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Los muertos de Guayaquil

Inició la cuenta por miles, actualmente van más de doce mil y se espera que siga incrementando. Ni el enterrador Wated ha logrado, por más que la prensa oculte o mienta, hacer un buen trabajo recogiendo cadáveres y sepultándolos.

Hay más de un “resucitado” en Ecuador, sobre todo en Guayaquil, donde familias han estado llorando ante las cenizas, de quien sabe quien, y en días posteriores a esto aparece el mismo ya recuperado.

Se evidencian muchos casos de estos resucitados, pero también los hay de aquellos que han sido sepultados y al mismo tiempo cremados.

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Cientos de cadáveres en descomposición aún guardados en contenedores sin haber sido identificados, casos en que llaman a familiares a comunicar que algún miembro ha fallecido para que vayan a retirar el cadáver, cuando el muerto ya ha sido sepultado varios días antes.

Las miles de fotos y vídeos que circularon por redes sociales dando a conocer lo que sucedía en Guayaquil, causó que el gobierno realizara cadenas televisivas afirmando que solo eran “fake news”.

Afirmación de cifras

Finalmente obligaron al gobierno a reconocer que las cifras no eran las correctas, realizando una comparación con la cifra reconocida “oficialmente” contra las actas de defunción del registro civil, lo que apuró el sinceramiento de las mismas. Que aún así siguen siendo maquilladas con eufemismos como “pruebas represadas” o certificados de defunción por “neumonía inespecífica”, es decir aquellos datos no entran al registro. Tan mal lo están haciendo, que los números de fallecidos hasta aparecen como que han disminuido, debe ser por el número de resucitados.

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Lo cierto es que cada vez que te comunicas con alguien de tu círculo de amigos o de parientes, al menos te refieren que una o dos personas han fallecido, y esto es todos los días.

Ahora, se ha dicho que el 4 de mayo pasamos de la fase de aislamiento a la de distanciamiento social, ¡qué barbaridad! Siguen empecinados los mediocres en no abandonar el primer lugar del peor manejo de la crisis a nivel mundial.

Sin medidas

Para hacer esto, trasladaron la responsabilidad a los gobiernos municipales, quienes como primera reacción solicitaron al Gobierno Nacional los recursos económicos para poder enfrentar el reto. Pero nada de eso, la respuesta obtenida por parte de Romo fue que la responsabilidad que se les había trasladado era únicamente para decidir el color del semáforo en sus cantones.

Por su parte el único alcalde que al parecer está haciendo bien las cosas, es el de Quito, que trabaja coordinadamente con la prefecta de su provincia.

La alcaldesa de Guayaquil en cambio, no “da pie con bola”, y sigue dando erráticas declaraciones, incluso ha reformado el calendario cuando le asignó al mes de mayo 45 días, diciendo que se iban a realizar tres controles cada 15 días y los tres durante el mes de mayo, ¡qué pena y qué vergüenza! Pero así estamos.

También ha dicho que habrá una segunda oleada de contagios, sin embargo, no ha dejado de funcionar el mayor medio de contagio: el transporte público masivo de Guayaquil, conocido como “la metrovía” que, además, no ha dejado de cobrar ni ha hecho descuento alguno.

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En Quito, por ejemplo, el sistema de transporte público está siendo subsidiado por el gobierno municipal y solo se transporta personal de seguridad y sanitario.

Posibles decesos

Por eso, no es de extrañarse que en Guayaquil tengamos no solo el mayor número de muertos, sino también el de cadáveres sin identificar y sin sepultar, el de resucitados y también el mayor número de ineptos dirigiendo la crisis del COVID-19.

¿Quiénes son los muertos? A estas alturas, ya nadie sabe. Es tanta la desgracia que hay: quienes han muerto dos o más veces, otros que han resucitado al menos una vez y algunos que ni se sabe que han muerto, pero ya están en algún contenedor en estado de descomposición.

Esta situación trae a mi memoria aquel poema de Juan Bautista Aguirre, poeta ecuatoriano, que en su Carta a Lizardo decía: “¡Ay, Lizardo querido! si feliz muerte conseguir esperas, es justo que advertido, pues naciste una vez, dos veces mueras”. Y parece que así estamos los ecuatorianos, te mueres con la noticia y te vuelves a morir cuando se te va la vida.

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