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Marín Civera y Luis Abad: dos autores en el exilio olvidados por la historia

Marín Civera y Luis Abad: “En pos de un nuevo humanismo. Prosa escogida”. Colección obra fundamental. Fundación Banco Santander. 2018. 457 páginas. Tapa dura, 19 €. Prólogo y selección de Ricardo Tejada. Lo puedes adquirir aquí.

Tal día como hoy, un 14 de abril 1931, en España se proclamaba la II República. Durante este periodo, que tan solo duró 5 años, el apogeo cultural fue más que evidente. Si bien es cierto que el pensamiento crítico y la literatura de culto se venían fomentando desde hacía décadas con grandes nombres al frente, la llegada de la República supuso para los intelectuales un soplo de libertad creativa que refrescó un clima abochornado por las instituciones tradicionales reaccionarias.

No obstante, el fin de la República y el golpe de estado del 36 acabarían por determinar un futuro nada prometedor para los artistas y pensadores desarraigados, que se vieron perseguidos por las ansias de hegemonía de los victoriosos sublevados. El resultado de la derrota republicana en Guerra Civil es más que conocido en la historia de nuestro país: encarcelamientos, asesinatos, fusilamientos y el exilio de aquellas personas que pudiesen ser vinculadas con el progresismo, el laicismo o los valores democráticos.

El caso de Marín Civera y Luis Abad es el de dos filósofos exiliados durante el franquismo. El primero de ellos debido a su pertenencia a la CNT, sindicato al que estaba afiliado y del que era cabeza visible; el segundo, por su estrecha vinculación con las ideas republicanas azañistas, ya que llegó a ser secretario general de Izquierda Republicana en Ceuta. Estos autores también tenían en común el haber formado parte de la Institución Libre de Enseñanza. Además, ambos colaboraron en diversas publicaciones y periódicos vinculados a la izquierda, en los cuales dieron a conocer su pensamiento a través de artículos filosóficos antes de la llegada de la guerra.

En pos de un nuevo humanismo: la prosa recuperada de Civera y Abad

Pero si algo unía realmente a estos dos divulgadores a los que hoy honramos era su modo mismo de comprender la filosofía. Practicantes de masonería, implicados con la pedagogía y defensores del laicismo, Civera y Abad cultivaron las bases de un pensamiento humanista que planteaba reflexiones de gran valor y perdurabilidad temporal. Cuestiones vitales tales como la competitividad, la felicidad, el trabajo, la cultura de la prisa o la relación del hombre con la tecnología eran constantes en la obra de los autores. Es, de hecho, esta última, una preocupación aún vigente en esta era en la que vivimos, donde las líneas divisorias entre la humanidad y la robótica parecen estar cada vez más borrosas.

Según afirma Ricardo Tejada, el autor del prólogo y selector de la prosa escogida de En pos de un nuevo humanismo”, estos pensadores son  “probablemente los dos filósofos españoles que más se adelantaron a su tiempo, el período de entreguerras en Europa“. La función de este libro es, por lo tanto, recuperar la obra de dos intelectuales fundamentales a los que las circunstancias y la historia no favorecieron. Fue precisamente el exilio el que influyó de gran manera en el olvido de estos dos autores, cuyas aportaciones y calidad son ahora equiparadas por los expertos a la de otros personajes reconocidos tales como el propio Ortega, María Zambrano o Unamuno.

Sin embargo, el silencio histórico necesitó de otras circunstancias desfavorables para ser mantenido durante tanto tiempo. En el caso de Luis Abad podemos hablar de una vida muy ajetreada y llena de obstáculos, puesto que no llegó a México, hogar de otros muchos intelectuales huidos, hasta los años 50. Partiendo de Alicante, residió en distintas ciudades del norte de África para después hospedarse en París. Durante este tiempo, a excepción de los años que pasó recluido en un campo de concentración en Argelia, vivió de la docencia -dando clases de inglés, español y matemáticas- y de la venta de sus propios cuadros.

Abad fue durante su tiempo un pintor de reconocido talento que pudo llegar a sostenerse con la pintura, e incluso a realizar algunas exposiciones. Aunque su cultivo de la filosofía fue intermitente, el autor publicó durante su trayectoria numerosos ensayos, monografías y artículos en diferentes revistas y periódicos. No obstante, y a pesar de tener estudios de doctorado en Derecho y Filosofía, Luis Abad no pudo vincularse con la docencia universitaria hasta su llegada a México en los años 50, cuando ya era un hombre muy maduro. Siendo un sexagenario ejerció la profesión de catedrático durante menos de una década antes de regresar a su Almería natal, donde más tarde fallecería.

Por otra parte, Marín Civera, tampoco pudo mantener un nexo claro con la élite universitaria de la época, lo cual influyó enormemente en la poca difusión, mantenimiento e incluso reconocimiento de su obra. A su llegada en el año 42 a México, Civera ejerció como revisor de la gran enciclopedia de la Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana. Debido a su falta de titulación superior en letras tuvo que conformarse con este empleo, sin poder llegar a acceder a un puesto en la Universidad. Por otra parte, su vinculación al anarquismo posibilista, corriente denostada por los intelectuales de la casta, aceleró la desmemoria de una obra extraordinaria.

Como se puede observar, es muy posible que Marín Civera y Luis Abad no se llegasen a conocer nunca en vida. El exilio, drama común para el español inconformista de aquellos tiempos, les derivó a destinos diferentes, aunque a circunstancias similares.

Una resurrección fundamental

Actualmente, viviendo como lo hacemos en la llamada Cuarta Revolución Industrial, esta recopilación de textos filosóficos cobra una relevancia especial que reside en la capacidad de análisis del presente y anticipación del futuro de ambos filósofos. Críticos con el impacto negativo de la industrialización masiva, Civera y Abad planteaban una reivindicación humanista desde una perspectiva divulgativa. Mientras que Marín Civera se centraba en practicar un humanismo existencialista, Luis Abad reflexionaba sobre las relaciones existentes entre la persona y la tecnología. Los valores humanos, la solidaridad, la satisfacción y la relación con la naturaleza son también una parte relevante de las preocupaciones que colman los escritos de los autores, que ahora se reúnen en este tomo.

Tener acceso a esta selección de ensayos es un privilegio, especialmente en este momento del siglo donde abundan los dilemas sobre el dominio de la robótica y la informática sobre la persona. La recuperación de estos textos es, de igual manera, un bello gesto hacia aquellos que defendieron los valores progresistas. “Presencia del hombre”, creación de Marín Civera, destaca por los valores éticos y políticos que planteaba, que buscaban la unión de las ideologías dentro de un modelo justo, solidario y comprometido.

El trabajo de Ricardo Tejada, profesor universitario e investigador de la Universidad de Le Mans, supone una espléndida tarea de pesquisa y recuperación de una prosa de complicado acceso hasta la fecha. En tiempos donde dudamos de nuestra propia humanidad y donde la lectura de la filosofía parece estar restringida a círculos muy concretos y a obligaciones estudiantiles, obras como “En pos de un nuevo humanismo” deberían ser ya no solo reivindicadas, sino también disfrutadas por cualquier persona que tenga la capacidad de leer y reflexionar.