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La oposición hondureña mantiene el pulso al fraude electoral

Después del golpe de estado a José Manuel Zelaya Rosales en el año 2009, la izquierda hondureña despertó de un letargo marginal. Diferentes grupos sociales y partidos políticos que no habían sido capaces de unirse en ninguna causa para hacer frente a las políticas neoliberales del bipartidismo, pudieron caminar juntos contra el golpe de estado a Zelaya. Gracias precisamente al liderazgo del depuesto presidente.

El Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) nació de aquella situación de emergencia democrática. En un principio la unidad giraba en torno a dos puntos, el rechazo al golpe de estado y la apuesta por el inicio de un proceso constituyente. Al pasar los meses el giro a la izquierda tanto de Mel Zelaya como del movimiento que lideraba se hicieron patentes. Esas ideas de izquierda bolivariana impregnaron el paso a la política del FNRP, reconvertido en el Partido Libertad y Refundación (Libre).

En las elecciones generales de 2013, Libre consiguió romper el bipartidismo hondureño. Con Xiomara Castro como candidata presidencial y Zelaya como líder de la organización política, la izquierda hondureña consiguió un 29% del voto, superando ampliamente a la pata izquierda del sistema turnista, el Partido Liberal (PL) que consiguió un 20% del voto, pagando caro su apoyo al golpe de estado. Ya entonces hubo denuncias de fraude.

Pese a que las caras visibles que dieron el golpe de estado a Manuel Zelaya en 2009 ya no estaban en primera fila, los nuevos dirigentes del Partido Nacional (PN) fueron diputados y cargos de responsabilidad media durante el golpe, por lo que la represión y la censura contra el movimiento de Zelaya sigue hasta hoy.

Meses antes de las pasadas elecciones generales del 26 de noviembre, la izquierda del país centroamericano logró un nuevo hito al conseguir atraer a más organizaciones progresistas. De ello surgió un nuevo movimiento, La Alianza de Oposición contra la Dictadura, nuevo lugar político integrado por Libre, Partido Innovación y Unidad (PINU) y gran parte del Partido AntiCorrupción (PAC). De hecho el líder del PAC, Salvador Nasralla fue el candidato presidencial de La Alianza y Xiomara Castro la candidata a la Vicepresidencia.

La Alianza de Oposición contra la Dictadura alertó semanas antes de la celebración de las elecciones, que no reconocería los resultados transmitidos, que solo daría por buenos los datos ofrecidos por el conteo a mano. El motivo de esta decisión es que la empresa contratada por el gobierno de Juan Orlando Hernández (JOH), Asica, es una empresa fantasma que debía dinero a la hacienda pública, estaba hundida por las deudas y que, de un día para otro tenía las cuentas saneadas. Asica comenzó a contratar personal para encargarse de la transmisión de los datos electorales, que casualmente eran militantes del Partido Nacional, según denuncias de La Alianza.

Al celebrarse la jornada electoral, el propio Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras, no se atrevió a revelar el resultado que ya tenía de antemano -algo que se demostró al filtrase los vídeos con los votos electorales falsos en los que JOH basa su victoria, ya que no tienen la doblez que indica que se han introducido en la urna- debido a la cantidad de votos recibida por Salvador Nasralla y Xiomara Castro.

De hecho en los días posteriores el TSE siguió sin dar los resultados e incluso uno de sus miembros reveló que la tendencia irreversible era a favor de Nasralla. Sin embargo, los servidores con los datos se cayeron y al volver a funcionar todos los cientos de miles de votos que faltaban por contar ahora sí lo estaban. Casualmente en todos ellos había arrasado JOH, lo que le dio la victoria.

Desde entonces la izquierda hondureña reclama que esos votos que se incluyeron durante el apagón, que además son los únicos que el TSE no ha enviado a los partidos políticos hondureños, se muestren para que se les pueda hacer una auditoria pública, algo a lo que el gobierno de JOH se niega, lo que a la vez demuestra la inexistente separación de poderes en el país centroamericano.

Casi un mes y medio después, con 35 muertos -la última víctima es la joven de 19 años Kimberly Dayana Fonseca-, decenas de presos políticos y cientos de heridos en las pacíficas y masivas manifestaciones que La Alianza de Oposición contra la Dictadura está llevando a cabo en las principales ciudades del país, Mel Zelaya y los suyos siguen en las calles defendiendo el voto de los hondureños el pasado 26 de noviembre. El próximo 12 de enero hay convocada una masiva manifestación que llegará, si la represión no lo impide, a la Casa Presidencial Juan Pablo II.