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La cultura de la violación: ¿Nuevo negocio?

Hace unas semanas, podíamos ver cómo una página web anunciaba un “Tour La Manada” (Recorre paso a paso la noche más famosa de San Fermin). Así lo anunciaban… Convirtiendo una violación en un show. Nos explicaban que el tour estaba “dirigido por guías profesionales enamorados de Pamplona“. Perdóneme que lo dude. La empatía, el respeto… No son cualidades que se exijan a la hora de contratar a un guía, pero sí cualidades humanas, un mínimo que toda persona debería tener.

El lugar de partida era el mismo que aparece en la famosa foto de “la manada“: la calle Zapatería. El tour finalizaba frente a la plaza de toros, donde fueron identificados. Sí, lo sé, es horrible, un tour que pretendía revivir una y otra vez lo que para una persona se convirtió en el peor momento de su vida. Pero el tour no acababa ahí.

En una tienda cercana al lugar donde finalizaba el tour… ¡Podían comprarse las camisetas que llevaban aquella horrible noche los componentes de “la manada“!

>>¡Hermanas. “Quien no se mueve, no siente las cadenas!”<<

El tour era gratuito, aunque a las camisetas había que sumarle la posibilidad de adquirir calcomanías que imitaban el tatoo de “El Prenda“. Repulsivo. Eso sí  para ser todavía más cínicos, podíamos leer en la parte inferior de la página “Este sitio está en contra del maltrato de la mujer“. Se les olvidó añadir “pero si os violan, haremos negocio de eso“. Cerraron la página, no ellos, sino la Policía, o eso es lo que se extendió por las redes. Aunque si pincháis el enlace de arriba, se puede ver, como lo explican como una campaña de marketing viral. Lo que a mi personalmente, no me hace cambiar de opinión, me sigue sin gustar la utilización de algo tan particular, personal y doloroso como es lo que ha vivido esta chica.

>>¿Cuántos tipos de feminismo hay?<<

Hace unos días, me he encontrado con un anuncio de una obra de teatro llamada “Jauría“. Lo presenta Teatro Kamikaze -Premio Nacional de Teatro 2017-, como “dramaturgia a partir de la transcripción del juicio” -declaraciones de acusados y víctima-.

¿Habrán pedido permiso a la víctima? ¿Necesitan pedir permiso a la víctima? ¿O no les hace falta y todo queda en manos del público? Es SU historia, es SU vida. Solo SUYA.

El arte siempre ha sido un medio eficaz para denunciar las injusticias sociales, para cuestionar al Estado, desde la sátira a los titiriteros, grupos de música y un largo etcétera. Pero, ¿Es totalmente necesario usar la transcripción, dar tantos detalles reales para denunciar el concepto mujer/hombre que tiene la sociedad actual? No, hubiera bastado en basarse en ello o en cualquiera de las tantas historias a las que no se les ha dado la atención mediática que se le ha dado a esta.

¿Cuántas veces más tiene que ser violada? Porque no nos olvidemos, que ninguno está en la cárcel, todos están disfrutando de la maravillosa ambigüedad que poseen las leyes de la “justicia” española. Esas que permiten mantener 800 días en prisión preventiva a unos jóvenes -sin pruebas contundentes- y al mismo tiempo deja sueltos a personas que están grabadas en vídeo.

Habrá personas que consideren que estamos siendo injustas en nuestras críticas, porque sin haberla visto, sin haberla oído, sin haberse estrenado la obra, la criticamos. Y quizá tengan razón, pero no lo veo… No soy capaz de imaginarme a una de mis hijas, habiendo pasado algo así, violada entre cinco, juzgada socialmente, humillada en el juicio, señalada públicamente, vuelta a ser violada por la “justicia” siendo castigada doblemente por la condena y con la posterior puesta en libertad… y que ahora, sea expuesta otra vez, siendo representada en una obra, sin su permiso, ¿También vamos a quitarle esto? La historia es suya, el sufrimiento también.

Porque una cosa es despertar conciencias y otra – muy diferente – el morbo.

Pero esto, solo es la reflexión de una madre, de una mujer, de una persona que conoce la diferencia – práctica – entre abuso y violación.