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Manifiesto de lo absurdo (I)

Corren tiempos raros, se viven momentos absurdos. ¿Y qué?

Podríamos resumir este artículo con dos ejemplos que muestran aquello que es absurdo para entender por qué quiero hablar de lo absurdo. Lo haré, sí, pero dejad correr vuestra imaginación para leer el resto de este artículo, y llegar así a una conclusión práctica de lo absurdo. ¿Lo absurdo puede ser práctico? Sí, ¿y qué pasa?

La vicepresidenta Nadia Calviño resumía hace unos días el futuro de la economía en forma de V, representando en sus palabras una caída en picado de la economía para después emprender la senda de la “reconquista” por arte de magia.

Escuchando esa “brillante” metáfora me vino a la cabeza la serie V Invasión extraterrestre, serie que para los que empezamos a ser “grandecitos” fue casi de culto, aunque a mí personalmente me horrorizaba ver a una de sus protagonistas (Diana) arrancarse la piel de manera burda, dejando traslucir su piel verde alienígena, similar a la de un lagarto. Economía en forma de V, V con rostro de hombre pero piel de lagarto…

Y si hay que hablar de lo absurdo. En este momento seguramente podríamos hablar de la harina y la levadura como elementos de gran valor hoy en día para la supervivencia del ser humano. Hacer pan y pasteles no es un lujo, es un entretenimiento para no pensar más allá, para obviar lo absurdo de estos tiempos que vivimos.

En un país lleno de campos de trigo nos estamos quedando sin harina y sin levadura (¿absurdo? Sí). Gracias a los grandes monopolios industriales. ¿Quizás deberíamos inventar al Robin Hood triguero, para robar a los ricos la harina que pertenece a los pobres? ¿Absurdo? Sí, pero la harina ahí está, en almacenes gestionados por el egoísmo.

>>Capitalismo y coronavirus. El egoísmo como valor esencial<<

La teoría de lo absurdo es la forma en que queremos interpretar nuestros momentos de vida. El filósofo argelino-francés Albert Camus, desarrolló una brillante teoría sobre lo absurdo que, como buen filósofo, no responde a nada, sino que imposta un marco de convivencia entre aquello que buscamos como humanos, (seguridad, estabilidad, resultados inmediatos) y aquello que es posible (asumir nuestra fragilidad como especie, sin asumirlo como un factor negativo sino como un activo de aceptación de nuestra realidad).

¿Y todo este “prólogo” a qué responde? ¿Es lo absurdo sólo un calificativo o queremos que sea útil? Dos preguntas para infinidad de respuestas que intentaré resumir de la manera más divulgativa posible para entendernos en este momento.

Pero sobretodo, para ofrecer herramientas para combatir la difamación y el enredo interesado de los de siempre: grandes media que creen que el mundo es un plató, mandatarios autoritarios que incitan a beber desinfectantes, o ricachones que se creen dioses inmunes a la COVID-19 y por eso se marchan a sus segundas residencias a vivir su letargo en paz, con sus bolsillos bien llenos. Gente de orden que no toleran lo absurdo del mundo.

En estos días de confinamiento se habla mucho de cómo el coronavirus va a cambiar muchos roles de este mundo. Hay reflexiones para todos los gustos. Personalmente me pierdo con tanta reflexión, es cuando hay demasiadas opiniones cuando lo absurdo se convierte en irreal, porque lo absurdo es real.

Además, es como mínimo enigmático encontrar el sentido práctico de los “cambios que va haber en este mundo” si nos paramos a pensar quién produciría estos cambios.

¿Quién puede producir hoy en día cambios de un cierto calado? ¿La política? ¿La sociedad civil? ¿Las redes sociales? ¿Qué medios disponemos para provocar cambios estructurales o al menos influir en ellos? ¿Hay actualmente una gran diferencia entre cambio y transformación?

Bien, con estas tres reflexiones quiero decir que el mundo en que vivimos es parte de nosotros pero el sistema-mundo que hemos creado no nos corresponde porque no está en nuestras manos cambiarlo si no hay medios para hacer efectivas las grandes reflexiones de nuestros tiempos.

Herramientas como la política están encasillados en una burbuja mediática llena de verborrea que se auto-organiza sus propios problemas y soluciones sin contar en muchos casos con la realidad.