto en la isla o en alguna de las propiedades o fiestas del magnate. Cero testimonio de posibles víctimas. Ni un solo registro de bitácora o alguna víctima que lo reconozca.

Solo en el capítulo 1 se nos muestra una foto de Trump con Epstein. Y casi al final del capítulo 4, una declaración de Trump diciendo que está distanciado de Epstein y que no se hablan desde hace 15 años. Además de que su exsecretario de trabajo, Alexander Acosta, haya sido el mismo que en su anterior rol de Fiscal Federal en Florida, facilitó un acuerdo secreto para beneficiar a Epstein.

Pareciera que el hecho de ser el presidente de Estados Unidos lo hace intocable en lo judicial y también en lo público. En eso me parece que la producción del documental nos queda debiendo. A menos de que no hayan datos concluyentes sobre una supuesta participación de Donald Trump en el caso, la omisión parece errática.

En los últimos días, en contexto de la crisis social que padece Estados Unidos, el grupo de hackers Anonymous ha involucrado a Trump con la muerte de Epstein, entre otras afirmaciones sobre la implicación en pedofilia de varios personajes políticos.

El documental de Netflix sin dudarlo es una excelente obra que nos retrata como el dinero y el poder puede movilizar los hilos de cualquier institución de un Estado con el afán encubrir los delitos y crímenes. Y por supuesto, dejar en la impunidad todo el daño causado al sinnúmero de víctimas. ¡Muy recomendada!