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Manifiesto de lo absurdo (II)

Esta reflexión política, parte de la sección exclusiva de elestado.net "Revolución con los pies en el suelo", es la segunda, y última parte, del reportaje. Para entender el contenido de manera total, se recomienda leer antes "Manifiesto de lo absurdo (I)".

Me viene en mente la propuesta de Renta Mínima propuesta por el vicepresidente Iglesias, que está a años luz de acercarse a la propuesta estrella de Unidas Podemos (Renta Básica Universal). El resultado entre lo “verborreado” durante años y lo aceptado por el poder, es un nuevo salto al vacío sin preguntarse de verdad qué ha fallado antes para que haya esta mancha de realidad en el después.

Y con esta última reflexión, a veces pienso que a los seres humanos nos une sólo un instinto de supervivencia que nos hacer olvidar muy rápidamente, y es absurdo, pero olvidar nos permite afrontar los retos de nuestra vida diaria. Aceptar nuestra fragilidad es hacernos fuertes en nuestras convicciones.

Hay que empezar siempre por lo que es imprescindible, y más hora que estamos en tiempos de crisis humanitaria, económica, medioambiental. No nos queda otra que defender nuestra dignidad si lo que queremos es salir de estas múltiples crisis con herramientas tan necesarias como la sanidad pública, la educación universal o la protección social pública y de calidad.

Pero cabe pensar que si queremos además, cambiar aspectos de nuestras vidas que son injustos, debemos agruparnos, actuar sí. Interesadamente, en grupo, como herramienta para consumar alguna victoria, de lo contrario todo intento de cambio en la actualidad se convertirá en una moda pasajera.

Es fundamental pensar en un cambio de marco mental para construir una idea más clara de cómo interpretamos nuestro mundo.

Es fundamental pensar el mundo actual entre aquellos que siembran la mentira por intereses personales, contra aquellos que interpretan sus intereses como una forma de vivir en comunidad. La estrategia de control en nuestro sistema-mundo pasa por mezclarlo todo, aturdirnos para acabar así delegando el poder, incluso el poder de decidir personalmente, a los que ostentan medios para hacerlo (el 1% de este mundo).

Hay que asumir esta confrontación de realidades para emprender sendas de autoafirmación, para volver a recuperar el control de nuestras capacidades y de nuestras virtudes como colectivo.

Frente a las nuevas oleadas de autoritarismo no hay grandes soluciones sino humildes realidades que habrá que afrontar si no queremos salir de esta crisis con más autoritarismo en el poder. Hay que asumir el miedo como un medio de convivencia, y ver en él la reacción de muchos de los partidarios de personajes como Trump, Johnson o Bolsonaro.

Pero no es suficiente. La izquierda, vendida a los “réditos” del progreso, ha caído en la benevolencia, el clasismo y en mantener una actitud conservadora frente a las grandes injusticias, ha provocado una tormenta perfecta repleta de nuevos políticos de extrema derecha.

Somos su electorado, el de la izquierda, los suyos, los que debemos presionar para hacerles entender que se equivocan, y que ya no sólo dejaremos de votarlos, sino que tenemos medios para crear alternativas.

En medio de este mundo lleno de problemas, sin duda alguna, la sociedad civil más tarde o temprano debe jugar un nuevo rol, no se debe sustituir a nada ni a nadie, se debe sumar.

Pero sí se debe igualar la balanza de las posibilidades de incidir en las políticas, en las ideas, en las noticias. En resumen, en la creación de nuevos marcos de convivencia. Y es que si algo nos dice la crisis del coronavirus es que los estados tienen límites, y que debemos acogernos entre todos los que participamos de esta sociedad para poder protegernos como colectivo.

La defensa de nuestros derechos no debe depender sólo de lo que hagan los estados, sino de la intensidad en que afrontamos la necesidad de consumar esos derechos como sociedad.

Por último, y parecerá absurdo, pero creo que este mundo cuando superemos la crisis de la COVID-19, se dividirá entre los que les gustan los abrazos, y los que los odian… alea jacta est.