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Nadie quiere nuevas elecciones

Desde la investidura fallida de Pedro Sánchez, muchos han sido los analistas que han hablado sobre la posibilidad, ahora más real, de que se deban celebrar unas nuevas elecciones ante la imposibilidad del PSOE de formar gobierno. No obstante, ¿quiere alguien, realmente, unas nuevas elecciones?

Si empezamos por la ciudadanía, los votantes, es evidente que no. En primer lugar, la población ha quedado bastante cansada después de un largo ciclo electoral, embarrado además por las formas en que algunos de los partidos han encarado las distintas campañas electorales. La deriva extremista mostrada por PP y Ciudadanos, con el intento de no perder demasiados votos en favor de Vox, ha llevado los discursos a unos campos nunca antes vistos en España.

Además, en distintas encuestas ya se ha demostrado que los votantes de los distintos partidos no verían con buenos ojos una repetición electoral. Existen mayorías para formar gobierno, así que no se entiende la necesidad de repetir los comicios, y más teniendo en cuenta los elevados costes presupuestarios que estos suponen.

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La situación de la izquierda

Siguiendo con los partidos, a priori, el más interesado en repetir elecciones podría ser el PSOE. Su victoria en los pasados comicios, aglutinando el voto del miedo y el voto útil de la izquierda, podría verse ampliado en caso de repetición electoral. La postura de Unidas Podemos, devolviendo a los socialistas al campo progresista, le otorga nueva credibilidad como principal partido de izquierdas, pese a sus políticas.

No obstante, la arrogancia de Pedro Sánchez, mostrada en las sesiones de investidura, sumado a los problemas mostrados para conseguir formar una mayoría, podrían devolver parte del voto prestado a UP. Además, los intentos de conseguir la abstención de PP y Ciudadanos para evitar formar gobierno con el partido de Pablo Iglesias tampoco jugarían en favor de los socialistas. De este modo, el PSOE tampoco debería alegrarse en caso de repetir las elecciones.

El caso de UP es especial. Los malos resultados en las últimas elecciones podrían ir a peor, relegando la formación morada al espacio que ocupaba Izquierda Unida antes de la aparición de Podemos, o podría recuperar parte del voto prestado al PSOE gracias a la percepción de que el partido de Iglesias fue el único que intentó con ahínco formar gobierno.

Los morados se encuentran en una situación muy delicada. La formación de gobierno depende de ellos, pero no pueden plegarse a todas las exigencias del PSOE. Los socialistas lo saben, motivo por el que aprietan a UP, con la intención de absorber más votantes y asegurarse el control efectivo del gobierno. Pablo Iglesias y Alberto Garzón deberían plantarse y estructurar una opción efectiva de izquierdas, volviendo a señalar al PSOE como pata del régimen del 78.

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La batalla por la derecha

En la derecha las dudas son todavía más marcadas. Después del ciclo electoral, el Partido Popular de Pablo Casado reconoció el error de intentar ganar el voto extremista, más teniendo en cuenta que Vox ya lo tenía ganado de antemano. El PP podría volver a sumar votos de los otros partidos y recuperar su posición hegemónica en el sistema bipartidista, pero bien podría verse superado por Ciudadanos.

El caso de Ciudadanos es el más difícil de analizar. Pese a la mejora electoral, muchos de los dirigentes y fundadores del partido naranja abandonaron la nave por discrepancias en la evolución del partido. Así, Albert Rivera ha purgado la dirección del partido, optando por rodearse de sus colaboradores más cercanos.

Durante meses, las mismas fuerzas que auparon Ciudadanos hasta poder competir con el PP por el liderazgo de la derecha, han estado apretando a Rivera para que pactara con el PSOE, dejando así de lado a UP. No obstante, la animadversión que Rivera siente por Pedro Sánchez ha podido con las presiones. Ante esta situación, es incierto el futuro de la formación. Sin el apoyo de las élites empresariales del país, el futuro de Ciudadanos depende, ahora sí, de los votantes.

En cuanto a Vox, por su discurso y su extremismo, llegó a su techo en las pasadas elecciones. Como sucedió con otros partidos fascistas en Europa, con el tiempo perderá apoyos, que regresarán a los partidos de derechas más moderados. El peligro era que los de Santiago Abascal fuesen necesarios para formar un tripartito con PP y Ciudadanos. Una repetición electoral no les haría ningún favor.

Es muy complicado predecir lo que sucedería en unas futuras elecciones, más en cuanto no se ha podido aplicar ninguna propuesta de los programas electorales pasados. ¿Cómo decidir el voto? Al final, solo se puede pensar en quién es el culpable de que se deban repetir dichas elecciones, cuando existen mayorías suficientes para formar gobierno. El problema es la nula capacidad de pacto que existe en la democracia española.