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Manifestantes violentos provocan una muerte en Nicaragua

Pese a que la mayoría de los terroristas que sembraron el caos en Nicaragua durante los últimos tres meses están en la cárcel o siendo juzgados, la paz que decenas de miles de nicaragüenses pidieron en las calles hace unos días no termina de llegar. Tras el despliegue de las fuerzas policiales por parte del gobierno de Daniel Ortega, muchos de los fascistas pagados por EEUU que no fueron capturados se dispersaron. Tras unas semanas se han vuelto a organizar para salir de caza, aunque ahora son grupos aislados que no tienen capacidad ni de actuar a diario ni en más de una parte del país a la vez.

El primer regreso de la violencia en las calles sucedió el pasado 15 de septiembre. Bajo el pretexto de una movilización pacífica, los terroristas acudieron a la marcha con bombas molotov, morteros y pistolas. Secuestraron al ciudadano Roger López, al que propinaron una brutal paliza para después humillarlo pintándolo con pintura blanca y azul (colores de la bandera de Nicaragua).

Ayer los fascistas volvieron a salir a las calles expresando que asistían a una manifestación pacífica a la que volvieron a acudir armados. Tras atacar a los vecinos de los barrios por los que estuvieron (9 de junio, 2 de diciembre y Américas número 3), y no recibir represión por parte de la policía, se dividieron en dos bandos que se atacaron entre ellos para crear contenido para los medios de comunicación que se encuentran ayudando al golpismo en Nicaragua.

Como consecuencia de ese peligroso show mediático, uno de los terroristas murió. El joven Max Andrés Romero. Otro miembro de los grupos fascistas, Abraham Lacayo resultó herido.